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No
hay nada que me guste más que tener la oportunidad de elogiar a
un socialista, aunque bien es cierto que se venden caro. Paco
Vázquez es de los poquitos que te abre las ofertas de su planta
de oportunidades; nos deja la pelota que sólo hay chutar para
marcar ese gol de las libertades que quisiéramos que subiera
más a este marcador. Pero Rosa Díez, siempre. Día que pasa es
día que me reconcilio con Rosa Díez, después que apareciera
tan hosca en alguna lejana campaña por la que va caminando un
jinete con la ilusión que los españoles depositaron un día en
sus siglas. Ojalá en cuestiones de pacto antiterrorista las
cosas estuvieran en su partido siempre tan claras como las tiene
Rosa Díez. No sé que hace una chica como ella en un Parlamento
que está tan lejos como el europeo, pero ésa es otra
cuestión. La verdad es que cada vez que viene desde Bruselas,
Rosa Díez aprovecha bastante bien aprovechado el billete de
Iberia, hay que ver la cantidad de puntos plus por la libertad
que tenemos que apuntarle...
Digo todo esto por esa valiente
fiesta de las alcaldesas de Zamarramala que fue la
concentración de ¡Basta ya! tras el asesinato de Joseba
Pagazaurtundua. Desde aquí abajo no puedo más que decir: ole
las vascas. Las palabras de amor suenan siempre a gloria si te
las dice una mujer, y más si son voces de amor a la libertad.
En unos minutos, Rosa Díez hizo más por la reivindicación de
la dignidad femenina que muchos programas oficiales del Día de
la Mujer. Ningún hombre se ha atrevido a decirle a Arzalluz lo
que, de todo y por su orden, le ha dicho Rosa Díez. Estoy hasta
por hacer fotocopias y repartirlo: «Quiero que todos lo oigan:
Javier Arzallus es un cobarde, él no cogerá una pistola, pero
aquí, ante ustedes, les digo que si alguien la coge, quiero que
sepan que él es el responsable del asesinato, él, Javier
Arzalluz, presidente del PNV». ¿Y a Maite Pagazaurtundua,
dónde me la dejan? Aparte de que la señora tiene un pedazo de
estilo, que es de las que le encantaban a mi maestro don
Manuel Halcón, sus palabras también son para arruinarse
haciendo fotocopias: «Malditos los chivatos que aconsejáis la
muerte, malditos los falsos patriotas de corazón avieso, los
que habéis alimentado la locura; malditos también vosotros,
los ciegos, pues permitís a los falsos patriotas, a los locos y
a los asesinos un espacio repitiendo que hay un conflicto, como
si cupiera un lugar intermedio entre el verdugo y al víctima».
Y al final, pero no la última, María San Gil. Qué bien sonaba
en su boca la bendita "palabra" libertad o la verdad
del barquero (de la Laguna Estigia) de "alcalde,
chivato".
Si cuando hablas con un amigo
vasco te dice siempre angustiosamente que no los dejemos solos,
enrocados con su lucha por la Constitución, y que hagamos
nuestra su contienda por la libertad y contra la muerte, al ver
a estas mujeres es mucho más fácil. Y más agradable. Si el
tema no fuera tan serio hasta nos podíamos permitir la broma de
decir que entre este pedazo de señora que es Maite
Pagazaurtundua y el feísimo de Fernando Savater es que no hay
color...
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