ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC,  21 de mayo de 2014                 
                                
 
Pedir la llave
 
Como la hostelería siga así, nos van a denunciar a todos por intrusismo en su profesión José Joaquín y Javier Zulueta Rodríguez, los hijos de Quini, los bisnietos de Trigo, los dos alguaciles de la plaza de toros de Sevilla. Hasta ahora los dos alguaciles eran los únicos que pedían en Sevilla la llave, cuando, roto el paseo de las cuadrillas, a uno de ellos le franqueaban la barrera de la Puerta del Príncipe, resonaban los cascos de su caballo sobre los ladrillos junto a la antigua reja del convento de Regina, se destocaba y el presidente, con certera puntería, le tiraba hasta el chambergo la simbólica llave de los chiqueros que pedía.

Bueno, pues al menos dos señeros lugares de la sevillana hostelería convierten a todo sevillano en trance de micción en émulo de los alguacilillos Zulueta. Ha vuelto un viejo rito que había desaparecido en los bares de Sevilla: pedir la llave como los alguacilillos para ir al baño. Antes la tenían que pedir sólo las señoras. No sé por qué, los cuartos de baño de señoras, los pocos que por cierto había en los bares, antes de que fuesen obligatorios con separación de sexos, estaban todos cerrados a cal y canto. Llegaba la señora en un aprieto, se acercaba al cuartito (como le decíamos en el colegio de la Doctrina Cristiana a lo que luego en Portaceli fue "lugares"), empuñaba el picaporte y, zas, no había forma de abrir: aquello estaba cerrado con llave. Y la cuestión era que a la señora en tal aprieto siempre la endiquelaba alguien que le daba la solución al verla con cara de angustia. El enterado de turno (porque por Sevilla andan sueltos siempre los enterados de guardia) le decía, muy convencido:-

-- No, señora: el servicio está cerrado. Eso tiene usted que pedir la llave en el mostrador a un camarero.

Y, mira tú por dónde, toda la clientela del bar se enteraba que la tal señora iba al baño. "Crónica de una micción anunciada", con palabras de García Márquez, era el uso del baño por las señoras en los bares. Repito: de las señoras. Pero es que ahora, quizá por la Ley de Igualdad, la norma es para todos, señoras y caballeros. Nada, a ponerse el traje de época de los Zulueta y a pedir la llave en los bares, como una señora de antes de la Expo.

Donde primero me ocurrió tener que pedir la llave fue en lugar tan clásico, sevillano y tradicional como Ochoa. Me tomé en la barra mi café y mi cruasán, pagué la cuenta a un veterano y atento camarero que me atendió por mi nombre y con el "don" por delante y antes de salir a la Cerrajería entré al baño. Bueno, intenté entrar. "Jardín cerrado para pocos", como el clásico. Tanto el de señoras como el de caballeros, cerrados con llave. Intento vano de abrir el picaporte. Y junto a las puertas, ¡ah!, un chisme electrónico como el teclado de una calculadora. ¡Ya está!, pensé: esto es que hay que marcar una contraseña para entrar. Una cosa así creo que tienen en la cámara acorazada de los sótanos del Banco de España en Madrid para guardar el oro. Ochoa guarda de igual modo el tesoro de la taza para la micción o la defecación en caso de apretones callejeros. ¿Qué hacer ante esa clave? Preguntar. Y el amable camarero te dice que en el tique de la consumición viene abajo un número que es la clave que debes teclear en este sistema de seguridad que Ochoa ha importado no sé si del Pentágono o de la NASA, de un sitio de alta seguridad desde luego.

Y cuál no sería mi sorpresa cuando otro día entré al bar irlandés del Hotel Inglaterra y al intentar luego pasar al baño maravilloso frente a la vitrina de los premios de la familia Otero, lo mismo. Cerrado. Hay que abrir con la llave electrónica del cuarto. ¿Y los clientes del bar? Menos mal que lo suple la amabilidad del personal de conserjería y bar del viejo y querido Inglaterra. Que te explica que antes entraba todo el mundo y aquello era el WC oficial de la parada de taxis... Sólo he vivido estos dos casos. Por ahora. A lo mejor hay más. Y ya digo: como se ponga de moda tener que pedir la llave para ir al baño en los bares, los alguacilillos nos van a denunciar a todos por intrusismo profesional. ¡Porque se le pone al camarero una cara de presidente de los toros cuando le pides la llave!

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