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Todos
estamos repitiendo la palabra una y otra vez, sin pensar
siquiera en su perversión, y nos quedamos tan tranquilos:
"tregua". Lo más aberrante de esta tregua selectiva, donde los
asesinos apuntan para otro lado, para el lugar que les indica
Carod, es el propio, repugnante uso de la palabra "tregua", a la
que nadie ha puesto la menor objeción y todo el mundo ha dado
por válida. No, mire usted, una tregua es otra cosa. Las treguas
se hacen y se pactan entre las naciones soberanas en guerra. En
el DRAE viene bien clarita su definición: "Suspensión de armas,
cesación de hostilidades, por determinado tiempo, entre los
enemigos que tienen rota o pendiente la guerra." Pero aquí no
hay enemigos, ni hay guerra que haya quedado rota o pendiente.
Las que han quedado rotas han sido las vidas de mil víctimas del
terrorismo. No se le puede llamar guerra
al crimen organizado, ni tregua a la trampa de la cesación de
los disparos y de los estallidos de los coches bombas en una
parte de estos Reinos. Aquí no hay más que una cuadrilla de
asesinos contra la legalidad constitucional, desde la que caemos
continuamente en la trampa de utilizar su lenguaje. Esa lucha
contra el terrorismo sí que la perdemos todos los días, cuando
usamos sus términos de "comando" por cuadrilla de pistoleros, de
"lucha armada" por asesinatos, de "liberado" por criminal fijo
de plantilla a sueldo o de "legal" por no fichado por la
Policía.
Si toda la cuestión causa náuseas, más el
lenguaje del comunicado. Comunicado leído en español. Muchos
hablar de España como Estado opresor, pero los presuntamente
oprimidos (que son por otra parte los que oprimen el gatillo de
las pistolas) hablan en la lengua de las que llaman "fuerzas de
ocupación" para que los puedan entender. Ahí les duele. Carod y
Josu Ternera, para entenderse en la almoneda de la dignidad,
tuvieron que recurrir a la lengua del Estado opresor español.
Vascongadas y Cataluña serán "las cuñas que están haciendo
crujir el caduco entramado del marco institucional y político
impuesto", pero de momento tienen que recurrir a la lengua de la
Constitución para hacer los pactos del diablo.
Comunicado leído por los dos gachós
perfectamente castellanoparlantes con capucha, Y los dos, sobre
la capucha, la boina. Si no fuera trágico, es lo más ridículo
que he visto, el encapuchado emboinado. La escena no es nueva.
La tecnología de la muerte y de la sangre ha inventado esta
capucha-chapela o boina encapuchada que es lo más siniestramente
esperpéntico que se pueda contemplar.
Sobre Carod, en El
Redcuadro:
-
Con Carod no debe
haber más tregua
-
El calcetín, Carod y Ben Laden
-
Carod, en andaluz
-
En español
Dos tazas de Carod
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