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España como complejo

"Se está perpetrando un diario ataque a España misma, y como
tenemos un complejo de inferioridad de la democracia, no
hacemos lo que las democracias consolidadas: ejercer el
Poder, y al que le dé, que perdone, como dice el cante"

De aquella clásica disputa académica de "España como problema" o "España sin problema" deberíamos pasar urgentemente, o incluso (optimista que es uno) me parece que estamos ya pasando, a un debate nacional sobre España como complejo. ¿Qué es esto de "España como complejo"? Pues que, de momento, pocos se atreven, porque se considera políticamente incorrecto, a usar al adjetivo de "nacional" referido a España. Se puede ser nacionalista, ¿qué te digo yo?, de La Rioja o de Extremadura, porque como dijo El Guerra, hay gente pá tó, pero no se puede ser nacionalista de España. Y nada digo de la propia palabra España, sustituida por esa cursilería del Estado Español. Digo cursilería porque el hombre del tiempo no dice que "va a llover en el norte del Estado Español y va a hacer sol en el sur del Estado Español". El Estado Español, en todo caso, son sus estructuras de organización de los poderes, el Juzgado de Paz del pueblo y el cuartel de la Guardia Civil y el Ayuntamiento, y no esto de que, por ejemplo, pronto habremos de oír, a este paso, que en vez de la selección nacional de fútbol, juega la selección "a nivel de Estado español".

Aquí hubo primero un complejo de derechas importante cuando la transición. Por el complejo de derechas la transición no se concluyó sobre la plantilla de la UCD, sino que para rematarla hubo que adoptar la plantilla del PSOE, porque era de izquierdas. No hay que remontarse tan atrás para recordar que a la altura de 1982 estaba socialmente muy mal visto proclamarse no digo ya conservador o liberal, sino simplemente votante de UCD. Gran parte de los males que hemos sufrido en los últimos quince años, de la corrupción a todo lo que ustedes quieran, han venido precisamente de ese costosísimo complejo de derechas. La derecha no ya solamente callaba que lo era, sino que votaba al PSOE en aquella ola de falso progresismo que arrasa España como huracán caribeño.

Agotado el modelo socialista o felipista o vaya usted a saber qué, vino luego el complejo de derecha de la propia derecha, cuando ocupó el poder. Ese complejo de derecha sólo se le quitó a España en los tiempos de la famosa "pinza" entre Izquierda Unida y el Partido Popular, en los coletazos finales del felipismo. Entonces no estaba mal visto proclamarse de derechas, en cuanto que se propiciaban los cambios para la propia oxigenación y supervivencia del sistema. La gente votó mayoritariamente al PP y, ay, al Gobierno, en vez de entrarle el vértigo del poder como al PSOE le había entrado hasta límites de borrachera, le dio por ejercer con un grandísimo complejo de derechas. El complejo del qué dirán, que un amigo mío, al comienzo de la anterior legislatura del PP, resumía en esta frase:

-El PSOE gobernaba a su avío, sin complejo. El PP no quiere hacerlo igual, para que no los tachen de totalitarios y de fascistas. Cuando el PSOE, le daban todas las mamelas públicas a los del PSOE. El PP, para no ser igual que el PSOE, no le ha dado mamela alguna a los suyos. Para que no le digan nada, se las ha dado a los del PSOE, para ir de más liberales que nadie por la vida. Total, que para no hacer igual que los anteriores, al final están haciendo exactamente igual que los anteriores.

Con la mayoría absoluta, ese complejo de derecha aumentó. Y ha devenido en algo peor, que ya no es un mal del partido en el poder ni del partido en la oposición, sino de la sociedad española entera: el complejo de democracia, el complejo del propio ser nacional de España. Se tiene como vergüenza de hacer funcionar al Estado de derecho ante los que quieren ponerlo del revés, la fuerza del Poder frente al poder de la fuerza asesina. Cesión tras cesión, con los derechos humanos en una mano y la Constitución en la otra, se está perpetrando un diario ataque al Estado y a sus instituciones, a España misma, y como tenemos un complejo de inferioridad de la democracia, no hacemos lo que todas las democracias consolidadas: ejercer el Poder, y al que le dé, que perdone, como dice el cante flamenco. Aquí nos la estamos cogiendo con papel de fumar para usar la Constitución en la lucha colectiva y justísima contra quienes quieren sencillamente destruirla:

- Hombre, no vayan a decir que...

¿Van a decir, el qué? No hay que tener complejo colectivo alguno por ejercer el poder constitucional hasta los estrictos límites de la ley, pero con toda la fuerza de la ley. Ni los ingleses ni los americanos tienen el menor complejo de poner el marcha la máquina de la democracia, con todo su poder, con toda su legitimidad cuando alguien quiere destruirla. Y viene aquí la pregunta que, sin complejo alguno, se hacen cada vez un mayor número de españoles:

-¿Cuántos minutos crees tú que le duraría esto a los americanos?


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