Los bombones de la bombona de butano

"Como hay tanta competencia, buscarán a los chicos más
guapetones y cachas para repartir las bombonas"

Como España va bien, baja la luz y se liberaliza el butano, que ya no dependerá de los monopolios, sino que se podrá vender en miles de canales. Menos en Canal Nou y en Canal Sur, en casi todos los canales... Cuestión ésta de la liberalización de la bombona de butano que no ha sido estudiada en la honda repercusión social que tiene. No sólo por aquello de que la dictadura se correspondía a los monopolios y la democracia al libre mercado, sino porque las marías de toda España están revolucionadas con el asunto de la libertad de bombona para el butano. No sé si las mujeres del Consejo de Ministros, Aguirre, Tocino, Mariscal de Gante habrán caído en la cuenta de la importancia que tiene esto de la bombona para la española. Una amiga, con sonrisa picarona, como las que ponen Rosa Villacastín y Ana Rosa Quintana en el Extra Rosa cuando se habla de asuntos golositos, me lo decía la otra tarde:

--Antonio, tienes que escribir algo de que menos mal que se acuerdan de las mujeres con las medidas económicas...

--¿Te refieres al salario del ama de casa?

--No, a la bombona de butano...

--Ah, ya, que se puede vender en cualquier parte, que las vamos a poder comprar hasta en la gasolinera cuando vayamos hacia la parcelita, para que no nos falte en la barbacoa, qué horterada...

--Sí, está muy bien que liberalicen el butano, porque así también liberalizan al butanero...

Y al decirme esto último de la liberalización del butanero, a mi amiga Paloma, que es madrileña y reside en Sevilla, empezó ya a ponérsele la sonrisa completamente picarona, como si alguien empezara a contar un chiste verderón. La verdad es que no la entendí bien, pero como me vio la cara de despiste, me siguió explicando:

--Mira, ya sabes la fama que tienen los butaneros, los muchachos que suben el butano a las casas... Que como tienen que hacer tanto esfuerzo por esas escaleras arriba, pues las amas de casa, para que se recuperen, les hacen que se sienten un ratito en la cocina, y les dan una cervecita, y les preguntan si quieren una tapita, y les ponen la tapita y la cervecita, y les dan charlita, y luego, claro, como son todos tan jóvenes y tan guapos, y el marido está fuera en el trabajo, pues ya sabe lo que pasa con los butaneros, y la fama que tienen los butaneros...

Acabaramos. Paloma me hizo ver, en un momento, la gran importancia social de la medida del Gobierno. El tío del butano es el arquetipo del latin-lover de muchas barriadas, el descanso de la guerrera de la fregona, la lavadora y el fogón. En las mañanas de trajín hogareño, la llegada del tío del butano es a veces Gomorra por el precio de una bombona. Es voz común que muchos butaneros, por el grandísimo esfuerzo que hacen subiendo esas escaleras, cobran propinas en especie, y son la alegría de la huerta de muchos secanos... Paloma tiene su teoría de cómo la liberalización del mercado afectará al butanero, de ahí su picarona sonrisa cuando me lo explicaba, en plan prospectiva de futuros:

--Las que van a salir ganando son las marías de las barriadas que dicen que tienen una historia con el butanero, tú ya sabes la cantidad de cosas de éstas que hay, "los hijos del butano" llaman a muchos, como en los folletines se les decía "los hijos del amor". Como ahora va a haber una competencia terrible, estoy segura de que las compañías distribuidoras habrán pensado que la imagen de la empresa es el chico que llega con la bombona. Y ahí es donde yo creo que va a haber una competencia terrible, por lo que las mujeres saldrán ganando. Mira, ahora, a veces, el repartidor del butano era un tío feísimo, calvo, mayor, con unas gafas como de culo de vaso. No sé cómo cuentan tantas historias de los butaneros, si muchos de ellos eran absolutamente antilibidinosos. Pero ahora será distinto todo, Antonio, a ver si escribes algo de esto que te estoy contando. Mira, como hay tanta competencia en el mercado, las compañías buscarán a los chicos más guapetones y más cachas para repartir las bombonas. De señores calvos mayores, nada, todos así como bollicaos, bomboncitos, atléticos, tú sabes.

Y de ser cierto lo que Paloma se malicia con su risa burlona, es que me lo estoy viendo venir, los comentarios de las vecindonas:

--Ay, no hija, yo a Repsol ya no le compro la bombona, porque los repartidores son unos tíos gordos y viejos que para eso tengo yo ya a mi Manolo...

--Entonces, ¿a quién hay que comprarla?

--A Campsa, hija, que tiene unos butaneros jovencitos que es que les abres la puerta para recoger la bombona y de momento te caes de espalda, ¡qué repartidores! Yo es que me pongo nerviosita perdida en cuanto los veo aparecer...

--¿Y a cuánto venden la bombona?

--Ah, yo no lo sé, ni me importa. Después que te mandan esos muchachos tan guapos, ¿vas a preguntar a cómo está la bombona? Anda, hija... Y no veas lo amables que son cuando les dices que si quieren entrar a descansar un poquito, que se tomen una cervecita, porque con esas escaleras tan trabajosas...

--¿Pero no quedamos en que eran muy jóvenes? ¿También estos se cansan con las escaleras como los otros viejorros?

--Qué se van a cansar, que te lo digo yo a ti, que no se cansan... Ay, un homenaje le teníamos que dar a Aznar por habernos alegrado la vida de esta forma con la liberalización de la bombona. ¿A mí que me importa que todo suba, si el que te sube la bombona y la moral es un bombonazo de butanero? *


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