El ciberpelotazo de Pep Vallés

  "Hay quien le saca al PC más que Togliati, Stalin, Santiago Carrillo y La Pasionaria juntos"

Como usuario antiguo de la red de Internet, cada vez me marean más los números de los ciberpelotazos. Llamo ciberpelotazos a los grandes negocios que se hacen vendiendo algo perteneciente o relativo a Internet. No creo que nadie haya superado, por ejemplo, el pelotazo de un precursor de Internet en España, Pep Vallés, un catalán listo como el hambre, más despierto que un toque de diana.

¿Quién ha dicho que los precursores lo pasan muy mal en España? Eso era antes. Del que inventen ellos de Unamuno, nada. Inventamos nosotros. Ahora, los precursores pegan unos pelotazos que tiembla el misterio, si son precursores de algo digital. Vallés creó casi artesanalmente el buscador Olé, que era la competencia española a los grandes de los grandes, como Yahoo. En su casa, con su ordenador personal, con una conexión telefónica a Internet, fue metiendo en una dirección "web" enlaces a las páginas que por entonces estaban en la red y tacita a tacita, como en el anuncio del Avecrem, se encontró que tenía montado un tingladito bastante considerable y curioso. Tan considerable, que se lo vendió a Telefónica por un precio oval. Estro de oval no tiene nada que ver con el despacho de Clinton en la Casa Blanca. Es que Pep Vallés le vendió Olé a Telefónica por un huevo y parte del otro.

Y todo, con un PC. Hay quien le saca al PC más que Togliati, Stalin, Santiago Carrillo y La Pasionaria juntos. Porque si tú le preguntas ahora a un niño qué es el PC, no sabe absolutamente nada del Partido Comunista. Para la sociedad globalizada con el muro de Berlín vendido por material de derribo el PC es personal computer, ordenador personal. Lo único que hace falta para inventar algo en Internet, lo que sea, para pegar el pelotazo, hacerse rico... y mandar al PC a freír espárragos trigueros. Los especialistas en Internet aseguran que Pep Vallés no ha vuelto a ver un ordenador, ni falta que le hace, y que no está en absoluto enganchado a Internet. Está en una isla del Caribe, naturalmente que paradisíaca, rascándose ora la barriga, ora la entrepierna, y recibiendo el frasquito que le echa una mulata con un paipai. La única duda que queda sobre la situación actual de Pep Vallés es si se en la playa paradisiaca de las palmeras, las mulatas y la rumba se pone ciego de daiquiri, de piña colada o de planter punch.

Tras el pelotazo de Pep Vallés, todos quieren dar el suyo, y algunos lo consiguen. El ciberpelotazo. Que alcanza números mareantes. No hay ceros suficientes en ningún teclado de ordenador para poner la cifra que Telefónica pagó por Lycos, que es como lo de Pep Vallés, pero en inglés y sin Curro se va al Caribe. Un chiringuito virtual llegado a más. Todo el mundo ha oído que Bill Gates empezó su imperio no vendiendo periódicos, como los millonarios americanos antes, sino en un garaje, con un PC y un manual de instrucciones, y nos creemos que en Internet se atan los perros con longanizas. Con longanizas virtuales. ¿Hay algo mas virtual que el cuento de la lechera?

El caso es que algunos pegan el pelotazo, y vamos cómo lo pegan. Un cuarto de billón (con B de Bill Gates) de pesetas no es nada en los negocios virtuales y en las pelas reales que pagan por ellos. Reales con la cara del Rey, vamos. Telefónica ha comprado ahora una filial de Bertelsmann para Internet y ha pagado 281.000 millones de pesetas, como éstos, uno detrás de otro. ¿Cuándo producirá Internet unos beneficios de 281.000 millones de pesetas? Ah, no importa. Se trata de la nueva invención de las piedras preciosas. No sé por qué las esmeraldas son más caras que los trozos de botellas de cerveza Heineken, que son casi iguales. No sé por qué los brillantes son bastante más caros que los trocitos del vaso de Duralex que se nos cae en la cocina y se va a tomar por saco. No sé por qué el oro ha hecho a lo largo de la Historia que la gente mate y muera, si un trozo de metal cualquiera brilla igual y además es menos maleable, más resistente. Ah, es el valor convencional de las piedras y los metales preciosos. ¿Son valiosos por su escasez? Quizá. Pero sobre todo son valiosos porque la gente dice que son valiosos. Un bolso de Loewe da el mismo avío que un bolso del difunto Sepu de las Ramblas de Barcelona, pero la gente le da un valor a Loewe que a Sepu, ya ven: tuvieron que cerrar. Ahora, damos valor incalculable a los buscadores, a las tiendas de comercio electrónico, a los portales. Ah, los portales... El mundo está en mano de esta nueva Asociación de Belenistas, de los que poseen un portal de Internet. ¿Cuánto valen todas esas propiedades intangibles? Lo que quieren que valgan. Lo que dicen que valen.

Razonamientos todos que se evita Pep Vallés. El tío pegó el primer ciberpelotazo español y cuando lea estas cosas le entrará la risa tonta, mientras que a la sombra de los cocoteros en flor se rasca millonario en el Caribe ora la barriga, ora la entrepierna...


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