o
se lo digan a nadie, no me vayan a acusar de antidemocrático, de
que no respeto el resultado de las urnas e incluso de la muerte
de Paquirri en Pozoblanco, pero en los tejados del Palacio de
San Telmo, gloria de la autonomía andaluza, ornamento del
progreso, honor de la modernidad y prez del avance imparable,
hay jaramagos. Salvajes, bravíos, transgresores, desafiantes
jaramagos. No es que yo tenga nada contra los jaramagos. Les
tengo un respeto enorme a los jaramagos, flor silvestre y
anárquica, Fermín Salvoechea de la flora andaluza, que por otra
parte tienen el prestigio literario que le dio Rodrigo Caro en
su canción a las ruinas de Itálica, campos de una Soledad que no
era ni de San Lorenzo ni de San Buenaventura, ni Bravo ni
Becerril.
Si no me creen, vayan a los Jardines de
Cristina y sitúense ante la fachada principal de San Telmo. Y
miren arriba en los tejados, a la izquierda, cabe el torreón de
la esquina de la calle Palos de la Frontera. Allí verán cómo
crece el jaramago sobre el símbolo de la modernidad y el
progreso. Arrancar esos jaramagos cuesta media pringada, cuatro
jornales. Pero no hay voluntad de arrancarlos porque se trata
del mantenimiento del edificio. Mal negocio político es mantener
el patrimonio artístico. El buen negocio es restaurarlo, porque
se puede hacer uno una foto inaugurándolo. ¿Pero cómo se va a
hacer nadie una foto mientras arrancan los jaramagos de los
tejados de San Telmo o mientras pintan la fachada? Que ésta es
otra. Chaves tendrá toda la mayoría absoluta que quiera, pero la
fachada principal de San Telmo está para un blanqueo. Hasta a
los balcones se les ha ido la pintura y se ve el minio y los
hierros pelados. Vázquez Consuegra restauró aquello y puso los
salones románticos con toberas de aire acondicionado como un
homenaje al Submarino Peral. Se gastaron millones y millones.
Luego, como suele ocurrir, no se consignó en los presupuestos ni
una peseta para el mantenimiento. Y vino el jaramago.
Deben arrancar los jaramagos de San Telmo
cuanto antes por lo que simbolizan. Las mayorías de Chaves son
tan repetitivas que hasta están criando jaramagos. El caso es
que, hoy por hoy, el PP no está en condiciones de arrancar los
jaramagos de San Telmo, por cómo planta usted las flores: muy
mal, jardinero Arenas. Los jaramagos son una contradicción de
Chaves. Pero con los votos que tiene, Chaves puede permitirse el
lujo de las contradicciones. Tras el fracaso del PP ha dicho:
"El 14-M no se votó con miedo, sino que la gente votó por el
cambio". Será en Madrid. En Andalucía se votó para que no cambie
nada. Para que en San Telmo Chaves siga criando jaramagos.
La vuelta de Griñán
No es que yo quiera que José Antonio Griñán me
nombre su jefe de prensa ni que me apunte en lista de espera
para las medallas de la tómbola del 28-F, pero vuelve Griñán, y
eso es garantía de calidad. "Griñán, garantía de calidad", miren
qué buen lema me ha salido. Garantía de calidad en la gestión
administrativa, como la gran labor que hizo al frente del SAS.
Garantía de calidad en "la transparencia, Dios, la
transparencia", que es el verso de Juan Ramón Jiménez que más ha
sido citado en política en las últimas terribles semanas. Y
garantía de calidad humana, que no es menos importante. Griñán
puede ser a Andalucía lo que Bono a Castilla-La Mancha, una
persona del PSOE con todos sus avíos que se gane las simpatías
de todo el espectro político. Si aquí abajo, como parece, hay
PSOE todavía para tres o cuatro (mil) legislaturas más, Griñán
podría ser un perfecto futuro presidente de la Junta. Mientras
otros están para vuelta y vuelta, poco hechos, Griñán está de
vuelta a Andalucía y de vuelta de muchas cosas.
La vuelta de Arenas
No, si esto parece uno de esos mariachis que
de pronto aparecen en una caseta de la Feria de Sevilla, dale
que te pego al guitarrón, y nadie sabe quién los ha traído,
aunque al final resulta siempre que ha sido Fermín Bohórquez,
que se los ha encontrado en otra caseta. Esto parece uno de esos
mariachis, porque todos cantan: "Y volver, volver, volver...."
