|  | Así
                que Madrid y Sevilla pidiendo desesperadamente una Olimpiada,
                "una Olimpiadita, por amor de Dios", mendigos de manta
                en el suelo y cartel de cartón ante la antigua oficina del
                señor Samaranch, y lo que nos largan de momento, sin que nadie
                lo haya pedido, sin comerlo y sin beberlo, es un par de cumbres:
                la una en Barcelona ahora, la otra en Sevilla en junio. Y con lo
                grande que es España, ¡qué puntería!, hijos míos: poner
                ambas cumbres en sendas ciudades que andan con el trasero a dos
                manos para poder resolver sus problemas habituales de seguridad
                y de circulación. No cabíamos en Barcelona y llegó la cumbre,
                y tres cuartos de lo mismo digo de Sevilla. Y, claro, el
                banderín de enganche de los proetarras, de los movimientos
                okupas, de todos los émulos del difunto Cojo Manteca se pone en
                movimiento. En las ciudades europeas se anuncian las cumbres como los
                huracanes en el Caribe. Quedaría bien lindo y antillano
                ponerles nombres de mujer a estos huracanes en forma de cumbre
                que de pronto se ciernen sobre las ciudades. La onda tropical de
                las instrucciones de Batasuna advierte que sobre Barcelona puede
                caer la gorda con el huracán "Montse", que será
                cumbre. Los meteorólogos de la violencia advierten que el
                huracán "Macarena" cogerá en junio a Sevilla de
                pleno. Comerciantes de la Diagonal: id poniendo paneles de
                madera en vuestros escaparates, que aquí nadie paga luego los
                vidrios rotos, porque el mapa de las isobaras de los aprendices
                de etarras señala que el anticiclón de las Azores estará
                centrado en la plaza de Frances Maciá. Vecinos del barrio de
                Santa Cruz, con su lunita plateada, conviene que se vayan
                ustedes preparando, porque en junio desclavarán dos cruces del
                monte del olvido por culpa de unos señores que no han
                encontrado mejor sitio para reunirse que Sevilla. Cuando nos habíamos ya tragado el sapo europeo del cambio de
                moneda sin que nadie nos lo consultara en referéndum, a
                nuestras ciudades llegan ahora estas cumbres que nadie ha
                pedido. Europa, de momento, es un follón cambiario a la hora de
                comprar el pan y tu barrio convertido en campo de batalla.
                Largan de las macrofiestas y de las drogas de diseño, pero los
                que convierten las ciudades en estas peligrosas locuras tienen
                que estar de pastillas hasta la corcha; si no, no se explica.
                ¿Que quieren reunirse? Pues que se vayan a un hotel Kempiski de
                ensueño en medio del campo, pero que no nos conviertan las
                ciudades en frentes de batalla. Esto es lo malo de Europa, que
                pides una Olimpiada y te largan una cumbre... Sobre este tema, también en El RedCuadro: Ojú, la Cumbre...  
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