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Sevilla con sevillanos

y Puntas del Diamante

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía,   domingo 21 de febrero de 1999


Cayetana, la ecologista dueña de la Casa de las Dueñas

La Duquesa de Alba, con su hija Eugenia y Rivera Ordóñez

La Duquesa de Alba, con su hija Eugenia y Rivera Ordóñez

 

Suele ocurrir de pronto en el invierno de Sevilla. Sin que nos demos cuenta, en torno al Miércoles de Ceniza, amanece un día en que, de golpe, se le viene encima a la ciudad la luz de la Semana Santa. Antes del "ya huele a Semana Santa" ocurre cada año este milagro del "ya hay luz de Semana Santa", que no acaba de ser proclamado por los rituales de los sentidos en la ciudad cuya hermosura hace perderlos. Hasta los animales advierten esta proclamación de la luz: la cigüeña que llega a las espadañas, los correlimos que pasan hacia Doñana en sus siempre cambiantes bandadas en forma de signo de interrogación.

En este jardín cerrado y paraíso secreto de maravillas que es la ciudad, pocos conocen un escondido signo de la cercanía de la primavera. Hay ya luz de Semana Santa cuando los galápagos de la Casa de las Dueñas despiertan de su letargo invernal. Quien lo sabe bien es Cayetana de Alba, la dueña de la Casa de las Dueñas. La otra mañana, con aquella luz, sus compañeras en el puesto de El Rastrillo la oyeron hablar con Juan el portero:

-- Pues les pone usted comida en la azotea... ¿Y "Eloisa" se ha despertado también o solamente "Pepe Hillo"?

La dueña de la Casa de las Dueñas, del Arca de Noé de la Casa de las Dueñas, dijo a sus amigas:

-- Os dejo, porque se han despertado ya del invierno todos mis galápagos...

La ciudad que le dedicó una glorieta a la vera del río no sabe que tiene en la duquesa de Alba a una ecologista militante en la defensa de su flora y de su fauna. No conoce a estos cinco galápagos: "Pepe Hillo" se llama el macho, que lleva en Dueñas casi tantos años como el limonero de Machado, acompañado por un harén compuesto por "Eloisa", la favorita del sultán de la concha, más las nuevas galápagas, "Mimosa" y "Perlita". Conviven con un loro, convivían con la difunta perra "Lady". Goya pintó a la Duquesa de Alba de entonces con un perro faldero a sus pies. Si un Goya de ahora tuviera que pintar a la duquesa de Alba de nuestros días, tendría que ponerle a los pies todo un zoológico, más un Manual de Ecología Práctica y Aplicada.

A falta de Goya, este retratista ha sido testigo de cómo Cayetana organizó en Dueñas una comida para proteger a "Careto", también llamado por los aficionados y monosabios "Castelar", un pobre caballo de pica de la plaza de Sevilla, preso de un tic de pánico que le hace abrir espantosa y nerviosamente la boca espumeante de babas en cuanto huele la cercanía del toro. Tanta lástima daba "Careto" a Cayetana, que dio una comida a Antonio Peña, alcalde de caballos de la plaza del Arenal y dueño del bretón, con el exclusivo fin de convencerlo para que lo retirara de la lidia. Mediador: Curro Romero. Antes de que llegara Peña, escuchamos a Cayetana que le decía:

-- Curro, tú le dices que yo se lo cambio por un caballo de los míos, el que quiera, pero que quite de picar al pobre "Careto"...

De nada sirvió el Versalles de la calle de las Dueñas ni la corte romerista para convencer al alcalde Peña. Lo único que logró Cayetana fue conseguir que cada año, acabada la temporada, como un desagravio, el "Careto" pase a su costa el invierno como especie protegida en una de sus fincas. Amazona de la portada del "Life", su amor por los caballos llega hasta el punto de que cuando va por Sevilla en su automóvil, le dice a su mecánico cuando pasan ante una parada de coches de caballos:

-- Manolo, vaya y le dice usted a aquel cochero que no le tenga el bocado tan tirante al caballo, que el pobre ahora no está tirando del coche, sino descansando en la parada. Y dígale usted también que por qué no le pone una manta, con el frío que hace, que si quiere le compramos una...

La llaman para que presida decenas de justas causas benéficas o caritativas. Cuando lo que de verdad le gustaría es que le pidieran que encabezara campañas por los árboles, los caballos, los perros, los pájaros. Sobre todo por los árboles de Sevilla.

 -----------Puntas del Diamante-------

EL CIRCO.- Cada año va puntualmente a Venecia. Y en tren, porque nunca toma el avión. Con la jaula del loro, con los perros. Menos el león que tiene en Liria, todo lo lleva. Hasta el punto que un año le dijo el revisor, cuando entraba en el vagón: "Señora, ¿pero esto qué es? ¿Un circo?"

NO HA VISTO PICAR.- Con lo buena aficionada a los toros que es, desde los tiempos de Manolete, nunca ha visto picar. Cuando el toro va a entrar al caballo, vuelve la cara, y dice a quien la acompañe en la barrera del tendido 1: "Cuando terminen de picar, me avisas". Todo el tercio con la cara vuelta. No lo hace, como pudiera pensarse, por la sangre del toro, por el castigo al animal. El que le da pena es el caballo de pica, como "Careto"...

LOS ARBOLES.- Pasó un amargo trago cuando cortaron los árboles de La Campana y Martín Villa, cuando talaron los plátanos de Indias de San Telmo. No se lo explica: "¿Pero por qué cortan tantos árboles en Sevilla, con lo bonitos que son los árboles?" Del traslado de su cofradía de Los Gitanos a la iglesia del Valle, lo que más le ha gustado es que la hermandad va a poner más árboles todavía en los antiguos jardines de la Ronda, en los alrededores de la iglesia rescatada.

EL INDULTADO PAVO "ROMERO".- Un día puse muy bien a Manuel Campo Vidal en un artículo. Al darme las gracias me dijo: "No sé qué regalarte..." De broma le contesté: "Pues mándame un pavo..." Como los catalanes no entienden las bromas sevillanas, a la mañana siguiente tenía el pavo en casa, por Seur, la única vez que Seur ha ido de cosario antiguo de pueblo. No estábamos dispuestos a matarlo, pero ¿qué hacemos con el pavo? ¡Ya está! La ecologista Cayetana es la solución. Teléfono a Dueñas: "Cayetana, que me han regalado un pavo y no queremos matarlo". "Ah, desde luego que no, ahora mismo va Juan a recogerlo y lo mandamos a La Pisana". Y allá mandó al pavo. "El Pavo Romero" le puso de nombre, porque su plumaje era como la capa de los pablorromeros. "Romero", años y años, fue el dueño del gallinero de La Pisana. En vísperas de Navidad, Cayetana llamaba siempre al casero: "Que no se le ocurra a nadie matar a "Romero"..." Hace dos años, "Romero" murió de viejo en La Pisana. El único caso conocido de un pavo indultado que murió de viejo.

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