ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC,  7 de junio de 2014                 
                                
 
Salvar al magnolio de la Catedral
 
Como en el Desembarco de Normandía, cuyo cabo de año celebramos, Steven Spileberg se empeñó en "Salvar al Soldado Ryan", así quiero hoy contarles una película que ojalá no tenga final triste: "Salvar al Magnolio de la Catedral". Verán ustedes. Estamos en la parte más honda y lírica de la primavera de Sevilla, que para algunos no es la de los naranjos en flor y los poetastros desparramando versos malos sobre la Semana Santa. En esta parte de la primavera no hay más cofradías que las mesas de cocina convertidas por los niños en ilusiones en forma de cruces de mayo. Es tiempo de carretas por ambas orillas camino del Rocío. Esta parte de la honda y verdadera primavera de Sevilla es la del Pentecostès florido. Cuando ya ha florecido la jacaranda y la buganvilla. Cuando la tipuana está en flor, escoltando al río a lo largo del Paseo Colón y alfombrando con sus petaladas amarillas las procesiones de gloria o a Su Divina Majestad bajo el palio sacramental de un cumplimiento pascual de cera roja, carráncanos y chaqués. Y es ahora cuando florecen los magnolios. Los magnolios son los seises de estos árboles florales de Sevilla. Ofrecen la blancura eucarística de sus flores como de Custodia y Tantum Ergo cuando saben que van a bailar los seises y por la puerta de San Miguel va a salir la Custodia de Arfe el de la calle Arfe, que como El Pali y Ángela la Calentera también era del Postigo.

Los cernudianos saben que el magnolio es su árbol y la magnolia su flor. Un mármol recuerda al salir del recodo del revellín del callejón de la Judería, en la tapia de la casa de los Condes de Luna, dónde asomaba su belleza aquel inmortal magnolio de "Ocnos", que aún florece en las páginas de la mejor declaración de amor a Sevilla, del mejor largo poema en prosa de toda la literatura española del siglo XX. Hay avenidas que son un homenaje al magnolio, como la de Rodríguez Caso en el Parque, con los monumentales ejemplares que van desde los Marineros Voluntarios a la Plaza de España. En la Casa de Pilatos está el magnolio más alto y más antiguo de Sevilla, buscando el cielo y buscando la luz...

...Y hay un solitario magnolio que es como un homenaje a Cernuda, y del que he escrito muchas veces. Le oí al ya citado Pali llamarlo "el magnolio del Alfolí". El Alfolí era como los antiguos del barrio lllamaban a lo que ahora es Correos, entre la Avenida, Almirantazgo y Tomás de Ibarra. Allí, junto al Postigo, estaba el Alfolí de la Sal, el estanco de las rentas de la sal. Y en recuerdo del Alfolí de la esquina opuesta así llamaba Palacios a este magnolio solitario de la esquina de la Catedral con la Casa Lonja y Correos. No crean que es tan antiguo. Yo lo he visto crecer. Vi cómo una vez colocaron bajo sus ramas la estatua del Martínez Montañés, que quitaron del Salvador...¡para que pudieran aparcar más coches! Y la colla flamenca del Gran Simón, El Gringo, Manolito Rubio y Gutiérrez cantaban en el tablao de La Cochera una letrilla con música chirigotera del salamalecún de Paco Alba: "A Martínez Montañés/del Salvador lo han quitao/y frente a los meaeros/que hay en Correos/ lo han colocado".

Se llevaron a Martínez Montañés de vuelta al Salvador y quisieron poner allí el bronce de Juan Pablo II. Y el magnolio siguió en su esquina. Pero este año, ay, apenas está dando flores. El magnolio de la Catedral está enfermo, espelechando como un perro callejero sarnoso. Sus hojas han perdido el brillo y las ramas su poderío. Se le ve seco. Apenas ha dado magnolias. ¿Quién riega el magnolio? ¿Lo riegan acaso? ¿Está enfermo este magnolio monumental o es que la indolencia municipal de la ciudad arboricida lo ha dejado secar? Se libró de la tala de árboles que Monteseirín hizo en la Avenida para su dichoso tranvía, pero no del abandono y el olvido. Yo creo que ni las dos flamencas que bailan para los turistas bajo su sombra se han enterado de que hay que salvar al magnolio de la Catedral. ¿El concejal de Parques y Jardines dice usted? Ese, menos todavía, ¿usted no ve cómo tiene al pobre magnolio? Yo creo que ese señor ni sabe qué significan los magnolios en la Sevilla del ruiseñor sobre la piedra del atardecer en la Catedral de Luis Cernuda.

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