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La España de los mindundis

" La famosa fotografía de la tortilla  es el Monumento al Mindundi Desconocido, que llegado el tiempo y dadas ciertas circunstancias, pudo terminar quedándose con el mundo"

Suelen pregonar los Tocquevilles de guardia y los Duvergers de la señorita Pepis que una de las excelencias del sistema político americano es que cualquiera puede llegar a presidente de la Unión. Lo nuestro es mejor todavía, y no sé cómo no se ha dicho antes. Cómo será de original, de bonita, de buena y de barata la democracia española, que aquí no solamente Felipe González puede llegar a presidente del Gobierno, que ya es llegar, sino que Hormaechea puede llegar a presidente de Cantabria, más difícil todavía, de circo con semental y vacas, y Rodríguez Ibarra puede llegar a presidente de Extremadura, pista que va el artista, y Chaves, oh maravilla del retablo barroco de la nación, puede llegar a presidente de Andalucía... Bueno, llegar y salir luego del palacio que se construyó para mangar vivienda de balde como el rayo de sol por el cristal jesuítico del catecismo del Padre Ripalda, "sin romperlo ni mancharlo". Como la tenemos tan cerca, no sabemos la cantidad de cosas que alumbra cada día esta madre común a la que solemos llamar España, gran paridora de prodigios, matrona de portentos, placenta fecundísima de asombros del universo mundo.

Si en la Historia hizo España contribuciones importantes a la ciencia universal y al progreso de la Humanidad, desde el autogiro de La Cierva al submarino de Isaac Peral, desde la invención de la pólvora en el sitio de Niebla al uso de la radio como arma de guerra por Queipo de Llano en la guerra civil, por no hablar de palabras que en español pasaron al lenguaje del mundo, desde guerrilla a paella, desde sangría a cuartelezo, desde toreador a siesta, en los últimos doce años no nos hemos quedado cortos en hallazgos y descubrimientos, y estamos perfectamente a la altura de las circunstancias de nuestro pasado. El felipismo ha introducido unos usos que pronto harán universales palabras tan nuestras como pelotazo. La Historia del siglo XX se escribirá entre el crack americano de Wall Street en 1929 y el pelotazo español, pelotazo valiente, de los fastos patrios y la mayoría hegemónica de 1992. No sé qué está esperando la Enciclopedia Británica para introducir lo del pelotazo en la próxima edición, si es gloria pura de innovación en la teoría económica, palominos y palominillos, sarasolas y sarasolillas...

Claro que nada como lo de los mindundis. El mindundi español era un personaje clásico, como el villano de las comedias de Lope o el hidalgo de los dramas de Calderón. Hasta que vino el felipismo. El mindundi era el muerto de hambre, el que nos iba a por tabaco. Lo solían llamar en la oficina el IBM, por aquello de "y véme a por tabaco, y véme a por café, y véme a comprar el periódico, y véme a que te sellen la quiniela..." El mindundi, computadora de la nada, artista de vivir del aire, era el que encontraba un modestísimo pasar y acomodo con doblar servilmente el espinazo ante el poderosillo de turno. Las empresas, la Administración, estaban llenas de mindundis hispánicos. Tú le pones a un mindundi un uniforme de ordenanzas de un Ministerio, pongo por caso, y al verse en la bocamanga los entorchados dorados se cree poco menos que el General Castaños en la batalla de Bailén. El mindundi daba su avío dentro de un orden, que era espécimen de suyo conservador y dado a algo tan hispano como el escalafón. Tú ponías a un mindundi en una Cátedra de Derecho Administrativo o de Anatomía Patológica en forma de profesor auxiliar y, como no abría la boca ni creaba problemas, en quince o veinte años llegaba a catedrático, para promocionar luego, a su vez, a otros mindundis.

Hasta que el PSOE llegó al poder y todo lo trastocó. Aquel día 28 de octubre de 1982 no triunfó Felipe González, cuando se asomó con Alfonso Guerra a la ventanita del Palace que había sustituido en el franquismo sociológico a la lucecita de El Pardo. Con esos tíos en la ventana, y en la ventana una niña, España, que el río se le llevaba, se estaba haciendo en verdad el retrato histórico del mindundi. ¿ Qué más mindundi que Guerra, profesor de nada, maestro de todo, erudito de Termodinámica y exégeta de Mahler? Ganaba la nada con traje de pana. Era la rebelión histórica de los mindundis: "Mindundis del mundo, uníos", cantaba la nueva Internacional del Medriocridad. Ahora. con perspectiva histórica, nos damos cuenta de que en realidad ganaron no los socialistas, sino los mindundis. Nunca los mindundis hicieron tan buenas carreras e incluso carrerones como desde que el PSOE llegó al poder. La famosa fotografía de la tortilla en los pinares de Oromana es, en realidad, el Monumento al Mindundi Desconocido, que llegado el tiempo y dadas ciertas circunstancias, pudo terminar quedándose con el mundo, que es lo que el mindundi español quiere hacer siempre, porque está convencido de que es un incomprendido y que el mundo se ha confabulado para hacerle la puñeta. Si no pierden ustedes este norte, se explicarán todo lo que está pasando e incluso lo que va a pasar. Hemos dejado el Estado en manos de los mindundis y así nos va. Mandan en el Gobierno los mindundis. En la sociedad triunfa la mediocridad, después que los triunfadores aparentes se dieran el barquinazo. De la ilusión de la democracia hemos pasado a la frustración de la mindundicracia. ( Y lo peor es que también veo una cantidad bastante considerable de mindundis esperando coger balón y turno de poder en el Partido Popular. Eso es lo malo...)

 


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