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Dale
con "las fiestas", Manuel... Los letreros de
bombillitas lo pregonan por las calles de Andalucía, de acera a
acera: "Felices fiestas". El correo te trae las
tarjetas que te lo desean. Hala, todo el mundo con el
"felices fiestas" en la boca. En otra parte, pudiera
ser que aceptáramos sin rechistar lo de "las
fiestas", pero, ¿en Andalucía? Estas son las cosas que
deberían hacer que les hirviera el agua del radiador a quienes
quieren cambiar el Estatuto. Lo deberían cambiar hacia lo
hondo, hacia lo nuestro. Pero en vez de un Estatuto Jondo, como
el cante o la filosofía popular campesina andaluza, quieren
hacer un nuevo Estatuto de fusión, un Estatuto Niña Pastori,
un Estatuto José Mercé, no un Estatuto Manuel Torre, un
Estatuto Góngora, un Estatuto Bécquer.
Cuando me desean "felices
fiestas" me dan ganas de preguntas:
-- ¿A qué fiestas se refiere
usted, mi querido amigo? ¿Las fiestas sevillanas de la
primavera, las fiestas gaditanas del Carnaval, las Fiestas
Colombinas, o ahora, dentro de unos días, las fiestas de
verdiales en Málaga?
¿Será por fiestas? Todo
ayuntamiento tiene una Delegación de Fiestas, y en sus
programas de actuación de lo que menos se ocupan es de las
Pascuas de Navidad y Reyes, que es como se han llamado en
andaluz toda la vida de Dios. ¿De qué nos sirve que nos den un
nuevo Estatuto, si Andalucía ha perdido su seña de identidad
de llamar Pascuas a lo que por ahí dicen Fiestas? Me da el
pálpito de que las celebraciones de las Pascuas de Navidad van
a menos. Mi Observatorio Sociológico de la Actualidad me dice
que cada vez se compra menos lotería de Navidad, se mandan
menos tarjetas de felicitación. Hasta hay menos espantos con
mantel llamados comidas de empresas. Nombramos a las tarjetas de
felicitación con palabra inglesa, que ni sabemos escribir.
Regalaría una caja de polvorones de Estepa a quien me dijera
cómo se escribe correctamente, si Christmas, si Crishtmas. Más
o menos. Vamos, crisma, como el que consagra el obispo el Jueves
Santo. En estos crismas, cada vez menos asuntos relacionados con
el Nacimiento y más con esta como Pascua Civil.
Recibo la felicitación del
presidente de la Junta que, como estila Juan Luis Montoya, le
correspondo desde aquí: "Felices Pascuas, don
Manuel". ¿Saben qué Niño Jesús montañesino o
Adoración de los Reyes de la catedral de Jaén viene en la
tarjeta de Chaves? Pues ninguno: un aguafuerte de Mercedes de la
Gala que representa la fachada norte de San Telmo, la de las
estatuas de sevillanos ilustres de Susillo. ¿Y qué pone Chaves
en su tarjetón? Lo de siempre: "Con mis mejores deseos de
paz y felicidad en estas fiestas". Fiestas... Al sentido
cristiano de la Navidad, que le vayan dando. Con el de Chaves me
llega el crisma de la alcaldesa de mi adoptante Cádiz, Teófila
Martínez. Hombre, me digo, menos mal que en este viene un
motivo religioso. La bellísima imagen de la Virgen del Buen
Camino, que en el siglo XV regalaron a Cádiz unos navegantes
venecianos que se libraron de la peste, talla de alabastro que
recibía culto en la capilla del castillo de San Sebastián, a
la que la ciudad iba en procesión cívica anual y que ahora
está depositada en el despacho de la alcaldía esperando la
restauración de Santa Catalina. Y viendo esa delicada Virgen de
la muchísima Venecia que Cádiz tiene dentro (como José
Joaquín León recordaba hermosamente con la lluvia), me dije:
"Hombre, menos mal que Teófila sí felicita con algo
religioso..." Tararí. Abro la exquisita tarjeta y me
encuentro como lo del bolero, dos palabras solamente:
"Felices fiestas". Nada, que no hay forma. A este
paso, lo de Felices Pascuas sólo nos lo va a desear el cardenal
de Sevilla. El Domingo de Resurrección, claro.
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