Año nuevo sin Baqueira

"Vestido como un náufrago del Pirineo, daba lástima ver a Pujol
andar por aquellos ventisqueros para visitar al Rey,
y más todavía cuando, echándole valor, se
montaba en el telesilla con cara de susto"

Parece que este año, a pesar de los tópicos del milenio, nos vamos a quedar sin una de las que llaman "tradicionales estampas navideñas". Sin la más ridícula de las tradicionales estampas navideñas, muchas de las cuales son ya por sí solas bastante ridículas, empezando por ese adjetivo de entrañable que tópicamente se aplica a estas fiestas que no pueden tener objetores oficiales, ni quien se atreva en público a decir que no le gustan, porque te salen con el espíritu de la familia y del amor fraterno, cuando no con ese lugar común de la solidaridad, que ha sustituido a la antigua caridad del villancico: "Porque en esta tierra/ya no hay solidaridad", deberá decir ahora.

La escena a que me refiero ocurría todos los meses de enero, recién estrenado el año, en Baqueira Beret, cuando el presidente Pujol subía montado en telesilla hasta los nevados chirlos mirlos de aquella estación invernal, para celebrar su habitual despacho con Su Majestad el Rey. Con la de años y años que ha llevado Pujol subiendo hasta la cota no se cuántos de las pistas de Baqueira, nunca había aprendido.

Un año tras otro, Pujol acudía a Baqueira vestido de calle, con sus zapatos normales y corrientes, con su chaqueta y con su corbata, y allá como podían le tenían que improvisar un atuendo de estación de esquí, prestándole un anorak con forro polar un escolta de la Casa de Su Majestad el Rey y buscándole por cielos y tierra un calzado en condiciones para andar por aquellos neveros. Así, vestido como un náufrago del Pirineo catalán, de prestado, daba auténtica lástima verlo al hombre andar por aquellos ventisqueros para visitar al Rey, y más todavía cuando, echándole valor, se montaba en el telesilla con la misma cara de susto que cuando se subió a la atracción del Dragón Khan en Port Aventura. Si el tópico adjetivo de entrañable suele aplicarse a estas fiestas, la foto de Pujol yendo a visitar al Rey en Baqueira era entrañable por cuanto llegaba hasta lo más íntimo del más indolente, de la penita que daba verlo allí pasando frío. Más que el honorable Pujol, era cada mes de enero el tiritante Pujol, qué cara de frío, Dios mío de mi alma, vamos, que hasta le salían a uno sabañones en las orejas de ver al presidente catalán con cara aterida en las fotografías de su anual ascensión a las regias alturas de las vacaciones invernales de Don Juan Carlos. Era todo tan inapropiado como si, por el verano, en la residencia real de Marivent, Aznar se hubiera presentado año tras año vestido de chaqué y sombrero de copa en aquellas calores baleares.

Pujol habrá dado un suspiro, por lo que este año se va a ahorrar en Frenadol tras el enfriamiento con que a buen seguro volvía todos los años al palacio de San Jaime tras su entrevista con el Rey. Los Reyes han anunciado que se acabó lo que se daba de Baqueira Beret, lo cual está muy bien. Aparte del contento de Pujol por no tener que pasar en Baqueira esos fríos con esas ropitas tan inadecuadas, en Sierra Nevada también se habrán llevado un alegrón bastante considerable. Suele olvidarse en tiempo de vacaciones ese principio básico de que Don Juan Carlos es el Rey de Todos los Españoles. Suele olvidarse, porque en verano parece únicamente el Rey de los españoles que veranean en Mallorca, no de los que tienen el apartamento en Benidorm o de los que alquilan la casita en la Costa del Sol. Y en estas ya obligadas vacaciones de invierno, tres cuartos de lo propio. Parecía que Don Juan Carlos fuese sólo Rey de los que esquían en Baqueira Beret, dejando por la parte de fuera a los amantes de los deportes de nieve, ¿qué digo yo?, en Sierra Nevada mismo, o en Navacerrada, sin ir más lejos de La Zarzuela.

Así que este año, ni Baqueira, ni Sierra Nevada, ni Navacerrada, ni nada. Salvo error u omisión en la forma de contar cambios de siglo, que si 2000 o 2001, o salvo cambios de última hora en la agenda regia de viajes, estrenamos milenio con los Reyes pasando la Nochevieja en las Canarias. Concretamente en Lanzarote, en la residencia La Mareta que le regaló el difunto Rey Hussein de Jordania y que es ahora del Patrimonio Nacional. Si va o no va a visitarlo el presidente de Canarias, por lo menos nos evitaremos aquello tan grotesco de ver a Pujol pasando frío.

Pero temo que en el gusto de poner nombres rimbombantes a la cosas, o mucho me equivoco en mi predicción, o esa casa de La Mareta de Lanzarote, que al fin y al cabo es solamente un chalé, buenecito, pero chalé, aunque remodelado por César Manrique, será inmediatamente nombrada como el Palacio de la Mareta. Tenemos un Rey que teniendo lo más bellos palacios y los más antiguos del Occidente, de La Granja al Alcázar de Sevilla, pasando por el Palacio de Oriente de Madrid, le encanta vivir en chalés. Lo que llaman pomposamente Palacio de la Zarzuela no es más que un chalé buenecito en los Montes de El Pardo, de modo que cualquier riquito de La Moraleja o de Puerta de Hierro lo tiene mejor. Por las fotos que he visto, esto de La Mareta de Lanzarote tampoco deja de ser un chalé de playa. La casa del árabe Rey Fahd en Marbella es siete mil millones de veces mejor que la casa del Rey de España en Lanzarote.

Lo cual dice mucho. A favor del Rey de España, naturalmente. *


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