La enfermería,
puerta grande informativa

"José Tomás salió por la puerta grande en Madrid, Toledo
y Granada y ningún periódico lo dio en portada"

Por Sevilla se cuenta la historia de un aficionado a los toros que tenía peor vají que Ñañe, que ya es decir, y que andaba todo el día contándole sus peregrinas y gafadas hazañas a quien quisiera oírle:

-¿Tú te acuerdas cuando el toro le dio aquella corná tan gorda a Rafael Ortega en Pamplona? Pues yo estaba allí... ¿Y te acuerdas que el toro cogió también muy malamente a Jaime Ostos en Tarazona, no? Pues también yo estaba allí. Y mira, cuando a Antonio Ordóñez...

Hasta que uno lo paró y le preguntó:

-¿Pero tú nunca has visto cortar dos orejas?

Parece que ahora los periódicos, las radios y las emisoras de televisión tampoco han visto nunca cortar dos orejas ni salir a nadie por la puerta grande. Lo digo por José Tomás, que, a la fecha isidril en que escribo, salvo novedades con los toros capitalinos del cateto profesional de Galapagar, parece el triunfador de la feria que inventó don Livinio Stuick. José Tomás tiene un temple impresionante. Según las adulteraciones de la fiesta que están imponiendo Molés y el del mechón blanco, José Tomás es muy virtuoso. Porque estos dos señores, el del mechón blanco y el que dice las chorradas a las que el del mechón blanco asiente para trincar la tela, al temple le llaman templanza. Han convertido una virtud del toreo en una virtud cardinal. Menos mal que no alcanzaron los tiempos de Belmonte, porque estos dos cogen el parar, templar y mandar de Juan y me lo convierten en justicia, largueza, fortaleza y templanza. José Tomás, virtuoso de la templanza de la Tauromaquia Codificada de Polanco y del temple de la Tauromaquia en Abierto, sabe estar delante del toro con una tranquilidad pasmosa. Le funciona la cabeza delante del toro. Lo que tiene más importancia de la que puede pensarse. Delante de un toro, con el miedo, con la responsabilidad, se pierde hasta la cabeza. A un torero que toreaba con el sentimiento, como Pepe Luis Vázquez, le oí decir una noche: Se torea con la cabeza. Algo parecido decía Concha Piquer: Se canta con la cabeza. Con la cabeza torea Tomás, que puede llegar a ser figura si lo respetan los toros.

Porque los toros no lo han respetado, al menos los toros de Los Bayones. O los toros o el viento. Los enemigos del hombre son tres, mundo, demonio y carne, y el enemigo del hombre vestido de luces es uno: el viento. El viento, que da más cornás que el hambre, le dio un cornalón a José Tomás. Menos mal que se lo dio, pensaría el gafe paisano de tierra y de mal vají de Ñañe. Porque siendo los toros la fiesta nacional, hasta que los diestros no ocupan la sección de sucesos de las cornadas, sus éxitos no tienen la menor repercusión informativa. Al cabo de muchos años, una Televisión que se llama Española ha incluido, por fin, un breve noticiario taurino en su informativo de las nueve de la noche, cuando en Televisa de México son un apartado más habitual en la sección de Deportes. Para que se hable de un torero, le tiene que pegar una corná un toro. Cuanto más gorda, mejor, porque más se habla. José Tomás salió por la puerta grande en Madrid y salió luego por la puerta grande en Toledo y en Granada. Ningún periódico dio noticia alguna de su triunfo con honores de portada. Pero, hijo, le dio el toro de Los Bayones la cornada, y vino en las primeras páginas de todos los periódicos, y lo entrevistó Luis del Olmo en la clínica, y Olga Viza la de los maletines también lo llevó en directo desde el lecho del hule taurinísimo al telediario de las tres de la tarde de Antena 3. Gracias a que lo cogió el toro de Los Bayones muchos pudieron enterarse de que José Tomás había salido antes por la puerta grande. Con lo que llego a pensar que la puerta grande a efectos informativos no es la Puerta de Madrid, ni la Puerta del Príncipe, sino la puerta de la enfermería. Parece que todos los medios informativos son como El Sol, aquel diario que se la cogía con papel de las obras completas de la Generación del 98 para informar de toros, y que sólo hablaban de la fiesta cuando había una cogida, que daban en la sección de Sucesos, como un accidente laboral. Los toreros cogidos salían en el periódico de quien tenía un apellido tan taurino como Ortega, como albañiles caídos del andamio o mineros sepultados en la mina.

Días antes del percance sangriento de José Tomás, el otro José con mando en la fiesta de hoy en día, José Miguel Arroyo "Joselito", ha visto en sus carnes la misma historia informativa. No voy a descubrir a estas alturas de su carrera al muchacho que empezó en la Escuela de Tauromaquia de Madrid, cuando ya lo han descubierto hasta mis paisanos de Sevilla, que por fin lo han visto en figura, triunfando en la Maestranza. Pero cuando Joselito ha salido por la Puerta Grande de Madrid, no he visto ningún periódico de la Corte que trajera una fotografía suya en primera página, que era lo menos que se le podía dedicar, como se ponen los grandes triunfos del tenis, del fútbol, del ciclismo, del teatro, del cine. En cambio, la última cornada de Joselito en San Isidro, su pundonor de seguir toreando con la pierna ensangrentada, sí que ha merecido los honores de la primera página. Todo esto es tan absurdo como si cuando Ronaldo, Alfonso o Iván de la Peña marcan un gol decisivo, esos match-ball que hay en el fútbol, los periódicos no dieran su foto en primera y la publicaran únicamente si la entrada antirreglamentaria de un contrario les rompiera por lo menos una pierna. O si son las dos, mejor, más grande la foto. *


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