El abuso artístico de menores

"Meter a un niño de diez años o a una niña de doce en
el artisteo es una forma como otra cualquiera de
explotación y abuso de menores"

Han interpelado a José María Aznar y le han dicho de todo menos bonito porque en el cabo de año de Ermua, al recibir en la Moncloa a esos héroes de nuestro tiempo que son los concejales del PP en el País Vasco, iba con ellos el hijo del asesinado edil popular Manuel Zamarreño y se hizo una foto besándolo, mientras el niño, el pobre, emocionado, lloraba. Han dicho poco menos que eso es abuso de menores, lo cual es querer ver la paja en el ojo ajeno y encontrar la aguja en el pajar. El que esté libre del abuso de menores en la política, que corte la cinta de la primera piedra. Aquí, gracias a Dios, ni siquiera sabemos cuántos son ni cómo se llaman los hijos habidos en su matrimonio por Ana Botella y por José María Aznar, mientras que de Alfonso Guerra nos sabíamos los nombres y nos conocíamos las caras de los hijos habidos no sólo dentro del matrimonio, sino fuera de él, que si Pincho, que si Alma... A la niña de González que iba para bailarina del Bolshoi la hemos visto retratada con los tules del frufrú y con el frufrú de los tules en todas las fiestas de fin de curso habidas y por haber, y nadie dijo nada. Y nada digamos de aquel otro hijo de González que salía con una modelo sudamericana, con la que se paseó por las páginas del papel cuché a la salida de todas las discotecas y a la entrada del baño en todas las playas.

Hay muchos más abusos y explotaciones de menores de los que se entienden como tales y es totalmente incoherente acusar a Aznar de lo del hijo de Zamarreño cuando las televisiones, públicas y privadas (sobre todo, privadas) basan muchos de sus programas en el puro my duro abuso de menores. El simpático Bertín Osborne se resarce del derribo de su chalé a manos de Pacheco precisamente a través del abuso televisivo y explotación de menores que quieren ser artistas. El programa de Bertín consiste en sacar a cantar y a bailar a niños que deberían estar en el colegio o jugando, que es lo suyo, pero no imitando a Rocío Jurado, a Alejandro Sanz, a la Pantoja o al Fary, que de todo hay... Sí, ya sé, Bertín no tiene la culpa. El se limita a presentar a niños-que-sus-padres-quieren-que-sea-artistas, y los verdaderos responsables son los progenitores. Meter a un niño de diez años o a una niña de doce en el artisteo es una forma como otra cualquiera de explotación y abuso de menores, contra la que incoherentemente no protesta ninguna ONG, ningún sindicato, ningún partido político ni ninguna asociación protectora del niño. En muchas autonomías hay hasta instituciones que se llaman el Instituto del Niño, y en ellas hay colocados muchos señores amigos de los gobernantes, sin que ninguno de ellos, que yo sepa, haya protestado contra esta infamante utilización de la infancia, empeñados sus padres en que las criaturas sean los artistas que ellos quizá no pudieron llegar a ser. La madre de la artista es una institución española clásica entre el género de las folklóricas, como el padre del novillero es otra institución a la que hasta Fernando Villalón le dedicó un poema en Andalucía la Baja. Estos padres suelen ser los principales culpables de este abuso de menores. Lo que me sorprende es que haya jueces de Menores que contemplan estos programas de televisión y no pasan un tanto de culpa al Juzgado de Guardia.

Aquí se protesta cuando vemos por la CNN o por Sky News que los niños trabajan en las minas de África cargando sacos o en las plantaciones de América del Sur arrastrando carretas de café. Aquí Pedro Vaquero, diputado de Izquierda Unida por Granada, ha denunciado (muy bien denunciado por cierto) que en la comarca de Baza hay setenta niños entre doce y catorce años pelando cebollas y cobrando unos sueldos que permiten que los empresarios que los utilizan se compren Ferraris como el que quería mercarse Jesulín de Ubrique. Aquí, el mismo diputado granadino ha denunciado que hay explotación de menores en la economía sumergida de la construcción, la industria textil, la hostelería o el calzado... Pero después de oír estas noticias, hacemos zaping tan tranquilamente, y podemos ver a una pobre niña pintada como Isabel Pantoja, vestida con bata de cola como Rocío Jurado y enjoyada como Juanita Reina, cantando cosas del tiempos de Imperio Argentina, y nadie protesta. Y hasta sacan planos del público, donde aparece la aspirante a madre de artista cayéndosele la baba en el momento justo en que su niña (mire usted qué arte tiene mi niña), nos está diciendo que el capote de grana y oro es alegre como una rosa...

En el mundo de los toros, impiden que se vistan de luces los que no tienen la edad laboral, no valen becerradas ni nada. Aquello de Los Niños Sevillanos, afortunadamente, queda en los tiempos de Joselito el Gallo. (Mejor, porque los niños prodigio del toreo, ratoneros y sabihondos, no llegan nunca a nada de mayores, salvo que se llamen Gómez Ortega.). Si metieron en la cárcel a uno que les hacía fotos a los niños con una polaroid, no sé por qué consienten que haya otros que a costa de los niños llenen cada semana horas y horas de programación con estos pequeños Mozart, que, como la madre del Pinto, sólo hubo uno... Mal éste de la explotación artística de menores que no es solo nacional. Me extraña que entre las siete mil causas que tiene abiertas Silvio Berlusconi, ninguna de ellas sea por la explotación de menores que se ha traído siempre en sus cadenas, organizando concursos internacionales de niños artistas con los que producía programas a un coste aproximado de cuarenta duros la hora... *

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