Fábula de la operación del Doctor Fuster

" De los que nos buscamos las habichuelas escribiendo creen las asociaciones culturales que vivimos del aire, como los camaleones"

I

maginen que en un cualquier Asociación Cultural de Amigos de la Medicina de un pueblo, el grupo de amigotes que constituyen su junta directiva acuerdan aprobar por unanimidad la siguiente propuesta verbal del presidente:

-- Que como se ha demostrado que lo que tiene Pepe el del supermercado es del corazón, y una cosa gorda, y no tiene más solución que una operación para que le hagan por lo menos docena o docena y media de by pass, ¿qué os parece si invitamos oficialmente al doctor Valentín Fuster, el Hospital de Monte Sinaí de Nueva York, para que venga a operarlo? Con el prestigio que tiene nuestra peña, no creo que el doctor Fuster se niegue... ¿Se aprueba?

Y la junta en pleno va y lo aprueba. Y el presidente dice:

--Pues queda facultado el vocal de Actos Médicos Públicos para que llame a Nueva York a invitar oficialmente a Fuster...

Y el vocal de Actos Públicos de la Asociación va, y llama a Nueva York, y habla con el doctor Fuster:

-- Buenas tardes o buenos días, o lo que sea ahí en Nueva York, o egunón, Gorka, doctor Fuster... Le llamo en nombre la Asociación Cultural de Amigos de la Medicina, que la tiene usted que conocer, seguro... Que hemos pensado que como a Pepe el del supermercado lo tienen que intervenir del corazón, nos hemos dicho: ¿qué mejor que invitar al doctor Fuster para que venga a operarlo? Así viene usted, y hace la operación en nuestra Asociación, y cumplimos nuestros estatutos, que nos ordenan dar a conocer a nuestros conciudadanos las glorias inmarcesibles y las lumbreras refulgentes de la Medicina mundial? ¿Cómo se le queda a usted el cuerpo, don Valentín?

-- De momento, de piedra...

-- Pues hablando de piedras, eso no va a ser nada cuando le enseñemos las piedras de nuestro castillo en la visita cultural que le damos a nuestros invitados... Porque no vea usted cómo atendemos aquí a todos los que han venido a operar en nuestra asociación. El doctor Barraquer se fue encantado cuando lo invitamos a que viniera a operar unas cataratas por láser. De las primeras cataratas que se operaron por láser aquí en España, las operó Barraquer invitado por nuestra Asociación. Y después, no vea usted el discurso tan bonito que nos dio en la cena, porque, eso sí, cuando acaba el acto médico, damos una cena en honor de nuestro invitado, pero una cena por todo lo alto, que vamos todos con nuestras señoras, casi una cena de gala... ¡Ah, y la placa!

-- ¿Cómo la placa? --pregunta desde Nueva York sin salir de su asombro el doctor Fuster.

-- Sí, que siempre tenemos el detalle con el cirujano invitado de hacerle entrega de una placa de plata conmemorativa, grabada, de recuerdo, con el escudo de la Asociación y la firma del presidente, o una bandeja, también de plata. ¿A usted qué le gusta más, una placa o una bandeja, que es más útil luego para la casa?

--- Pues no sabría...

-- Ah, y los billetes y el hotel. Por eso no se preocupe, que los gastos corren de nuestra cuenta. Aunque tenemos una economía modesta, solemos pagar al cirujano invitado los billetes de tren y la habitación de hotel para esa noche, para usted y su señora, naturalmente, que también tenemos mucho gusto de que nos acompañe en la cena...

Naturalmente que es irreal la conversación transcrita, porque el vocal de Actos Públicos de la Asociación Cultural de Amigos de la Medicina nunca hubiera conseguido ni que el doctor Fuster se le pusiera al teléfono. Pero esta conversación-tipo sí es completamente real en el caso de los que nos buscamos las habichuelas escribiendo, que se creen estas asociaciones culturalísimas, no sé, que vivimos del aire, como los camaleones, o que Iberdrola o Sevillana de Electricidad nos convidan todos los meses a factura de la luz, y que gozamos de absoluta exención fiscal por parte del excelentísimo señor ministro de Hacienda. Que se lo pregunten, sin ir más lejos, a cualquier compañero de la escritura en ÉPOCA: a Jaime, a Federico, a Manolo, a Alfonso, a Emilio... ¿Cuántas veces os han llamado por la cara como nadie se atrevería a llamar al doctor Fuster, para que hagáis un by pass, vamos, para que deis una conferencia, por los gastos de desplazamiento y por una placa de plata, eso sí, la mar de útil para la casa cuando tiene forma de bandeja?

En los pueblos hacen hasta colectas, rifas, programas de maratón benéfico en la televisión local cuando tienen que mandar a alguien del lugar a que lo opere un cirujano fuera de España. Ni se les pasa por la imaginación llamar a Fuster para que vaya al pueblo por la cara, en plan partido-homenaje. Por el contrario, les parece lo más normal del mundo pedirle a uno, que vive de esto, un artículo para la revista local, una conferencia para el ciclo cultural, una participación en la mesa redonda sobre medios de comunicación social?

Y lo peor es que, encima, cuando te llaman, te dicen:

-- Hombre, además, si como esto es un pueblo tampoco tiene usted que prepararlo mucho, si con cualquier tontería de las suyas la gente saldrá encantada por haberle tenido aquí... ¿Así que va a venir usted solo o lo esperamos con su señora? Es para hacerle la reserva en el hotel de esa noche...

 


Volver a Página Principal

Pinche para leer el Epoca de esta semana en InternetEpocaEl último número de la revista, en Internet