Memoria de Andalucía

El Mundo de Andalucía, sábado 29 de noviembre de 1997

Antonio Burgos

Manolo Summers, uno de los nuestros

 

Era de los nuestros. Decididamente. Manolo Summers era de los nuestros. Por ser de Huelva y por más cosas. Summers era de los que había conseguido que sus padres le dejaran estudiar una carrera no seria. Era lo que ocurría cuando decías en tu casa que querías estudiar Periodismo, o Cinematografía. Tus padres te decían siempre:

--- Sí, vale, muy bien, niño, eso es muy bonito y es tu vocación, como tú dices. Pero aparte de eso, estudiarás una carrera seria, ¿no?

Lo sé por experiencia de quienes queríamos estudiar Periodismo en la Escuela Oficial o en la Escuela de Periodismo del Instituto de Navarra, que era como se llamaba la Universidad del Opus en Pamplona, que todavía no era Universidad, a pesar de que los López o habían llegado o estaban a punto de llegar a las carteras económicas de los gobiernos de Franco que hicieron los Planes de Desarrollo. Periodismo o Cinematografía entonces ni siquiera eran carreras consideradas universitarias. Ni siquiera hacía falta tener el Preu para el examen de ingreso., Dificilísimos exámenes de ingreso en aquellas escuelas de grado medio que no dependían del Ministerio de Educación Nacional, sino del Ministerio de Información y Turismo, de Fraga Iribarne, por ejemplo. El examen de ingreso era terrible, porque había ya "numerus clausus" y en cada curso sólo podían entrar 80 o 90. Todos, naturalmente, con otras carreras "serias" ya hechas o en cursos avanzados de gestación de licenciatura, por aquello de las exigencias de la familia.

Manolo Summers habría tenido que decirle a su padre, que había sido gobernador civil en Huelva y debía notársele bastante, que quería estudiar Cine. Aún no había ni siquiera Escuela Oficial de Cine, donde estudió Pilar Miró, que estaba en nuestro mismo curso de Periodismo y que simultaneaba las dos escuelas de don Manuel Fraga. Cuando Summers fue a estudiar cine, era en el Instituto de Experiencias e Investigaciones Cinematográficas, que aquí en España siempre nos han gustado los hombres de las cosas cuanto más rimbombantes mejor, no crean que esto de poner motes increíbles a los organismos es cosa de los gobiernos socialistas en los ayuntamientos y las diputaciones, la cosa arranca desde bastante lejos. A Summers probablemente su padre tenía que haberle dicho lo de la carrera seria, porque tengo idea de que era remotamente abogado de secano. Entonces mientras no se demostrara lo contrario, todo el que iba de poeta, o de director cinematográfico, o de periodistas con pretensiones de ser corresponsal en el extranjero, que era lo de moda entonces como columnista ahora, era abobado de secado, probablemente por exigencias del guión familiar y por el enorme peso de la autoridad paterna en la voluntad de los hijos.

Como Antonio Mercero, Manolo Summers era de las primeras promociones de la Escuela de Cine, o del nombre que tuviera cuando se graduó, y lo considerábamos uno de los nuestros. Confortaba que Pilar Miró, por ejemplo, hubiera sido admitida por Victoriano Fernández Asís, el adulador Fernández Asís de "muy bien dicho, señor ministro" en las entrevistas de Televisión Española, primera y única cadena, antes de que llegara "el UHF", que es como se le llamaba a la Segunda. Confortaba que Eduardo Barrenechea, que era del curso, estuviera trabajando en el "Informaciones", y firmara artículos. Y confortaba que Guillermo Medina, que era de aquí, empezara a ser gente en aquel periódico de la calle San Roque, de modo que Emilia Ors había dejado de ser la sobrina de Miguel Ors, el cronista deportivo de "Pueblo" para convertirse en la mujer de Medina, el de "Informaciones", que habría de inspirar en los últimos años del franquismo una publicación tan decisiva como el suplemento político de los sábados, que dentro de las restricciones ambientes del fluido de libertades consumíamos como un maná caído del cielo de la Democracia Cristiana.

Para nosotros, ir a ver la primera película de Manolo Summers fue como ir a ver un paisaje de nuestra vida. Fue "Del rosa al amarillo", un exitazo, con mucha nostalgia dentro, con mucho bolero, cuando los boleros no estaban de moda, cuando nadie sabía quién era Chavela Vargas, porque los boletos habían estado sonando por la radio en el programa del oyente hasta ayer por la mañana y ahora íbamos de Juan XXIII y de "Mater et Magistra", y de "soy berlinés" de Kennedy y de todo el horizonte de libertades y de ruptura de los esquemas artísticos que habíamos recibido de aquellos padres que nos obligaban a estudiar una carrera "seria". La historia contada en "Del rosa al amarillo" era casi nuestra propia historia de la adolescencia recién abandonada., Y , además, hablaban muy bien de la película en "Film Ideal", que era nuestra Biblia cinematográfica, la nuestra fue una generación que lo que no aprendió en los libros o en "Le Monde" lo encontró en los cine-clubes, anda que no llevamos horas de Bergman en todo lo alto...

Y después Manolo Summers hizo "La niña de luto", que era Andalucía pura, mira, el puente de Niebla, mira, el casino de La Palma del Condado, pero si a ese tontito que sale jugando al billar lo conozco yo, nos decía siempre uno de Huelva que vivía en el colegio mayor y que venía con nosotros a ver la película... Por salir gente de por aquí, hasta salía Alberto Matey, el de El Oasis, cantando en un baile del pueblo de la Niña de Luto, que era La Palma de todas, todas, vamos si era La Palma... (Lástima que el mejor homenaje que se puede rendir al difunto Summers sea dejar su filmografía ahí. La facilidad es mala novia, que decía su paisano Juan Ramón, y luego llego el momento en que Manolo Summers no solamente no era de los nuestros, sino que se nos había pasado al enemigo. Con todo el golpe de progresía de aquellos años de "Film Ideal", a Manolo Summers le había salido el gobernador civil del franquismo que llevaba dentro.)


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