El Recuadro

El Mundo de Andalucía, miércoles  28 de enero de 1998

El andaluz como objeción

  

Hay que decir a la Dirección General de Tráfico que da igual que los coches de la ciudad de los Sitios lleven en la matrícula la GE de Gerona o la GI de Girona. Como diría Pacheco antes de haber vendido el andalucismo por un plato de lentejas y dos consejerías y media, me la remanfinfla. Porque a los catalanes no les vemos ya ni la matrícula... Así que pueden poner en las placas de los coches de Gerona lo que tengan por más conveniente. Como si quieren poner una placa de pizarra de Carmen Amaya que hayan encontrado en Les Encantes de Barcelona... Antes, las cosas de los catalanes nos daban coraje, y ahora, desde que el andalucismo ha entregado la cuchara con la que se comió el plato de lentejas, nos dan envidia. Raro es el día que no leemos una noticia de ésas que nos hacen pensar que de mayores queremos ser catalanes. Un ejemplo: si, a pesar de Borjas Blanca, el olivar fuera un asunto de interés nacional de Cataluña, prontito iba a estar el comisario Fischler, esa segunda edición de Jacinto Pellón, limpiándose en las cortinas de Bruselas y en los frascos de aceite de primera presión de Baena, toma del frasco... Ay, Dios, ¿por qué siempre el futuro de los andaluces tiene que estar en manos de un comisario? Quizá por no haber llevado antes a comisaría a unos cuantos, que muerto el perro de la incompetencia se habría acabado la rabia del desprecio a nuestros asuntos nacionales.

Pero íbamos por la matrícula de los coches de Gerona, que no les vemos ni la ídem. Y por este diario hervor de agua del radiador que sentimos leyendo envidiables noticias catalanas. La de hoy: yendo a clases de catalán, los objetores de conciencia catalanes estarán cumplidos con la Prestación Social Sustitutoria. Así que nada de sacar a pasear ancianos, nada de recoger papeles de los parques, nada de camilleros de la Cruz Roja. Un buen manual de catalán, unas clasecitas sobre los jueces que comían hígado en plan tres tristes tigres, y se acabó la prestación, llegó el Honorable y mandó parar. Aceitunita comía, huesecito fuera. Digui, digui, y el canuto con la licencia por lo civil, digo... El que rompa a hablar en catalán se libra de la mili y de esa mili por lo civil que es la prestación. Todo por la Patria Catalana.

Y está muy bien. No le pongo ni un pero. Pero miro a mi tierra y veo la situación del habla andaluza, y me harto de llorar al pie de un árbol sin frutos donde se cuelgan los libros del habla malagueña de Antonio del Pozo, del habla gaditana de Pedro Payán, ¿será por libros? Ese Libro Gordo de Petete tenía que estar en el Canal Sur, en las emisoras andaluzas. Ese libro tenía que estar en una campaña que nunca existió ( porque no hay voluntad política), que nos hubiera devuelto a los andaluces el orgullo de serlo, que hablar con nuestro acento es tan castellano como las eses de Valladolid, sólo que con una fonética más bella y con un léxico y unos recursos gramaticales mucho más ricos... Aquí no es que el que hable andaluz se libra de la mili, sino que al que hable andaluz y no hable como los locutores de Canassss Susssss, así muy de Madrissss, lo toman por un inculto, por un primo de la ordinaria rubia del moño del enguarre nocturno. Con una campañita de los labios verdes de vez en cuando, se quedan tranquilos y se lavan, aclaran y centrifugan sus malas conciencias del desprecio a la cultura andaluza. ¿Para qué ha servido esa campaña de los labios verdes? Pues para que Canal Sur, por ejemplo, siga importante profesionales de Madrid para sus programas, como si no hubiera licenciados andaluces de Ciencias de la Información en el paro.

--- No se ponga usted así, hombre... Lo que pasa con el habla andaluza en Canal Sur es que como los locutores ya tienen todos el servicio militar hecho, no han podido librarse de la mili aprendiendo andaluz...

No, mi querido amigo: lo que pasa es que aquí el habla andaluza andaluza sigue siendo en sí misma una objeción...


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