Burgos colgó el no hay localidades en
la presentación de su libro Curro Romero fue el gran ausente en un
acto multitudinario
Luis Rivas El Puerto
Enrique Montiel, junto a Antonio Burgos, durante
sus palabras de presentación del libro. Les acompañaban en el estrado el doctor Julio
Mendoza, cirujano-jefe de las plazas de Jerez y El Puerto, y José Antonio López Esteras,
presidente del Hotel Monasterio San Miguel, cuya Aula Cultural organizó el acto. Texto completo de la presentación de Enrique Montiel
Aroma de romero y esencia de toreo embadurnaron el Auditorio del
Monasterio San Miguel el jueves. Con la solemnidad acostumbrada, y como telón de fondo el
atrezzo monacal, Antonio Burgos hacía un paseíllo reliado en su capote de seda,
alternando como biógrafo del Faraón de Camas, Curro Romero. Como presentador del acto y
alguacil haciendo el despeje de plaza, otro periodista y poeta Enrique Montiel.
La plaza, digo yo, el salón, abarrotado y el cartel de no hay localidades, y
una presidencia digna, Rafael Román, presidente de la Diputación, Teófila Martínez,
alcaldesa de Cádiz, y Fernando Gago, presidente de la Plaza. Representaciones militares
no faltaron, con el almirante de la Flota, y como coincidía con el congreso internacional
de cirugía taurina, amplia representación de la profesión médica, con los doctores
Julio Mendoza y Ramón Vila como alma mater del evento.
El que se esperaba no llegó, naturalmente, el maestro Curro Romero. Coincidía, según
aclaró Burgos, con una encerrona de dos toros esa misma tarde en la plaza de toros de
Alcalá de Guadaira. Las reses se las había regalado su amigo Luis El Litri,
aunque a más de un guasón no se le escapó aquello de el mal fario, que
diría Curro Romero al verse rodeado de tantos medios.
El libro ya está en la calle, habiendo sido El Puerto la segunda estación después de
Sevilla, donde se ha presentado en sociedad. No iba a ser menos. Para eso es tierra de
toros y toreros y aquí Curro torea como en su casa.
El escritor isleño Enrique Montiel hizo una extensa y detallada presentación en la que
fue describiendo, pasito a pasito, diversos lances que componen las 407 páginas de esta
obra bien rematada y bien escrita por Burgos, y contada con alma y sentimiento por Curro
Romero. Desde aquel 27 de mayo de 1957, en que Curro Romero siendo novillero, salió con
dos orejas de la plaza de Sevilla, ha llegado a su 47 temporada, que inicia la próxima
semana en el palacio de Vistalegre, dejando una huella indeleble en la historia de la
tauromaquia. Aparte de contar cosas del toro y sus gentes, sobresale la descripción
perfecta del torero como hombre y el hombre como torero. Como dice Montiel,
arrebujaítos salen las faenas perfectas.
Antonio Burgos, cuenta lo difícil que es Curro, pero quiere llegar al lector con algo que
no viene en El Cosío. En dos palabras, no el Curro de las estadísticas, de
las dos orejas, del toro que le devuelven o que no lo mata. Es el hombre y el tiempo que
vive desde que era un zagal en el cortijo de Gambogaz, pasando por mancebo de una
farmacia, hasta llegar a Faraón del toreo. De Curro Romero dice su biógrafo que es la
continuación de mito del toreo como Pepeíllo, el Gallo...
En definitiva, es un libro recomendable para todo buen aficionado y para todo buen lector,
porque también tiene su parte sentimental donde el amor, en sus últimos tiempos, ha
influído en su ánimo y en su toreo. Así lo cuenta el propio torero. La anécdota de la
noche fue la larga cola que se formó una vez terminado el acto para que el autor firmara
el correspondiente libro.