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Déjame
que te cuente, limeña, un sueño de la razón que he tenido
esta noche, y que ha engendrado este monstruo, ya que la cosa va
de Goya. Los Goya son unos premios con premio, tomando la
palabra "premio" en su andaluza acepción de rima
burlesca con palabra malsonante. Como me acosté con la radio
echando humo con los Goya (sin premio, no me trinques nada),
soñé con ellos. El sueño que he tenido es que todos estos
profesionales de la subvención tan progres ellos, tan
partidarios del libre mercado cinematográfico siempre que sea
patrocinado con dinero del Estado, estaban todos en San
Sebastián, en la gala de la entrega de los premios del Festival
de Cine de Donosti. Que alguien del pesebre de las subvenciones,
Marisa Paredes mismo, se encargaba de organizar la mascarada,
retransmitida en directo por la Televisión Vasca. Cuando
estaban diseñando el guión del espectáculo, pensaron:
"Verás tú qué gol le vamos a meter a Ibarreche por toda
la escuadra, vamos, ni el de Telmo Zarraonandía en
Maracaná." Pensado lo cual, se fueron a los responsables
de Euskal Telebista, quienes, sin pararse en una tontería como
ver qué iban a poner en la gala, les apoquinaron medio millón
de euros por los derechos de retransmisión del invento del
evento o del evento del invento.
Se trataba de hacer algo
rompedor, ¿se dice catártico? Eso. Como se trataba de dar
patadas en la boca del estómago al Gobierno vasco, que lo
pagaba todo con su dinero, plantearon la gala como un homenaje a
España. Presentaría cada candidatura un grupo de actores
caracterizados de españoles de "Bienvenido, Mister
Marshall", bandera rojigualda incluida. El guión incluía
burlas continuas a Ajuria Enea y por descontado a la ETA y a
Batasuna. Uno de los actores, en un momento dado, era presentado
como Arzalluz. Y ni que decir tiene que todo el que aparecía en
el escenario, como se trataba de una manifestación espontánea,
llevaba en la solapa un pedazo de pegatina así de grande que
decía: "ETA no". Y también espontáneamente, todo el
que recogía su premio largaba fiesta contra el proyecto
soberanista y contra el nacionalismo cómplice de los asesinos.
Lo que más me gustó fue lo de este chico de la camiseta
mugrienta y sudada que ha hecho la película de los parados, que
cuando recogió su premio dijo: "Yo también voy a leer mi
agradecimiento". Y sacó del bolsillo la pegatina
espontánea que casualmente le habían dado en la puerta los
organizadores del mitin por la libertad pagado por los que
están contra ella, y la leyó: "¡ETA no!"
De todo lo cual se infiere que
vuelvo a mis clásicos, a Manuel Ortega, "Caracol el del
Bulto", padre de Manolo Caracol y mozo de espadas de
Joselito el Gallo, y a su conocido lance de la locomotora que le
pegó el rebufo de vapor en el andén, tras bajarse del tren en
Atocha, donde con tantas dificultades habían llegado:
"¿Ahora me vas a ronear de vapor? Esos cojones, en
Despeñaperros." A estos pesebristas de la subvención les
digo igual: ese ardor pacifista lo quiero ver en el Festival de
Cine de San Sebastián, contra la ETA.
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