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En
el Palacio de Cristal del Retiro madrileño se abre una
exposición sobre el exilio que demostrará que no es Cernuda
todo lo que reluce. Esa exposición significa el final del
exilio interior al que se retiró Alfonso Guerra tras perder el
poder. Igual que Carrillo llegó a Madrid desde París, Guerra
está llegando en estas horas a Madrid desde la Fundación Pablo
Iglesias, trabajándose el envergue del exilio como antes el de
Machado.
Tengo ganas de ver esa exposición para confirmar un
pálpito: la aportación andaluza al exilio debe de ser
proporcionalmente muy superior a la del resto de España. Se
habla mucho del exilio español, pero muy poco del exilio
andaluz. Si tomamos como paradigma a los poetas de la
Generación del 27, se saca la consecuencia de que se exiliaron
mayormente los andaluces, y se quedaron aquí y transigieron con
la dictadura los castellanos. Apunten: se fueron el gaditano
Rafael Alberti, el sevillano Luis Cernuda, los malagueños
Prados y Altolaguirre. De no haber sido asesinado en Víznar,
seguro que el granadino García Lorca también se hubiera
exiliado. ¿Quienes quedaron aquí? Los no andaluces. Quedó
Gerardo Diego y quedó Dámaso Alonso. (Hay excepciones: el
castellano Jorge Guillén se fue como andaluz y el malagueño
Vicente Aleixandre se quedó como castellano.) No se olvide que
la mayor parte de Andalucía perdió la guerra ante los
sublevados mucho antes que el resto de España. De ahí que
aquí hubiera esa tristísima contribución al exilio. Al que
fueron los dichos poetas, y dirigentes sindicales como Pepe
Díaz o Saturnino Barneto, e intelectuales como don Manuel
Blasco Garzón, y políticos de la talla de Hermenegildo Casas o
Martínez Barrio. México, de golpe, se puso a hablar andaluz
del exilio.
Por eso me agradó que el otro día el alcalde de Sevilla
dijera en un acto público que en el exilio no es Cernuda todo
lo que reluce, y que reivindicara la figura del poeta popular
sevillano Salvador Valverde. En la antigua Diputación, Fernando
Orgambides presentaba con ilusión los discos de coplas que va a
regalar en "El Correo de Andalucía". Sánchez
Monteseirín dedicó sus palabras a descubrir la figura de
Salvador Valverde, el poeta sevillano que firmó la canción
"Ojos verdes" con el maestro Quiroga y Rafael de
León. Aunque nacido por azar en Buenos Aires en 1895, Valverde
era tan sevillano como las letras que escribió con Rafael
de León, en plena II República, en la academia del maestro
Quiroga: "Ay, Mari Cruz", "María de la O" o
"Triniá". Como antes había escrito con León para
Raquel Meyer una letra que todos creen francesa, y que es
sevillanísima: "Bajo los puentes del Sena".
Hay un exilio de la copla que queda en el topicazo de Miguel
de Molina y de Angelillo, que vaya usted a saber si fueron tales
exilios, pero que tiene la realidad de nombres de letristas. Juanito
Valderrama nos ha descubierto en su autobiografía el exilio
interior de Ramón Perelló, el autor de "Mi jaca",
preso político en el penal del Puerto, a quien tras la guerra
nadie le quería cantar ni una letra, hasta que el maestro de
Torredelcampo le contrató el espectáculo
"Romancero". Ahora conocemos el exilio de Salvador
Valverde, muerto en Buenos Aires en 1975. El Ayuntamiento y el
Ateneo van a rescatar su memoria y a editar su antología. Así
confirmaremos que no es Cernuda todo lo que reluce en el exilio
y que la copla fue republicana mucho antes que franquista.
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