Suele ocurrir de pronto en el invierno de
Sevilla. Sin que nos demos cuenta, en torno al Miércoles de Ceniza, amanece un día en
que, de golpe, se le viene encima a la ciudad la luz de la Semana Santa. Antes del
"ya huele a Semana Santa" ocurre cada año este milagro del "ya hay luz de
Semana Santa", que no acaba de ser proclamado por los rituales de los sentidos en la
ciudad cuya hermosura hace perderlos. Hasta los animales advierten esta proclamación de
la luz: la cigüeña que llega a las espadañas, los correlimos que pasan hacia Doñana en
sus siempre cambiantes bandadas en forma de signo de interrogación.
En este jardín cerrado y paraíso secreto de
maravillas que es la ciudad, pocos conocen un escondido signo de la cercanía de la
primavera. Hay ya luz de Semana Santa cuando los galápagos de la Casa de las Dueñas
despiertan de su letargo invernal. Quien lo sabe bien es Cayetana de Alba, la dueña de la
Casa de las Dueñas. La otra mañana, con aquella luz, sus compañeras en el puesto de El
Rastrillo la oyeron hablar con Juan el portero:
-- Pues les pone usted comida en la azotea...
¿Y "Eloisa" se ha despertado también o solamente "Pepe Hillo"?
La dueña de la Casa de las Dueñas, del Arca
de Noé de la Casa de las Dueñas, dijo a sus amigas:
-- Os dejo, porque se han despertado ya del
invierno todos mis galápagos...
La ciudad que le dedicó una glorieta a la
vera del río no sabe que tiene en la duquesa de Alba a una ecologista militante en la
defensa de su flora y de su fauna. No conoce a estos cinco galápagos: "Pepe
Hillo" se llama el macho, que lleva en Dueñas casi tantos años como el limonero de
Machado, acompañado por un harén compuesto por "Eloisa", la favorita del
sultán de la concha, más las nuevas galápagas, "Mimosa" y
"Perlita". Conviven con un loro, convivían con la difunta perra
"Lady". Goya pintó a la Duquesa de Alba de entonces con un perro faldero a sus
pies. Si un Goya de ahora tuviera que pintar a la duquesa de Alba de nuestros días,
tendría que ponerle a los pies todo un zoológico, más un Manual de Ecología Práctica
y Aplicada.
A falta de Goya, este retratista ha sido
testigo de cómo Cayetana organizó en Dueñas una comida para proteger a
"Careto", también llamado por los aficionados y monosabios
"Castelar", un pobre caballo de pica de la plaza de Sevilla, preso de un tic de
pánico que le hace abrir espantosa y nerviosamente la boca espumeante de babas en cuanto
huele la cercanía del toro. Tanta lástima daba "Careto" a Cayetana, que dio
una comida a Antonio Peña, alcalde de caballos de la plaza del Arenal y dueño del
bretón, con el exclusivo fin de convencerlo para que lo retirara de la lidia. Mediador:
Curro Romero. Antes de que llegara Peña, escuchamos a Cayetana que le decía:
-- Curro, tú le dices que yo se lo cambio por
un caballo de los míos, el que quiera, pero que quite de picar al pobre
"Careto"...
De nada sirvió el Versalles de la calle de
las Dueñas ni la corte romerista para convencer al alcalde Peña. Lo único que logró
Cayetana fue conseguir que cada año, acabada la temporada, como un desagravio, el
"Careto" pase a su costa el invierno como especie protegida en una de sus
fincas. Amazona de la portada del "Life", su amor por los caballos llega hasta
el punto de que cuando va por Sevilla en su automóvil, le dice a su mecánico cuando
pasan ante una parada de coches de caballos:
-- Manolo, vaya y le dice usted a aquel
cochero que no le tenga el bocado tan tirante al caballo, que el pobre ahora no está
tirando del coche, sino descansando en la parada. Y dígale usted también que por qué no
le pone una manta, con el frío que hace, que si quiere le compramos una...
La llaman para que presida decenas de justas
causas benéficas o caritativas. Cuando lo que de verdad le gustaría es que le pidieran
que encabezara campañas por los árboles, los caballos, los perros, los pájaros. Sobre
todo por los
Puntas del Diamante-------
EL CIRCO.- Cada año va puntualmente a
Venecia. Y en tren, porque nunca toma el avión. Con la jaula del loro, con los perros.
Menos el león que tiene en Liria, todo lo lleva. Hasta el punto que un año le dijo el
revisor, cuando entraba en el vagón: "Señora, ¿pero esto qué es? ¿Un
circo?"
NO HA VISTO PICAR.- Con lo buena
aficionada a los toros que es, desde los tiempos de Manolete, nunca ha visto picar. Cuando
el toro va a entrar al caballo, vuelve la cara, y dice a quien la acompañe en la barrera
del tendido 1: "Cuando terminen de picar, me avisas". Todo el tercio con la cara
vuelta. No lo hace, como pudiera pensarse, por la sangre del toro, por el castigo al
animal. El que le da pena es el caballo de pica, como "Careto"...
LOS ARBOLES.- Pasó un amargo trago
cuando cortaron los árboles de La Campana y Martín Villa, cuando talaron los plátanos
de Indias de San Telmo. No se lo explica: "¿Pero por qué cortan tantos árboles en
Sevilla, con lo bonitos que son los árboles?" Del traslado de su cofradía de Los
Gitanos a la iglesia del Valle, lo que más le ha gustado es que la hermandad va a poner
más árboles todavía en los antiguos jardines de la Ronda, en los alrededores de la
iglesia rescatada.
EL INDULTADO PAVO "ROMERO".-
Un día puse muy bien a Manuel Campo Vidal en un artículo. Al darme las gracias me dijo:
"No sé qué regalarte..." De broma le contesté: "Pues mándame un
pavo..." Como los catalanes no entienden las bromas sevillanas, a la mañana
siguiente tenía el pavo en casa, por Seur, la única vez que Seur ha ido de cosario
antiguo de pueblo. No estábamos dispuestos a matarlo, pero ¿qué hacemos con el pavo?
¡Ya está! La ecologista Cayetana es la solución. Teléfono a Dueñas: "Cayetana,
que me han regalado un pavo y no queremos matarlo". "Ah, desde luego que no,
ahora mismo va Juan a recogerlo y lo mandamos a La Pisana". Y allá mandó al pavo.
"El Pavo Romero" le puso de nombre, porque su plumaje era como la capa de los
pablorromeros. "Romero", años y años, fue el dueño del gallinero de La
Pisana. En vísperas de Navidad, Cayetana llamaba siempre al casero: "Que no se le
ocurra a nadie matar a "Romero"..." Hace dos años, "Romero"
murió de viejo en La Pisana. El único caso conocido de un pavo indultado que murió de
viejo.