Antonio Burgos / Antología de Recuadros

Diario 16,  27 de mayo de 1993

Antonio Burgos

Elogio de los bajitos

 

Sin consultar a Julio Malo de Molina ni a Julio Bueno de Harina y Mohína, ya sé de dónde ha salido ese millón de votos que, tras el debate, dicen que se han transferido directamente a la cuenta de resultados electorales del Partido Popular, sin necesidad de que los lleve Fali Delgado en la bolsa de trincar la tela marinera del telón que se usa para trasvasar el dinero negro en las arcas que lavan más blanco y que aclaran y centrifugan que da gloria. Ese millón de votos no ha tenido más remedio que salir de los señores bajitos. Un millón de señores bajitos votando pueden inclinar la balanza hacia donde le dé la gana. Y España, mientras no se demuestre lo contrario, es una unidad de señores bajitos en lo universal. Lo digo con pleno conocimiento de causa, porque tengo entre mis títulos y honores, como el mayor timbre de gloria, el de señor bajito. Hasta estoy por hacerme unas tarjetas de visita que pongan bajo mi nombre: "Señor bajito, y a mucha honra ". ¿No alardean otros de consejos de administración? ¿ Por qué no hemos de ronear los bajitos de administrarnos divinamente nuestra estatura, sin ningún tipo de complejo?

El debate fue una ofensa gravísima e irreparable a los bajitos. González sabe que los bajitos somos mayoría, por eso ni se atrevió a mentar la soga en casa del ahorcado. Pero lo dejó tan claro, que fue peor todavía, aquel cinismo suyo de la sonrisita de conejo, cuando estaba aculado en tablas, amorcillado, pegando cornadas por el derecho y por el izquierdo, calamocheando, tratando de desarmar a Aznar:

--- Venga, atrévase a decir por qué no ha querido que hagamos el debate en pie, venga, atrévase...

Joé, ni que Felipe fuera jugador de la NBA, qué manera de presumir de cabo gastador...

--- Y tan gastador, ya ve usted el dinero público que ha despilfarrado...

Joé, ni que Aznar se hubiera pasado la vida en la cuadrilla de los enanitos de Llapisera, a las órdenes directas de la CEOE del Bombero Torero... Ni el uno es tan alto ni el otro es tan retaco o tapón de alberca, como para que gratuitamente nos insulten a todos los señores bajitos de España de esta forma. Además, si hay aquí algún enano no es otro que el de Tudela, el cogollo de Tudela cuyas avinagradas hojas de déficit no es capaz de aliñar ese González que quisiera ser tan alto como la luná, ay, ay, para pactar con Roca de Cataluñá, ay, ay, de Cataluñá.

La chulería excesiva de uno que presume de alto sin causa justificada (adiós, Robert Redford...) ha hecho que a estas horas todos los bajitos estemos como una piña en torno a Aznar. González es un alto con aficiones de bajito, porque esa infinita capacidad de cabrearse que tiene no es propia de los altos, sino de los cortetes. Quien en el debate se fue progresivamente mosqueando no fue el señor bajito, sino el que alardea de altura. La ecuación del debate fue que ganó la base por la altura partida por dos. También en esto le fallaron los consejeros y asesores a González. Le echaron mal las cuentas. ¡Hombre, lo único que hubiera faltado es que González hubiera dicho entre sus avances que ahora los chavalotes que entran en quintas son más altos que los que tallaban para la mili y la pili en 1982...! Se ha equivocado también González de sitio al poner la era de la estatura en esta nación donde, hoy hoy hoy, somos mayoría los bajitos. Por mucho que González presuma de alto, España sigue siendo un país de señores bajitos, morenos, cejijuntos, una jartá de cabreados porque creen que han fornicado poco. No se nos va a quitar ese cabreo secular ni aunque González prometa que por decreto-ley el 7 de junio todos los bajitos pasaremos directamente a medir un metro ochenta.


 Volver a ANTOLOGIA DE RECUADROS

Volver a la página principalVolver a página principal