Torero, un oficio para ricos

""Antes se quería ser torero para ser rico. Ahora, hay que ser rico para poder ser torero"

¿Se imagina que un muchacho de los juveniles del Real Madrid para poder jugar no solamente tuviera que comprarse la equipación y las botas, sino que tuviera que pagar de su bolsillo, a partes iguales entre los diez restantes compañeros del equipo, los costos de estadio, de porteros del campo y hasta el balón, y que encima le tuvieran que pagar a otros once para que quisieran jugar con ellos? Sigan imaginando que hubiera un señor que, aprovechándose del sueño de querer ser futbolistas de los chavales émulos de Fernando Hierro y de Raúl, se embolsicara unos buenos millones de pesetas cada vez que organizara un partido de juveniles, y que el encuentro, además, se lo subvencionara una autonomía, una diputación o un ayuntamiento.

Pues esto es lo que está pasando en los toros, sin que esa autoridad tan ordenancista e intervencionista en todo lo referente a la fiesta nacional mueva un dedo, sino que consiente, y deja hacer para beneficio de empresarios de fortuna, especuladores de las ilusiones juveniles... y de los dineros de los padres de los chavales. En una crónica de Luis Ortega en Aplausos leí: "Encabezó el cartel el novillero portuense, Marcos Cruz, un novillero que torea muy poco (porque no tiene dinero para torear) que tuvo una actuación muy digna, de acuerdo a sus posibilidades". Las cursivas son mías, y las pongo porque el secreto a voces en la llamada fiesta nacional es que aquellos toros que antes decían que traían los cortijos en los lomos, ahora se llevan los ahorros de los padres cuyos hijos quieran ser toreros. No sé si mi querido compañero Angel Gómez Escorial ha tenido que empeñar la máquina de escribir artículos para que su niño sea novillero, porque el chaval tuvo que curtirse yendo varias temporadas en la parte seria del espectáculo de Los Enanitos Toreros. Pero esta es la triste realidad de los toros hoy en España para los que empiezan: quien no paga, no torea. Antaño, los noveles iban por los gastos, pero ahora han de ir por las ganancias, por las ganancias de un empresario desaprensivo, claro. Nunca los toros han dado tan poco dinero, y nunca unos pocos se lo han llevado tan calentito a costa de los pobres chavales que empiezan. El "porque no tiene dinero para torear" que decía el revistero acerca del novillero portuense es la lamentable ley de esa ciudad sin ley con tanto reglamento que es la fiesta. Una gran parte de los festejos que usted ve cada lunes reseñados en el periódico se han hecho el domingo por el famoso y triste sistema del 33 por ciento. Que consiste en que cada uno de los tres espadas, noveles o no tan noveles, paga el 33 por ciento de los gastos que haya tenido supuestamente el empresario para dar la novillada, incluidos toros, cuadrillas, IVA, propaganda, personal, banda de música y hasta honorarios de los médicos de la enfermería. Estos son los carteles que le gustan a los autotitulados empresarios, esos trincones a los que un ayuntamiento les ha adjudicado una plaza de toros como Alfonso Guerra le dio un despacho a Mienmano, para que puedan hacerse ricos a costa del público y sin arriesgar nada, A estos empresarios chupasangres y chupailusiones, los carteles que les gustan no son los de las figuras, sino los de los ponedores, los que ponen el dinero que haga falta para torear. Y hay tanta ilusión y tantas ganas en estos chavales, que los padres pagan cuanto haga falta. Algunos hasta se arruinan y se entrampan por lograr que sus hijos sean toreros, aunque eso sea tan difícil como José Ruiz Manteca, que quiso ser torero, me decía en su taberna de Cádiz:

--- ¿Usted ha visto lo difícil que es llegar a obispo, no, que sólo hacen obispo a uno de cada siete mil curas? Bueno, pues más sencillo es llegar a obispo que a figura del toreo...

Se celebraba en Rota una tertulia taurina y la madre de un novillero manifestaba su sacrificio y lo que su hijo llegaba a hacer para poder torear. Y el matador de toros Emilio Muñoz,que tanto sabe de las amarguras de los intereses de la fiesta y que estaba entre los participantes en la mesa redonda, le dijo:

--- Señora, es cruel y muy duro lo que le voy a decir, pero es la realidad. Mire usted, antes se quería ser torero para ser rico. Ahora, hay que ser rico para poder ser torero...

Emilio Muñoz conoce bien esta dura realidad, que está llegando hasta a los matadores de toros. Torero de alternativa hay que por matar una corrida de Miura en la plaza de Madrid ha cobrado apenas un millón de pesetas, cuando los gastos de un diestro para ponerse en la puerta de cuadrilla (cuadrilla, viajes, hoteles, Seguridad Social, etc) vienen a ser de más de un millón de pesetas. Es duro, pero esto significa que ha habido quien por matar dos miuras en Madrid ha tenido que poner dinero encima. Y quitando las figuras que encabezan el escalafón, que a un matador de toros le queden cuarenta mil duros limpios después de matar una corrida es casi un milagro. Nunca tan pocos se llevaron tanto y nunca tantos pusieron tanto de su bolsillo para cumplir con la afición. Plazas propiedad de entidades que no tienen entre sus fines el lucro, como las autonomías o los ayuntamientos, se han convertido en máquinas de ganar dinero a costa de los novilleros... y de los matadores de toros. Este Estado que subvenciona el teatro y el cine no solamente no subvenciona la Fiesta Nacional que el Gobierno reconoce como una de las Bellas Artes al otorgar sus medallas, sino que consiente esta situación absolutamente degradante. La realidad es la que me decía un buen aficionado:

--- Es triste pensarlo, pero si a Paquirri no lo hubiera matado Avispado en Pozoblanco, quizá tendría que estar toreando como ponedor, con el dinero que le diera La Pantoja para pagar los gastos...

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