|
Como
en los paquetes de avión más hotel de esos viajes a Praga
ahora tan de moda, el oficio de ministro es también con
desayuno incluido. Ni continental ni a la carta: con sapos. En
Tiffanys se desayuna con diamantes y en La Moncloa, con sapos. A
los ministros, por la mañana, les traen el resumen de prensa al
que llaman "El Panadero" en la Oficina del Portavoz y
bien en esa hojas, bien en bandeja aparte, les llegan los sapos.
Cada cual se traga su sapo matinal como puede. Hay ministro que
cuando a las 8 lo llaman del programa de Iñaki Gabilondo o de
Luis del Olmo ya tiene perfectamente tragada su media docena
diaria de sapos. Cada cual, a su gusto. Hay ministro que
prefiere el sapo pasado por agua, de 3 minutos, o quien gusta de
los sapos revueltos.
Pero ninguno como Mariano Rajoy, Arguiñano que nos ha
revelado los secretos de la nueva cocina del sapo ministerial.
De todas las cocinas ministeriales, la de Interior suele ser la
que más imaginación echa a los fogones y manteles del sapo. Jaime
Mayor Oreja se tomaba su ración diaria de sapos sin darle
la menor importancia, pero no llegamos a saber si eran sapos con
copos de cereales, en la leche, o sapos migados en el café.
Rajoy es más imaginativo. Rajoy nos ha revelado que va de dieta
mediterránea. Se toma el sapo con aceite de oliva virgen. El
sapo con aceite de Rajoy es como el meyba de Fraga en Palomares
o como los pepitos de ternera que se comió coram populo
Miguel Arias Cañete a lo largo de la crisis de las vacas locas,
¿no va a estar gordo Arias Cañete, con la de pepitos de
ternera que se ha metido para el chaleco para contrarrestar el
hueso del puchero de Celia
Villalobos?
Los aceiteros le deben un homenaje a Mariano Rajoy. Nadie,
hasta ahora, había hecho el elogio público y oficial de la
tostada con aceite en el desayuno como ha hecho Rajoy. Igual que
otros a esa tostada con aceite le ponen lonchas de jamón
serrano o rodajas de tomate, Rajoy, como se ha olido la tostada
de Celia Villalobos, le pone el sapo diario. Le sugiero incluso
que pruebe con aceite monovarietal. Un aceite extraído de
aceituna sólo picual, o sólo manzanilla, o sólo hojiblanca
tiene que darle mucho mejor sabor al sapo. El aceite de
hojiblanca de Antequera, en el que un día Don Juan Carlos hasta
mojó pan, creo que es el más apropiado para el sapo.
Naturalmente que si Celia Villalobos no tuviera en el
Ministerio de Sanidad esa granja de producción de sapos para
consumo propio de sus compañeros no habría tenido que echarle
Rajoy imaginación a su nueva cocina. Pero nos hubiéramos
perdido su elogio del aceite de oliva. Con un buen aceite de
oliva puedes tragar no digo ya un sapo, sino hasta a Celia
Villalobos. Que es estrictamente intragable.
Hemeroteca de
artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
Libros
de Antonio Burgos publicados por Editorial Planeta -
|