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Como
una canción del verano
o un rescate de Calderón en un teatro griego con techo de
estrellas, vuelve la moda del honor. No sorprende que Zapatero
juegue al abejorro con Aznar, para eso está la oposición. Con
tanto pacto por la Justicia y por la Libertad, las relaciones
entre el gobierno y la oposición se estaban llenando del
mármol frío de las grandes palabras, como de frontón
neoclásico de Versalles. Conforta que Zapatero empiece a animar
la velada veraniega con la caseta del tiro al blanco. Aunque le
vendría bien un cursillo de lengua brava. Que Guerra le diera
clases veraniegas de recuperación del arte del insulto. No es
lo mismo llamar "inútil" e "irresponsable"
a Aznar que decirle Don Tancredo. Ha perdido evidentemente el
PSOE la enorme capacidad de creación de metáforas y toda la
imaginería lírica del Sur que tenía cuando mandaban los
andaluces, Lorca puro. Zapatero necesita urgentemente una
lectura de la Generación del 27 o por lo menos de la
Generación de "La Codorniz".
Lo que sorprende es que Zapatero hable del honor: "Vamos
a ganar. Con fuerza, con honor." Esto sí que es el
Desarme, y no los garbanzos con bacalao que se comen en Oviedo
en memoria de los liberales. Si el PSOE expropia la finca
manifiestamente mejorable del honor, ¿qué latifundios morales
le va a dejar al PP? El honor era políticamente incorrecto, en
cuanto concepto de derechas, más de Pemán que de Calderón.
Palabra manoseada sobre el tigito de la Constitución en las
tomas de posesión: "Juro o prometo bajo mi conciencia y
honor..." ¿Qué conciencia ni qué honor? El honor, para
el maestro de esgrima de Pérez Reverte... Nosotros vamos a lo
nuestro: a robar lo más decentemente posible bajo mi conciencia
y honor.
Así que si el honor ahora es un concepto de izquierdas, nada
más progresista que la dimisión de Enrique Giménez-Reyna. Los
socialistas, en el poder, tenían solo hermanos: Mienmano. Los
populares, en el poder, tienen hermanos y, además, honor. El
honor es la presión de los medios. Enrique Giménez también
tiene Suenmana, que es como Mienmano, pero con honor y dimisión
como las balas cautivas del descabello de la Tauromaquia de
Celia Villalobos. Hace tiempo que estoy pidiendo que pongamos
políticos que sean hijos únicos, para evitarnos estas
inconveniencias fraternales, pero no me hacen caso. Con todo, el
honor ha desenfundado más rápido con Suenmana que cuando
Mienmano. Guerra, recordman mundial de lentitud en dimisiones
por honor, ha tenido la cara de decir: "Ha tardado en
dimitir". En cuanto al concepto extremeño del honor, a lo
Gabriel y Galán, de Rodríguez Ibarra y su máxima de "la
familia es una cosa y el político es otra", hay que
matizar que esta Familia se escribe con mayúscula. El honor de
esta Familia es el de la Cosa Nostra.
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