El Mundo

Memoria de Andalucía

El Mundo de Andalucía, sábado 20 de septiembre de 1997

Antonio Burgos

El Feo Maravilloso espera a la novia

 

¿Quién lo cantaba? Al picú del guateque de la memoria llega la canción. ¿Quién la cantaba? ¿Marino Marini, Domenico Modugno, Renato Carosone? ¿Quién de aquellos Festivales de San Remo, volare, oh, oh, cantare, oh, oh, oh? En italiano se llamaba "Guaglione", porque con San Remo habíamos aprendido mucho más italiano que en las clases de la Dante Alighieri, que nos apuntábamos porque al final daban becas para un viaje a Italia, a la Universidad de Módena, a Orbieto, y en Italia se ligaba muchísimo, no había más que ver "Vacaciones en Roma", lo que ligaba Gregory Peck con la vespa, hasta princesas se ligaba el tío.

Con aquellas canciones habíamos aprendido tanto italiano que podíamos escribir a las niñas cartas que eran como una canción de San Remo: te voglio bene, amore, un grano di sappia sulla arena dell mare, un sapore in sale. O "Guaglione". Que se traducía "Muchacho" y que nos sabíamos en las dos versiones, en italiano y en español, hasta el punto que en el cine Florida organizaron un concurso a ver quién cantaba mejor "Guaglione", y fueron todos los conjuntos de los amigos. Entonces había menos Beatles de lo que ahora dicen que había y más Renato Carosone de cuanto reconocen. En aquel concurso dicen que nació el rock andaluz, porque fueron Los HH, los Hermanos Heras, que no tenían absolutamente nada que ver con el rock andaluz, y fue el cuarteto "Youngay", que era el nuestro, el que por tener, tenía hasta mánager, que era Diego Limón, y tenía cantor melódico, que era Manolo Fombuena, y tenía un batería de pelos alborotados, que era Josele Rojas Marcos, que entonces ni era Luis Rojas Marcos, ni era psiquiatra, ni se había ido a Nueva York de jefe de los loqueros, sino que era el Josele de la calle Conde de Ybarra de siempre, donde ensayaba el "Youngay" aquella letra y música que le hice, "Hastío", que la estrenaron en Radio Nacional de España, en un programa de José Luis Bustamante, que entonces no era todavía José Luis Garrido Bustamante. Entonces, como se ve, nada era lo que después iba a ser, ni la gente se llamaba de igual manera.

Y de "Guaglione", de "Muchacho" nos acordábamos casi todas las tardes de domingo y días de media vacación colegial en la acera de la calle San José esquina a Madre de Dios y Levíes, donde estaba el colegio del Santo Angel. Los que salíamos con las niñas internas del Santo Angel estábamos allí de plantón las horas muertas, esperándolas. Y fumándonos un cigarrillo como en la canción del concurso del cine Florida. Un Chester comprado, naturalmente, suelto, en el puestecillo, que los vendían sueltos; comprarse el paquete de Chester enterito para ti no estaba al alcance de todos los españoles. Y tanto tardaban las niñas del Santo Angel en que las dejaran salir, para ir al cine con nosotros, que porque aquel Chester suelto había costado dos reales en el puestecillo, que si no, era para hacer caso a la letra de "Guaglione":

Anda, chiquillo,

tira el cigarrillo,

márchate tu casa...

La cuestión es que, teniendo que habernos marchado, de lo que tardaban en salir, anda y que les den, no nos íbamos, ni tirábamos el cigarrillo, sino que loo apurábamos en la acera, bien maqueados, como para ir al cine a las 5, que era continua y daba luego tiempo de dar un paseo por la Avenida hasta que la niña tuviera que volver al colegio a las diez, que cerraban la puerta a las diez en unto y la que no hubiera llegado se caía con todo el equipo. Éramos unos de Letras, otros de Ciencias, otros de los eternos repetidores de últimos cursos de Bachillerato en el San Francisco de Paula, en los Escolapios. Cada cual sabía a quién esperaba cada quién. Fernando Acedo esperaba a Maruchi Lozano. Yo esperaba a Isabel Herce. Conocíamos al de Peritos que esperaba a una niña de Montánchez, y al otro de Medicina que salía con una niña de Huelva.

Son las cinco menos cuarto, la película del Pathé va a empezar, y estas niñas que no salen... Y se acerca uno de Derecho, mayor, lo menos está ya en tercero, que sale con Conchita Romero. Las niñas nos han hablado de él. Dicen que es el más guapo de todos cuantos venimos a esperar a las niñas. Bueno, guapo exactamente no. Interesante, que dicen las niñas de Anthony Perkins, y de Montgomery Cliff y de todos los que les gustan tanto cuando vamos a la película de las 5, continua. Le llaman El Feo Maravilloso. Que es feo, pero que es maravilloso. Lo dicen con risitas, y cuando vienen acercándosenos, quizá van a la esquina donde él, solitario, mayor, espera a su novia, y le advierten:

--- Que Conchita nos ha dicho que ya viene...

Y les entra una risita nerviosa, todos con el cigarrillo, todos con el trajecito de los domingos, con los zapatos bien limpios de betunería, con un chorreoncito de colonia en el pañuelo. Maqueando. "Anda chiquillo, tira el cigarrillo, márchate tu casa". Otra tarde más no tiramos el cigarrillo ni nos fuimos. Ahora caminamos hacia el cine de las 5 de la tarde. Les preguntamos a las niñas:

-- Oye, y ése de Derecho que habéis ido a avisar, ¿quién es?

-- Uno que está saliendo con Conchita Romero, que le decimos El Feo Maravilloso.

Y tras más risitas, siguen diciéndonos:

--- Se llama Felipe Fernández, o Felipe García, o Felipe González o una cosa así. El apellido no lo sé muy bien, pero Felipe desde luego sí que se llama . Estudia Derecho y sale con Conchita Romero...

Y el sol daba sobre la iglesia de San Nicolás cuando, con la niña, camino del cine, con el cigarrrillo, como en la canción, nos metíamos las manos en el bolsillo y sentíamos el frescor del chorreón de colonia en el pañuelo. Y es que la vida era entonces aproximadamente una canción de San Remo.


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