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Nos
hizo ver Antonio Machado lo bien que ponía los nombres aquel que
bautizó como Sierra Morena a la Bética. Lo siento, señores del
centenario Sevilla Club de Fútbol, pero ese borde serrano que
forma la frontera natural del septentrión andaluz es la
Cordillera Bética. Ya sé que a ustedes le gustaría más que se
llamara la Cordillera Sevillista. Hasta es posible que Alfonso
Seoane, como extraordinario comisario del centenario del
palanganario, haga gestiones para que tal sea. Pero la geografía
es la geografía y en punto a las sierras andaluzas es
completamente verderona: verde de castaños, verde de encinas,
verde de olivos, verde de acebuches, verde de helechos bravíos
en las umbrías. Los únicos sevillistas en la sierra son los
álamos blancos o la cal de los abandonados caseríos.
Hubo un nuevo Machado, ramplón y burocrático, que
a la Sierra Morena de la provincia de Sevilla le puso un mote.
La sacó de pila como Sierra Norte. Que es la mejor forma de
desnortar la belleza de llamarla por su verdadero nombre de
Sierra de Cazalla. En la perenne lucha dual entre los pueblos
andaluces, Cazalla y Constantina tienen un viejo pleito. Cada
cual se siente capital de la sierra. Cazalla es la capital
administrativa, histórica, la cabeza del partido judicial.
Constantina es la capital económica, pujante, industrial. En
Cazalla hubo siempre casas blasonadas. En Constantina hubo
dinero, señoritos que, a falta de casas blasonadas, encargaron a
Aníbal González y a los arquitectos de la Exposición que les
labraran las suyas al modo de las que se hacían en la Sevilla
del 29. Constantina se parece a Sevilla. Hay calles que son como
un trasunto señorial de la antigua calle San Vicente. Cazalla se
parece a Cazalla, cartuja, convento, ermita, ribera.
Y para que Cazalla y Constantina no se peleen,
a los espacios naturales... (Inciso: los espacios naturales son
el toreo fundamental de la belleza de la naturaleza. Dios, en
ellos, toreó por naturales al crear estos espacios. Se echó la
muleta a la izquierda y le salió la Sierra de Cazalla, mientras
que en la feísima extensión de la vega de aspersores y naves
industriales se alivió por derechazos con el pico de la muleta.)
Sigo tras el inciso: a los espacios bellísimos de la sierra de
Cazalla los sacaron de pila como Parque Natural de la Sierra
Norte. En ese parque no se puede tocar una encina, ni cambiar
las tejas de una antigua cabaña de pastor. Lo han llenado de
recorridos didácticos, de unidades lúdicas, de espacios
multidisplinares y de todas esas tonterías con las que la
Consejería de Medio Ambiente tira nuestro dinero. Y allí, en esa
sierra alambrada y burocratizada por los que viven del
ecologismo, se han perdido 55 escolares por la Ribera del
Huéznar. Vamos, como los cien mil gallegos que iban por la
carretera llorando porque se habían perdido o como si la Sierra
del Viento o la Cuesta del Gallo fueran los Alpes. Como hemos
hecho una sierra burocratizada los escolares, claro, se pierden.
Ningún chaval de Las Navas de la Concepción o de San Nicolás del
Puerto se perdió nunca por la sierra. Porque, claro, era la
Sierra de Cazalla, no este territorio intervenido por la Junta,
que la tiene como el latifundio donde mandan los nuevos
señoritos andaluces, que no están en el Labradores, sino en San
Telmo. Los escolares antes salían al campo a coger pájaros con
liria y a bañarse en los arroyos. No necesitaban monitores, ni
instructores del segmento lúdico ni leches. Todo está ahora tan
burocratizado allí arriba, que dejas a 55 chavales en la sierra
y se pierden. Se pierden en la Sierra Norte. Si aquello hubiera
seguido siendo la libre y bellísima Sierra de Cazalla de
atardeceres azulencos, no se hubieran perdido. O a lo mejor no
se han perdido los escolares, sino que todos hemos perdido la
libre belleza antigua de la sierra.
Sobre la Sierra, en El
RedCuadro:
La sierra caliente
Otoño en la sierra
Serranilla de la jara
Memoria del fuego
Cazalla y el "no pacharán"
Hemeroteca de
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