El Recuadro

El Mundo de Andalucía, lunes 13 de octubre de 1997

Lo que es la climatología

 

¿Hablamos cada vez peor o me lo parece a mí? Nada más volver del veraneo, pegando la oreja en las conversaciones de la calle y de los autobuses, en las entrevistas de la radio, en los programas de la televisión, advertí un nuevo vicio de lenguaje, que está haciendo más estragos todavía que aquel famoso a nivel de, e hice un artículo de aquello. La moda es esa absurda anteposición de lo que es entre el verbo y el predicado que nos inunda, nos desborda, arrasa:

--- ¿Puede decirme por dónde se va a lo que es La Campana?

--- Usted tire por lo que es toda esta calle, recto, por aquí por lo que es Sierpes, y verá cómo sale derecho a un sitio donde verá usted lo que es un kiosco, de lo que es Curro el de los periódicos. Bueno, pues entonces está ya usted en lo que es La Campana.

Lo más bonito de eso de lo que es radica en que es absolutamente prescindible. Jueguen, a modo de jeroglífico, con suprimir el lo-que-es en las dos frases arriba transcritas, y verán que las oraciones dicen exactamente lo mismo.

--- Vamos, que lo que es en verdad es absolutamente inútil.

Pero es la moda. Y arrasadora, Más que las botas y los ombligos al aire de las niñas modelo Spice Girls todavía. Quieras que no, estas cosas se pegan al riñón del oído y a nuestra memoria de hablantes, y que levante el dedo quien no se haya sorprendido a sí mismo después de haber dicho una construcción gramatical con lo que es. Ocurre en las mejores familias. Hasta a Gómez Marín se lo oí decir la otra mañana en la tertulia de Luis del Olmo. Pero como buen discípulo de las benedictinas enseñanzas, lo dijo muy poco. Casi ná.

Claro que lo que es tampoco es nada al lado de la climatología. Estos dorados días de lo que toda la vida de Dios era el veranillo del membrillo, el verano de San Miguel, el verano indio de los americanos, es ahora cosa de la climatología. No hace buen tiempo o mal tiempo, sino buena climatología o mala climatología. Entre el cambio climático, el agujero de ozono, los caprichos del puñetero "Niño" y los vicios de lenguaje, los hombres del tiempo de la televisión han pasado a ser los hombres del clima. Javier Villán, que aparte de buen aficionado tiene buen oído, lo advertía en una memorable crónica de Las Ventas, el pasado mes de junio: "Los altavoces anunciaron a las siete de la tarde que la corrida se retrasaba 20 minutos "por si cambiaba la climatología". Difícilmente puede cambiar en un cuarto de hora algo tan establecido como la climatología de un país... o de una plaza de toros. Quizás se referían a algo más cambiante e impredecible como la meteorología. Y a las 19.20 horas empezó la fiesta. Por fortuna, ni la climatología ni la meteorología, ni las perturbaciones atmosféricas sepultaron las condiciones de los magníficos toros de Celestino Cuadri..."

Todas las mañanas, cuando las radios dan el boletín del tiempo en Sevilla y en Andalucía, usted estará harto de oír, como yo frases como ésta: "En zonas litorales y de la vega del Guadalquivir no se esperan cambios importantes en la climatología, por la persistencia de un anticiclón en el golfo de Cádiz. En la zona de la sierra, sin embargo, sí tendrán una climatología más lluviosa, y habrá que sacar los paraguas..."

Entre climatología y lo que es, estamos dejando el castellano hecho unos zorros. Nos estaría de más que el Gobierno de Madrid, como hace la Generalitat con el catalán, decretara la inmersión lingüística en el castellano, que falta nos hace. Porque en cuanto a la inmersión lingüística en el habla andaluza que debería decretar la Junta, hace ya muchos años que perdí toda esperanza. Vamos, lo que es toda esperanza. El desprecio por la belleza del habla andaluza sí que forma parte de lo que es la climatología cultural de Andalucía.


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