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Aunque
parte contratante de la primera parte de la Unión Europea a
efectos de que les salgan estalactitas y estalactitas a los
amarres de la flota pesquera que faena en aguas del moro,
estamos tan inmersos en la cultura americana que ya tenemos
aquí hasta hispanos. Unos porcentajes bastante norteamericanos
de hispanos, ocupándose en las labores propias de su pasaporte
y de su ausencia de papeles, como el servicio doméstico que
dice Enrique Múgica, que es mucho de las tatas ecuatorianas.
El "New York Times" daba el otro día
el cante, el cante por "Ay, Macarena": los hispanos
son ya la primera minoría en California, por delante de los
negros. Aquí estamos ya como en California, para ver si hay
más negros que hispanos o más hispanos que negros. Murcia se
nos ha vuelto, al cambio, como una Florida con ecuatorianos en
vez de cubanos, y en Madrid hay tantos hispanos que no tiene
nada que envidiarle a California, una California donde los
negros, a los que aquí llamamos subsaharianos, que queda más
elegante, venden "La Farola" en los semáforos. Menos
chicanos, tenemos de todo.
Debemos cambiar nuestro concepto de hispanidad.
Hispanidad no es ya lo que Ramiro de Maeztu inventó con
mayúsculas y Franco hizo fiesta de guardar el 12 de octubre,
aquello de lo que vivían los intelectuales orgánicos en los
eternos juegos florales del Instituto de Cultura Hispánica.
Hispanidad es ahora sinónimo de Extranjería. Despreciamos a
los hispanos exactamente igual que en los Estados Unidos, y sin
necesidad de ser blancos, anglosajones y protestantes, sino
católicos y medio moriscos, que tiene más mérito. Pero no
solo en Madrid o en Murcia despreciamos a los hispanos. Me da la
impresión de que Jaime Mayor Oreja y todos sus futuros votantes
se tienen que sentir en la campaña vasca como los ecuatorianos
en Murcia. Zapatero venga a pedir papeles para nuestros
hispanos, y resulta que en el País Vasco al que es hispano no
le dan los papeles del carné de identidad euskalduna. El PNV lo
que quiere es aplicare su particular y no promulgada Ley de
Extranjería.
En su visita al Sur profundo y de Faulkner de los Estados
Unidos, el Rey ha subrayado el peso de lo hispano en Texas. Lo
cual no tiene el menor mérito. Donde hay que echarle dos
cojones a subrayar el peso de los hispano no es en Texas, que
está tirado: es en Rentería, que te la juegas. Vamos por el
mundo diciendo que hay que potenciar la lengua y la cultura
españolas y resulta que en la propia España defenderla es
jugársela. Los hijos de los inmigrantes puertorriqueños en
Nueva York tienen mayores derechos, a efectos de cultura
hispánica, que los nietos de los albañiles andaluces en
Hernani. A ver si ahora que está bajo el mando de Jon Juaristi
el Instituto Cervantes abre sedes a porrillo donde más falta
está haciendo, que es en el País Vasco. A ver si considerando
al español como lengua extranjera la enseñan en los colegios.
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Biografía de Antonio Burgos
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