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Los
americanos siguen buscando en Irak las armas de destrucción
masiva, y en mal sitio han ido a poner la era. Esas armas están
aquí en España. Sin que la ONU mande inspectores ni el
Pentágono envíe divisiones blindadas, aquí se usa la más
peligrosa, nociva y letal de las armas de destrucción masiva:
el arma de destrucción de la verdad. El arma de destrucción
masiva de la verdad está en manos del PSOE, de IU, de los que
se llaman a sí mismo "progres", de los actores del
"no a la guerra", de los garbanzos negros y los
chorizos del cocidito madrileño de la olla de Simancas. Con tal
arma fue destruida la verdad de la guerra de Irak, del
decretazo, del chapapote, de la LOU y sigan ustedes poniendo
escenarios bélicos donde emplearon toda la panoplia para que no
quedara viva una brizna de verdad, como en la reciente y
completa destrucción del hecho de que el PP ganó las
elecciones en la Comunidad de Madrid.
No crean que el arma de
destrucción masiva es un complicado ingenio. Es algo tan simple
y tan español como la navaja. La navaja de Albacete, la
cachicuerna del romance lorquiano, "bella de sangre
contraria". La navaja del sofisma, la navaja del insulto.
Sacan el arma de destrucción masiva, los llaman
"asesinos" y se les queda el cuerpo descansadísimo,
porque saben que no fallan. Sacan el arma de destrucción
masiva, llaman "corruptos" a todos quienes no sean
ellos, y se quedan tan tranquilos. Sabedores, además, de que
sus adversarios, como son unos caballeros, no usarán jamás el
navajeo como arma política. Cuando la oposición empieza con el
navajeo, el gobierno recurren al arte caballeresco de la esgrima
y empuñan el florete. No, mire usted, a un chorizo que le
asalta navaja en mano no le puede usted decir que respete el
código caballeresco de la esgrima que enseñaba el Maestro
Afrodisio y defenderse con el florete. Le pegará el navajazo y
usted se quedará con el florete en la mano y con la puñalada.
Hace meses que contemplamos un
duelo donde la oposición usa el navajeo infame y el gobierno,
el caballeroso florete. Así les va. Parece que, por fin,
alguien ha prestado una navaja a Aznar. La otra tarde, en el
Congreso, se oyó el muelle de esa navaja cuando la abría.
¡Toma Albacete, y a tomar por saco el florete! El maestro de
esgrima está muy bien para las novelas de Pérez Reverte pero
no para enfrentarse al navajeo como arma de destrucción masiva
de una verdad tan incontestable como que fue el PP el que ganó
las elecciones en la autonomía de Madrid y que nunca terminó
la corrupción que empezó con González.
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