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parecía mucho más fácil que a mí me hicieran deán de la Catedral
de mi apellido o director de la Orquesta Sinfónica Nacional, por
aquello de Burgos sin Frübeck, a que Rodríguez llegara a
presidente, prometió el entonces candidato socialista, en su
programa de regeneración democrática, una renovación a fondo de
TVE. Espero que la lleve a cabo, y cuanto antes, con o sin
asesoramiento de ese comité de notables en el que siempre
echaremos en falta la cordura y el sano juicio de don Fernando
Lázaro Carreter.En los terribles días
de nuestras sangrientas Idus de Marzo, entre tanta desgracia,
hubo algo positivo. Sin haberse puesto de acuerdo, sin que
mediara pacto ético alguno como ocurrió en Estados Unidos tras
el 11-S, todas las televisiones alteraron sus parrillas de
programación, que dedicaron por entero a la conmoción nacional.
(Con una excepción sangrante: el Canal Internacional de TVE, que
siguió con su habitual programación turístico-folklórica y con
los coros y danzas de sus interminables concursos.) España
entera, con el luto, estuvo cinco días, cinco, sin tener
programas del corazón en las televisiones, sin que las pantallas
arrojasen basura alguna, sin que el millonario Sardá hiciera su
diaria oposición a su plaza de progre Visa Oro. No sólo no pasó
nada, sino que la moral colectiva salió robustecida. Si a España
le salieron de dentro del alma sus mejores sentimientos de
solidaridad y de entrega a los demás, quizá fuese porque dejó de
recibir como modelo la inmoralidad y el dinero como medida de
todas las cosas, el escándalo como única guía o la abyección
ética como principio.
Tengo la fundada esperanza de que el
presidente Rodríguez cumpla lo prometido en materia de
regeneración televisiva, y diga inmediatamente: "Basta ya, ni un
euro más de dinero de los presupuestos para emitir basura y para
aumentar la fama de los impresentables por TVE". Todo es
ponerse. Que las privadas hagan de su capa un sayo. Pero que TVE
dé ejemplo, barriendo toda esa bazofia, y que ese camino sea
seguido por las televisiones públicas regionales, gobierne el
partido que gobierne esas autonomías. Tan difícil no debe de
ser. Más sencillo debe de ser dejar de sacar chuflas y chuflones
en TVE que traernos las tropas de Irak. Verán cómo se demuestra
que no pasa nada, absolutamente nada, porque no veamos por TVE a
Humberto Janeiro, a Belén Esteban o a Dinio. Que incluso la
sociedad española sale moralmente robustecida y afloran en ella
los más nobles sentimientos.
Y cuando la rosa del escudo del partido del
presidente Rodríguez haya acabado con la basura disfrazada de
rosa en TVE, ya que está tan preocupado por un replanteamiento
de la presencia exterior de España, que le metan mano, y cuanto
antes, al Canal Internacional de la TV pública. Que el Canal
Internacional de TVE deje de ser un No-Do impresentable y
sonrojante de concursos, documentales turísticos, cine
hispanoamericano de quinta, Morenos y Morancos, y que se intente
al menos que sea a España lo que la BBC World al Reino Unido.