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Unos
guasones de la Cuna de la Libertad han creado la Real Orden
Gaditana de la Guayabera
(ROGG) con el fin absolutamente académico de dar esplendor a la
prenda hispana de etiqueta veraniega por excelencia, así como
para fijar su estricta observancia en tejidos de lino o hilo,
pliegues, bolsillos, botones de nácar y bordados. Lucen con
orgullo estos ciudadanos el tropical blusón que rima con
danzón y con son, en solemnidades y actos públicos del verano,
por aquello de que Cádiz es La Habana con más parados y con la
odiosa obligatoriedad social de tener que ir de chaqueta y
corbata en las calurosas tardes de verano con levante en calma.
Los miembros de la Real Orden Gaditana de la Guayabera defienden
el cubano origen de la por ello también llamada cubana, y hasta
aportan bibliografía sobre su creación en el pueblo de Sancti
Spiritu, donde la cantan con aquellos versos del son montuno:
"Y la llaman guayabera/por
su nombre tan sencillo/por llenarse los bolsillos/con guayabas
cotorreras."
Siento que años y años de
trabajo de los guayaberos gaditanos hayan sido tirados por
tierra en la última Cumbre Iberoamericana de Punta Cana. Soy
escéptico en materia de cumbres iberoamericanas. Las veo como
la nueva versión de los antiguos Juegos Florales de la
Hispanidad que solía organizar el padre de los Panero desde el
Instituto de Cultura Hispánica. De poco valen estas cumbres,
como no sean para el "foto finish" de la llegada al
habitual retrato de familia de presidentes y jefes de gobierno.
Esa foto me parece siempre el acto final de esos juegos
florales, donde de un momento a otro va a llegar el mulatón
Gastón Baquero para recibir la flor natural. No puede tomarse
en serio una cumbre cuyo único interés radica en saber si
Fidel Castro está o se le espera. Por más que nos empeñemos,
y bien que nos gustaría, no podemos darle a nuestro Rey una
Commonwelath de habla hispana, entre otras cosas porque ni Cuba
es Australia ni Argentina es desgraciadamente el Canadá.
Y este año, además, la foto
en guayabera. Al Rey le sienta muy bien la guayabera. Pero es
que al Rey le cae bien todo lo que se ponga, hasta cuando se
viste de madelman para revistar los tanques, alquilados o no, de
la División Acorazada. Lo malo es que la guayabera, por cuya
normalización democrática y protocolaria tanto luchan tantos
en España, se nos queda así como el uniforme de las dictaduras
sudamericanas o de las inestables y corruptas democracias
hispanas que están siempre a pique de un repique de cuartelazo.
Yo pensaba ponerme el jueves mi guayabera en Cádiz (mi
guayabera de invierno, claro, de franela y con forro polar) para
asistir en aquella Real Academia de Bellas Artes al ingreso de
la Duquesa de Alba. Pero viendo la foto de Punta Cana, desisto
de guayabera. Por muy hispana que sea, de Punta Cana sale la
imagen de la guayabera como la prenda de etiqueta de los
presidentes argentinos que dejan morir de hambre a las criaturas
en Tucumán mientras toman el sol en Playa Bávaro. En
guayabera. Nada, nada: me quedo con el chaqué, que sigue siendo
el uniforme de las democracias.
Sobre la
guayabera, en El RedCuadro
Elogio de la guayabera
¡Viva la guayabera!
Jesús Gil, Le Pen con guayabera
Hemeroteca de
artículos en la web de El Mundo
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