Javier Arenas es otro que vuelve allá donde nunca debía haber
salido, que es aquí. Lo de Arenas es para la Historia de la
Tauromaquia: es la primera vuelta al ruedo que se conoce en
Andalucía sin haber hecho faena. Incluso hay quien dice que la
vuelta al ruedo es una faena que le hacen a Arenas. Tarde y mal,
como siempre, Rajoy se convencido de que si no gana en Andalucía
o por lo menos no queda como la Chata, no podrá ser nunca
presidente del Gobierno. Y para eso manda a Arenas. Ya que
citamos musiquitas, ojalá sea con "La escoba" de Los Brincos. Uf,
qué antigüedad. No, qué antigüedad esos comités provinciales y
locales del PP, a los que Arenas tiene que meterles bien la
escoba. En muchos pueblos, el PP ha tenido la rara habilidad de
poner al frente del partido a los más rechazados de la
localidad. Qué puntería...
Júbilo en la hostelería
Por la vuelta de Arenas hay júbilo en la
hostelería. Esperan que ahora Arenas cene o almuerce finalmente
con esos cientos y miles de personas a quienes durante los
últimos ocho años les he dicho, con el pie puesto en el Ave:
"Oye, la semana que viene te llamo y quedamos para que comer".
Como Arenas coma ahora con todos aquellos con los que ha quedado
para comer y nunca comió, hace ricos a todos los restaurantes de
Andalucía. Y como lo voten la próxima vez todos aquellos que
están esperando todavía que Arenas los llame para concretar esa
comida que tienen pendiente, mayoría absoluta. ¿No, Carlos
Herrera?
Besamanos empresarial
Dicen en Madrid que todos los grandes
empresarios y presidentes de las grandes compañías han ido en
besamanos a Rodríguez. Le han rendido pleitesía el presidente de
Telefónica, el de Repsol, el del BBVA. Todos. Los empresarios de
Madrid no tienen ningún mérito. Han felicitado al nuevo poder a
los dos o tres días del triunfo electoral. Los de aquí de
Andalucía les ganan por la mano. Aquí sí que hacen bien los
besamanos. Y hasta los besahuevos. No acababa Chaves de levantar
su copa brindando en la noche electoral cuando llegaron los
empresarios andaluces, en tropel, a felicitarlo y a felicitarse
ellos mismos porque han ganado los nuestros. Los empresarios de
Madrid no conocen la máxima que la CEA aplica hace muchos
lustros a sus relaciones con Chaves y con el PSOE: "Vamos a
llevarnos bien...lo que haya que llevarse".
Váyase a Doñana
Mientras Rodríguez y Rajoy se iban a Canarias
a pasar el puente de San José, a desconectar de los problemas y
a conectar el cargador de pilas, Aznar se vino al Coto de Doñana.
Por un camino del Coto, como en una letra de sevillana, en
aquellas arenas se encontró con unos rocieros de Sanlúcar de
Barrameda que iban hacia la ermita. Y cuando Aznar creía que
iban a empezar a llamarle lo que suelen, lo de "¡asesino!",
resulta que los rocieros sanluqueños se pusieron a compás:
"¡Presidente, presidente!" Nos queda la duda del permiso. Si
Aznar para ir al Consejo Europeo, pidió permiso a Rodríguez, ¿se
vino al Coto sin permiso del verdadero Gobierno en Funciones, el
PSOE? No creemos que se atreviera a tanto. Es que estamos oyendo
la alta conversación de Estado. Ese Aznar que llama a Rodríguez
y le dice: "Oye, José Luis, que si no te importa tenía pensado
irme de fin de semana a Doñana, vamos, si no tienes
inconveniente..." Y el otro: "Nada, nada, José María, tienes mi
permiso, vete, que te lo tienes muy ganado, váyase a Doñana,
señor Aznar..."
El cambio en Canal Sur
Ea, pues ya llega el cambio prometido a Canal
Sur Televisión. De momento les dan trece programas a Los
Morancos. ¿A quién le ha dado Chaves el consejo de "tú arrímate
bien a mí"? ¿A María del Mar Moreno o a Los Morancos?
Astilleros no se cierra
Qué maravilla. De pronto ha llegado la paz
social a Andalucía. Los estudiantes no tienen ningún problema.
Los enseñantes, menos todavía. Los ayuntamientos han dejado de
reclamar cosas al Gobierno de Madrid. No hay problema alguno en
las ciudades ni en los pueblos. Madrid ya no tiene la culpa de
nada. De golpe, todo se ha solucionado. Lo que más me maravilla
es lo de Astilleros. En dos días han debido de llegar encargos
para hacer por lo menos siete mil barcos, u ocho mil. Porque con
el problemazo tan gordo que había en los Astilleros, de la noche
a la mañana aquello es una balsa de aceite.