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El
precio del dinero y los intereses de las hipotecas son una de
las muchas cosas que este Gobierno ha hecho bien, pero nadie se
ha enterado, porque no saben vender nada de lo que hacen y no se
acaban de convencer de que el consejo de ministros en pleno
tiene que ir a hacer un cursillo de técnicas de ventas en el
Cortinglés. Lo malo es que van a perder las elecciones sin
enterarse de que no han sabido vender lo que han hecho. Por no
irnos más lejos, aunque han remediado su error, inmenso error
del decretazo, y ahora está eso de la Renta Agraria que sacan
por televisión, de momento en los pueblos andaluces échele
usted un galgo a la idea de que el tío del bigote ha querido
quitar el PER porque nada más que defiende a los señoritos.
Imagino que en las próximas Pascuas, Chaves le mandará un pavo
en condiciones a Aznar, porque Aznar, sólo con el decretazo, le
ha dado a Chaves hecha la campaña de las municipales en puertas
y de las autonómicas en perspectiva.
Con el precio de las hipotecas
y de los créditos pasa exactamente igual. Nunca han estado tan
bajos los intereses. Las cajas y los bancos es que lo tiran. Y
lejos de apuntarse el tanto el Gobierno, parece que todo es obra
del Banco Central Europeo, que está un poquito más lejos que
el Banco Central de la Avenida, que es donde te dan el dinero
tirado, como cuando echan por allí romero para que pase el
Corpus. Lo más divertido de esto es que todos los votantes del
PSOE están siendo beneficiados por la política económica del
PP, sin que el PP logre vender una escoba para barrer toda la
demagogia que tiene que soportar. Cada día me convenzo más de
que en lo que tiene mayoría absoluta el PP es en torpeza, no
sé si son más torpes que honrados o más honrados que torpes.
Aunque hay algo en el precio
del dinero que no me cuadra, y es la aparición en escena de una
vieja figura andaluza: el matatías. El matatías, puesto al
día. Ya saben qué es el matatías, aunque la palabra esté
cayendo en desuso: el prestamista con usura, el que da dinero a
ganancia, otra forma expresiva del habla andaluza que también
está en trance de extinción. La televisión viene a ser el
Doñana donde se preservan los últimos ejemplares del
matatías, especie en trance de extinción tanto lingüística
como sociológica. De pronto, junto a los anuncios de los
grandes bancos con sus hipotecas y sus planes de pensiones sobre
un fondo del puente del Golden Gate de San Francisco, se
empiezan a anunciar los matatías, en versión actual. Diríamos
que los telematatías. ¿No hay telepredicadores, telepizza,
telebanco? Pues éstos deben de ser los telematatías. Ofrecen
un préstamo de quinientas mil pesetas como el Nescafé:
instantáneo. Tres mil euros que te endilgan nada más que
llamar a un número de teléfono, sin avales, sin fiadores, sin
escalera y sin brocha. Los telematatías aseguran que te lo dan
en veinticuatro horas. Y para demostrarlo, allí sacan la imagen
de la María, antes y después del chocolate, como el anuncio de
Matías López. Antes de llamar al telematatías, la maría
está con la cara disgustada, porque no puede ir a las rebajas.
Llama al telematatías y se le cambia la cara, porque le han
dado, como éstas, quinientas mil pesetas del ala para que se
las gaste donde tenga por conveniente. ¿A qué interés, en
qué plazo de pago? Ah, eso ni se dice: el telematatías es al
ya te veré. Imagínense, por tanto, al interés usurario que
venden el dinero.
Mi duda no es sobre los que
siguen dando el dinero a ganancias por medio de la televisión.
Mi curiosidad es saber por qué precisamente cuando hay una
auténtica competencia entre los bancos, a ver quién da el
dinero más barato, es cuando han llegado los telematatías.
Será a lo mejor que en esta España tan esplendorosa hay más
pobres de solemnidad de los que pensamos.
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