El Recuadro

El Mundo de Andalucía, lunes 16 de febrero de 1998

El Príncipe vendrá a los toros 

 

El secreto lo tenía Poli Maza, que se escribe Conde de la Maza y se pronuncia Poli Maza. El secreto para que el Príncipe de Asturias vaya a los toros. Resulta que como es voz común y se ha puesto de relieve al cumplir sus treinta añitos, que decía Agustín Embuena cuando dedicaba discos en el programa del oyente, el Príncipe de Asturias sale casi más a su augusta madre que a su egregio progenitor. Otros aseguran que por fuera es como la Reina y por dentro, como el Rey. Que tiene un pronto completamente Shlewing-Holstein, que corrige cuando, en la corta distancia, sale el Borbón que lleva dentro y se acaba el corte que dan los estiramientos de la Corte que no hay, pero que existe. La Reina, por ejemplo, lleva la Corte dentro y le sale en la delicadeza de la sonrisa, en su dificilísimo arte de marcar distancias. Un gesto de la Reina, un solo gesto, para más que Zubizarreta. Como una sonrisa del Rey da más confianza que un médico de cabecera antiguo.

Don Felipe, vaya por Dios, ha salido a la madre en táurica cuestión. El Rey va frecuentemente a los toros. Estuvo, por ejemplo, en una barrera de Las Ventas junto a Curro Romero en una corrida de la Prensa de Madrid. Y cuando desde el callejón lo vio El Jaro, le dijo al Faraón:

--- Anda, Curro, que estamos hoy mal acompañados...

El Rey va arriba al palco real de Las Ventas, con su aficionadísima madre, la madrina de guerra del currismo militante, cuando la solemnidad de la Beneficencia lo requiere, o va abajo, a barrera, en las demás ocasiones. Ésta es la hora en que se pueda decir cuándo ha ido la Reina a los toros. Creo que le regalan un abono de Canorea al que diga que ha visto a la Reina en los toros. Y del Príncipe, no digamos. Tenemos un Príncipe de ecologismo de Segunda Cadena y de animalismo de arte y ensayo, que una vez que fue a los toros en Sevilla mejor que no hubiera ido, porque se salió en el cuarto toro, mientras su augusta abuela lo miraba de una forma, en el arte regio de las miradas, que más que de hija del Infante Don Carlos parecía de hija del Rey de Grecia, como diciéndole: "Pero, niño, ¿tú no sabes que en los toros es de mala educación irse antes de que arrastren el último, al menos por respeto al tercer espada?" Pues nada, cogió Don Felipe escaleras abajo de la Maestranza y salió al Paseo Colón a esa hora triste en que están vacíos todos los aguaduchos del pictolín.

Pero ahora, no. Ahora, por fin, los ganaderos han conseguido que Don Felipe venga a Sevilla, a inaugurar la Feria Mundial del Toro, en plan congresos y exposiciones. Principio quieren las cosas. Se empieza viniendo a la Feria Mundial del Toro, que está en el Palacio de Congresos, y se acaba yendo a la Feria Mundial de los Toreros, que está en la plaza del Arenal, con farolillos y sin farolillos. No es normal esto de que a la Monarquía española de Doña Victoria Eugenia tragando quina en los toros, pero cumpliendo con la tradición española, le haya salido una Reina de la Sociedad Protectora de Animales. Es como si el Rey de Marruecos fuera el representante del Coñac Fundador para el norte de Africa, prohibiendo el vino como lo prohibe el Corán (aunque del brandy jerezano no diga ni media palabra). No es normal que en la Monarquía española de La Chata tengamos un Príncipe de Asturias preocupadísimo por el lince marismeño y objetor de la fiesta que se llama nacional. La solución, pues, la ha dado Poli: es irle organizando ferias para que vaya viniendo a los toros. Tras la Feria del Toro podemos hacer la Feria de los Toreros, la Feria de los Banderilleros, la Feria de los Picadores, la Feria de los Monosabios, la Feria de los Mozospás y la Feria de los Ayudas de Mozospás, y así irá viniendo Don Felipe a los toros. ¿Será por ferias? (Así, de paso, puede que se entere también de que en Sevilla hay una cosa que se llama Feria de Abril, en la que, si mal no recuerdo, aún no se ha dignado poner sus augustos pies.)


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