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Desmintiendo
la famosa frase del torero filósofo, a veces puede ser lo que
parecía que no podía serlo, y además se demuestra que es
posible. Por ejemplo, la paulatina desarticulación de la ETA
con la conjunta acción policial, judicial, política y
diplomática. A la ETA le hemos quitado la escalera de Batasuna,
de su financiación, del paraíso francés, de la legitimación
internacional y se tienen que agarrar a la brocha de sus
amiguitos del PNV. Con esa brocha pintan angelitos negros y
nubarrones más negros todavía del Plan Ibarreche, y todo en
ese plan. Al feliz paso que vamos, no cabrá la coartada medio
oriental de querer cambiar "paz por territorio", que
la ETA deje de matar a cambio de que los separatistas vuelvan a
levantar el cinturón de hierro de Bilbao.
En Francia han trincado en
buena hora a los cabecillas de la ETA. Gol. Pero en nuestra
propia meta. Porque en todas partes han sido presentados como
"la cúpula militar" de la ETA. No, mire usted: de
"militares", nada. La palabra "militar",
perteneciente o relativo a los Ejércitos regulares de las
naciones soberanas, es demasiado digna y noble como para
aplicarla a unos asesinos. Llamarlos "militares" es
dejarnos vencer por su germanía, por su jerga de delincuentes.
Hablar el lenguaje de los verdugos nos convierte doblemente en
víctimas, y esta vez todos hemos caído en la palabra-trampa.
No ha sido la CNN o la Reuter las que han llamado "cúpula
militar" a los facinerosos. El propio ministro Aceves usó
la palabra-trampa al dar cuenta de su detención, en la rueda de
prensa de Marraquech. Y los telediarios, acto seguido,
comenzaron a rendir verbales honores "militares" a los
criminales.
No, mire usted, militar es otra
cosa. Militar es creer en ese sueño común al que llamamos
España y servirlo como Patria a lo largo de una vida, con
sueldo corto y sin convenio colectivo. Militares, por ejemplo,
eran los siete servidores del Centro Nacional de Inteligencia
asesinados en Irak y, mire usted qué casualidad, no dijimos que
fuesen dignísimos militares, sino agentes: los enterramos por
lo civil y Trillo guardó para mejor ocasión la Cruz del
Mérito Militar. Aquellos siete caballeros, y los que se juegan
la vida defendiendo la paz en los chirlos mirlos, y los que
vuelan en las gloriosas y poco dotadas alas de España, y los
que llevan nuestra bandera por la mar en los desvencijados
buques de la Armada, ésos sí que son militares, y no estos
asesinos.
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