Antonio
Burgos:
"Curro Romero. La esencia"
Planeta, 2.000
408 pp.,
2.755 Ptas., 15,56
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El conocido periodista y escritor Antonio Burgos se ha puesto en la
piel de Curro Romero para narrar la biografía de este mito viviente de la Tauromaquia.
La obra, que está escrita en primera
persona, tiene un ritmo frenético y el lenguaje coloquial utilizado nos acerca, y de qué
manera, a lo que cualquier aficionado desearía conocer: las vivencias más íntimas de
Curro Romero, desde sus años mozos hasta la etapa actual.
Burgos nos deja claro que la vida del
Faraón de Camas, el apelativo preferido por el diestro, no ha sido nada
fácil. Sus inicios cuidando ganado, el difícil paso por el servicio militar que le
obligó a parar de torear y los cuatro toros que se le fueron vivos al corral, contrastan
con la suerte que ha tenido con las sustituciones en los cárteles, en gran parte
culpables de sus sonados éxitos. La gran personalidad del veterano diestro queda de sobra
contrastada y es que a Curro no le gusta salir en hombros, ni la popularidad o menos que
mutilen al toro para darle los trofeos. Él adora torear de cadera a cadera, el capote
pequeño cogido con dos dedos que le permita sentir los pliegues del engaño, y sueña con
poder hacer algún día una faena entera con esos vuelos a un toro bravo.
Gran admirador de su madre y de la gente
sencilla, siempre ha tenido una gran legión de seguidores, que encabezó la Señora,
María de las Mercedes, y es que ya sea en Rusia, en Suecia o en el campo del Betis, la
esencia se expande rápidamente.
En este libro que se le pega a uno en las
manos, se incluye igualmente una gran cantidad de anécdotas, excelentemente descritas,
que harán soltar más de una carcajada al lector, como cuando se produce el terremoto en
Sevilla, las ocurrencias del Loqui, la camilla de Zafra...
Antonio Burgos y Curro Romero han logrado
fundir la pluma y la franela en una magnífica obra literaria merecedora de la Puerta del
Príncipe, y es que queda claro que hay Curro para rato y para llenar otro libro tan
excepcional como éste.
Jorge Cebrián |