"Está usted comiéndose un pollo con tomate y sale
por la televisión la señorita de las compresas:
"Desde que la uso fina y segura, no traspasa y me siento limpia"


Soy objetor de anuncios de compresas

Ya hay objetores de todo e insumisos de casi todo... -Menos pá doblarla y tener vergüenza, maestro, hay gente pá tó...- me dice aquí el paisano que tengo de guardia para irme soplando cosas mientras escribo, en plan Séneca de Pemán.

Hay, por ejemplo, objetores e insumisos de publicidad. No sólo a título personal, sino a título colectivo y hasta institucional y nacional. Estados Unidos mismo, sin ir más lejos (porque podíamos ir al Japón, que está más lejos todavía), es un país objetor de publicidad del tabaco. Y como todos los países occidentales siguen la moda y el paso que marcan los Estados Unidos, estamos en un mundo donde los jefes de publicidad de las casas productoras de tabaco se van a quedar lo que se dice sin tabaco, en la puta calle. De nada vale que los Estados Unidos sean lo que son, que siempre hay un progre, en nombre de la modernidad, que se siente muy de izquierdas al prohibir en su ámbito de decisiones la publicidad del tabaco. Y quien dice el tabaco, dice el alcohol. ¿Qué tiene la gente contra Kilmarnoch o contra Jerez? Cada vez son más los insumisos de publicidad del alcohol, y los que tienen que hacer los "spots" para la televisión, pongo por caso, se las ven y se las desean para anunciar lo que quieren anunciar y no les dejan anunciar, porque tiene más de no sé cuántos grados. De modo que estás ante el televisor y te trae la parabólica el anuncio de una ovejitas muy bucólicas, simbólicas, antialcohólicas, en un verde prado donde según la alboreá gitana tendí mi pañuelo. Y sale una voz en off de lo más enigmático, que, por ejemplo, te dice "lo que hay que tener", o "la casta"... Y preguntas:

-¿Pero qué es esto, Dios mío de mi alma?

Y te dicen:

-Pero si está clarísimo, ¿no ves que es el anuncio de un brandy de Jerez? Como no les dejan anunciar bebidas alcohólicas, tienen que recurrir a las ovejitas luceras que de campanillas se han hecho un collar, pero está clarísimo... ¿Tú no ves que es el anuncio del Brandy Campanilla?

Nada digo cuando los enemigos de la publicidad del brandy, un suponer, se unen con los adversarios de la fiesta nacional y encuentran al toro de Osborne. Lo dejan peor que al toro de Coria, ellos que son tan animalistas, tan bucólicos, tan ecológicos y tan antialcohólicos. Es lo que está de moda, apuntarse en contra de la publicidad de algo. No quiero dar ideas, porque todos vivimos de la publicidad de los coches que sostiene los papeles, pero me extraña que no haya objetores de anuncios de coches, por la sencilla razón de que hay quien se mata con un coche. Nada, hay que prohibir la publicidad de las playas, porque la gente se ahoga en el mar. Y hay que prohibir la publicidad de las líneas aéreas, porque de vez en cuando un avión pega el pellejazo. Y hay que prohibir la publicidad de los cruceros marítimos por el chébere que chébere de las islas del Caribe, acuérdense del Andrea Doria y del Titanic.

Como la moda es estar contra la publicidad de algo, aquí, solemnemente, me proclamo objetor de publicidad de compresas e insumiso de anuncios de tampones para la higiene íntima de la mujer. Aunque digan que soy un machista, machista-leninista, por supuesto, como Pedro Pacheco el alcalde de Jerez. ¿Han visto una guarrería mayor? Así que está usted en su casa, en la salita donde todos comemos y tenemos puesto el televisor mientras almorzamos. Y, está usted, por ejemplo, comiéndose un pollo con tomate. Y en ese preciso instante, sale por la televisión la señorita de las compresas:

-Desde que la uso fina y segura, no se mueve, no traspasa y me siento limpia, cómoda y libre...

¿Quién no siente arcadas y vomita el pollo con tomate que se estaba comiendo antes que la señorita guarra se metiera en la salita? Porque aquí mucho defender los derechos de la mujer, pero todas éstas que salen en los anuncios de compresas de verdad les digo que son unas guarras, que se lavan poquísimo. Si se fija usted, todas lo que quieren es "sentirse limpias", no estar limpiar. Parecerlo, no serlo. Darse ellas mismas la sensación, no sentirlo. Pues señoras mías: si quieren ustedes sentirse limpias, se lavan ustedes muy bien escamondadas, so guarras, que verán qué limpias se sienten, en vez de anunciarnos esas porquerías íntimas mientras comemos.

No acaba de salir el culo del niño que hasta te lo sientan en un cristal mientras estás comiendo, para que veas que el pobrecito mío está sequito de meados, uf, qué asco, cuando aparece la madre del puñetero niño anunciándonos lo que se pone en el-ya-me-entiendes en los días señaladitos de Santiago y Santa Ana: que si la compresa es cómoda, que si ocupa poco sitio, que si es delgada, que si es como una lapa que le aguanta a la tía en el sitio sin moverse las ocho horas que duerme... ¡ Métase usted la compresa en el ya-me-entiendes, señora, y déjenos usted de guarrerías a la hora de la comida!

Porque no contentos con que la señora nos explique lo que empapa aquello, encima nos ponen a toda pantalla la tal compresa, para echarle encima un liquido, siempre de color azul, menos mal, para que comprobemos que absorbe tela marinera del telón, como si a nosotros nos importara algo lo que absorben las compresas finas y seguras como sus puñeteras madres, morená, saladá... Igual que existen ya esos Colectivos Contra la Publicidad del Alcohol y esas Asociaciones Contra los Anuncios del Tabaco, yo voy a fundar una Peña de Enemigos de los Anuncios de Compresas Femeninas. Porque es que estás comiendo, y del asco del anuncio de compresas no te escapas ni con alas... *


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