Los "agradaores" del País Vasco

Pedimos que dejen de matar de un modo tan mendicante como
el agradaó pedía dos mil duros al señorito agradado

Lo conocí en ese continente que es la provincia de Cádiz, porque Cádiz no tiene provincia, sino un continente alrededor, donde cabe, por cierto, entero y pleno el País Vasco y sobra sitio. La provincia de Cádiz tiene 7.385 kilómetros cuadrados y todo el País Vasco tiene 7.261 kilómetros cuadrados. Mientras que el País Vasco presume de ser territorio histórico, Cádiz es no solamente histórico, sino artístico, allí hay arte. Y derechos históricos no reivindicados. Como se pongan tontos por ahí arriba para pedir ser más que nadie, Teófila Martínez puede pedir la reivindicación histórica de las Cortes de Cádiz y pedir de momento una soberanía nacional para ella solita. Pero claro, como aquí las bombas las tiraban los fanfarrones a efectos de que las gaditanas se hicieran tirabuzones, y no las usaban para asesinar criaturas, pues pasa lo que pasa, que mientras que a Cádiz no le conceden el segundo puente sobre la bahía y trabajito le ha costado obtener el dinero para el soterramiento de la vía del tren, al País Vasco le conceden cuanto pide. Como no querían ser País Vasco, hasta el telediario de TVE le llamaban Euskadi. Y como ahora son ex-Euskadi, hasta en los referidos telediarios le dicen ya Euskalerría.

Bueno pues en ese continente harto de suspiros mientras otros se llevan las tajadas, conocí a nuestro personaje, que viene al pelo para comprender cuanto está pasando en esos territorios quizá históricos, pero tan poco artísticos, que caben en la provincia de Cádiz. Iba, flamenquito y jirocho, muy bien trajeado y mejor maqueado, y a leguas se le veía que no la había doblado en su vida. Me impresionó su planta de virrey destronado, sus maneras poderosas, sus pausados andares. Pregunté quién era:

-¿Quién es ése? ¿Uno que tenía unos terrenitos junto a la playa en Rota, una viñita, que los ha vendido para hacer unos chalés adosados y ha dado el pelotazo?

Y me dijeron:

-Qué va... Este es uno que ha estado toda su vida en Jerez de agradaó de los Domecq y de los señoritos de allí.

-¿De qué?

-De agradaó...

- ¿ Agradaó qué es? ¿Un oficio de las bodegas, como arrumbador o una cosa así?.

-Qué va, hombre...

-Ah, es una cosa del campo, de las viñas...

-Tampoco, anda que no estás tú despistado... ¿Y tú dices que conoces las cosas de la provincia de Cádiz? Mira, agradaó es lo que su mismo nombre indica, uno que se dedica a hacerle la vida agradable a la gente, y como lo hace tan divinamente, pues hasta vive de eso, de lo que le dan unos y otros por hacerles la vida agradable. Mira, a ver si te enteras: el agradaó es como un flamenco, pero ni canta, ni baila, ni toca la guitarra ni nada de nada, su arte es la palabra, el halago. ¿Que don Jaime estrena una corbata? Pues el agradaó dice: "Don Jaime, hay que ver qué corbata más bonita trae usted, qué pedazo de corbata, me cago en la mar, ¿dónde se ha comprado usted esa corbata?" Y de eso vive el agradaó, porque el agradaó, después de haber contentado tanto los oídos de don Jaime, como suele estar tiesecito, le dice: "Por cierto, don Jaime, a ver si me puede usted dejar ahí dos mil duritos para los gastitos de la casa, que mañana sin falta se los devuelvo..." Don Jaime sabe que ese mañana de la devolución no llegará nunca, ¿pero va a quedarse sin agradaó el día de mañana, y el de pasado, y el otro? Suelta los dos mil duros y suelta lo que tenga que soltar...

Quedé al cabo de la calle (Larga) de lo que era el agradaó, y al llegar a casa lo miré en el Diccionario de la Academia, donde viene perfectamente éste que yo creía personaje exclusivo del Marco de Jerez. Dice el DRAE: "Agradador: adj. poco usado. Que procura agradar". Ahora, que el DRAE está equivocado. De poco usado, nada; usadísimo. Ya en Jerez ni en su Marco quedan apenas agradaores. Ahora todos los agradaores están en el País Vasco e islas adyacentes. En esta campaña de las elecciones vascas venimos comprobando que los llamados nacionalistas democráticos son, en realidad, los agradaores de los asesinos de la ETA y sus compinches de HB, que ya tampoco se llama HB: ahora es EH; no, si van a terminar llamándola BH, como las bicicletas...

 

Los nacionalistas dejan cortos a los bailadores del agua de Jerez halagando los oídos de los asesinos, que ya no son los asesinos, sino los violentos: "Hay que ver qué reivindicación de la autodeterminación más buena ha hecho usted, don Iñaki, ¿usted me permite que yo pida también un poquito de autodeterminación?" Y no sólo allí arriba, sino por todo este Reino pululan los agradaores del País Vasco: "No se preocupe usted, don Kepa, que en cuantito pasen las elecciones, le ponemos los presos donde usted quiera", dicen en Madrid. Nadie se atreve a contradecir al País Vasco y casi todos son, de hecho, sus agradaores. Lo más triste es que pedimos que dejen de matar de un modo tan mendicante como el agradaó pedía dos mil duros al señorito agradado. *

Volver a Página Principal Portada del último número de EpocaEpocaEl último número de la revista, en Internet