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                la atrasada España rural de entreguerras, de caminos pedregosos 
                y poblachones sin luz ni agua corriente, Rafael el Gallo hacía 
                una definición perfecta de la modernidad urbana: "Sólo se puede 
                torear donde hay tranvías". El tranvía representaba para Rafael 
                Gómez la civilización, el cuarto de baño, el ascensor y el agua 
                caliente, aparte de los públicos, si no entendidos, sí al menos 
                educados que no le pegaban con la garrota de los cuadros de 
                Solana a los toreros que no se arrimasen a la distancia que les 
                pedía su vinazo de feria, charanga, cabras, curas, moscas y 
                tricornios de la Guardia Civil.
                Siguiendo las divinas enseñanzas del Divino Calvo me atrevo a 
                decir que sólo se puede torear el toro de la vida, vamos, vivir, 
                donde hay Cortinglés. No hemos considerado suficientemente las 
                dos Andalucía que existen, que no son la oriental y la 
                occidental, ni la privada ni la pública, ni la subvencionada y 
                la emprendedora, ni la litoral y la ribereña, ni la del Rocío y 
                la de la Virgen de la Cabeza. Las verdaderas dos Andalucías son 
                la que va al Cortinglés andando y la que para ir al Cortinglés 
                tiene que coger el tren regional o el Comes, la Alsina o Los 
                Amarillos. Un Cortinglés lo simboliza todo. Donde hay Cortinglés 
                hay transportes públicos, vamos, los tranvías del Gallo; hay 
                Universidad, hay hospitales en condiciones, hay multicines, hay 
                teatros, hay salas de exposiciones, museos, restaurantes 
                italianos y chinos. Calidad de vida que le llaman. Modernidad, 
                que pregonan.
                No sé cómo Chaves anda empeñado en predicar la 
                Segunda Modernización, cuando la verdadera modernización de 
                Andalucía no la están haciendo los poderes públicos, sino la 
                iniciativa privada. Las grandes cadenas comerciales. Antes, los 
                grandes pueblos se caracterizaban porque te acercabas a ellos y 
                veías en el horizonte la torre parroquial. Ahora, porque cuando 
                te acercas, ves el letrero del Carrefour. Las calles principales 
                de las ciudades se caracterizaban por los ventanales, cierros y 
                portadas con atlantes de las grandes casas señoriales. Ahora 
                sabes que estás en la calle principal de la población cuando ves 
                los blancos escaparates de Zara. Zara está haciendo por la 
                modernización de Andalucía bastante más que Chaves. Zara, de 
                momento, está vistiendo a las andaluzas según la moda de la 
                segunda modernización, y por cuatro perras gordas. Mucho hablar 
                de la moda andaluza, pero la verdadera moda andaluza es Zara, y 
                no "Los Victorio y Pepino y te atrinco el Luquino", como se 
                llama una chirigota de El Puerto que va al Carnaval de Cádiz.
                Sin que Chaves haya movido un dedo, abre Ikea 
                en Andalucía, con lo cual entramos ya por la puerta grande de la 
                modernidad nórdica. Ikea es a los muebles como Zara a la ropa. 
                Con Ikea, pasaremos de los tresillos estilo sevillano del patio 
                de los Quintero o de la caseta de feria a las sillas de diseño. 
                De la silla plegable de Quidiello en la carrera oficial de las 
                cofradías a los sofás-cama Bedinge y a los armarios Kampe.
                
                Y en la Punta del Diamante de Sevilla, donde 
                Santiago Montoto, el patriarca de las letras hispalenses, se 
                sentaba a escribir y a hacer tertulia todas las mañanas, en la 
                ciudad del Catunambú y del Saimaza, del tostadero de Moca 
                (acrónimo de Moisés Cobo Abascal, el padre de las Cobo), la 
                imagen del viejo café nos la ponen al día con la apertura de un 
                Starbucks Coffee, que es el solo y el cortado según la moda de 
                la modernización de las franquicias. 
                Como que ahora que están haciendo las listas 
                electorales, yo ponía en ellas a los señores Ikea, Starbucks, 
                Vips, Benetton, Milano, Burger King, Armani, Mango, Hipercor, 
                Sfera, Carrefour y MacDonald. Y por la cuota femenina, a 
                Zara.¡Eso sí que iba a ser modernidad y progreso!