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Aparte
de la entrega del premio a Alvaro Mutis en la Universidad de
Alcalá de Henares; aparte de la lectura de "El
Quijote" a modo de libro de rezo de las horas canónicas a
lo largo del día en el Círculo de Bellas Artes; aparte de la
recepción de Su Majestad en Palacio a novelistas, poetas,
ensayistas, articulistas, editores y otras gentes de mal vivir;
aparte de los puestos de libros en las calles con el 10 por
ciento de descuento, he echado en falta, como cada año, el
mejor homenaje a Cervantes, que sería que por un solo día y
sin que sirva de precedente se usara apropiadamente la lengua al
menos en su tocaya la Televisión Española. Otro año más que
me he quedado sin ver cómo se celebra el Día del Cuyo.
-- ¿Cómo es eso del Día del Cuyo?
Propongo el Día del Cuyo porque con motivo de la fiesta de
Cervantes debería celebrarse la fecha dedicada a remediar los
peligros de empobrecimiento que está sufriendo la lengua
española, que podríamos simbolizar en la práctica pérdida
total de uso del pronombre relativo que aparece como la octava
palabra usada por Cervantes en el arranque de "El
Quijote": "En un lugar de la Mancha de cuyo
nombre no quiero acordarme..." Entre planes de estudios,
contenidos curriculares e itinerarios de sentido único hacia
las Humanidades o la Tecnología, hemos conseguido tras no pocos
esfuerzos que esa forma pronominal, con lo castellana, hermosa y
eficaz en la expresión que es, se encuentre en trance de
pérdida. Hagan la prueba. A quien oiga en un telediario las
formas "cuyo" o "cuya" o su plural
"cuyos" y "cuyas", creo que le regalan la
colección completa de los discos de la Operación Triunfo. Lo
más común es oír complicadas construcciones de este corte:
"El BBVA, del que hasta ahora era su presidente Emilio
Ybarra..." Con lo bien que suena: "El BBVA, cuyo
presidente era Emilio Ybarra..." Lo más común es oír
frases de este tenor: Luis Cernuda, del que en este año se
cumple el centenario..." Con lo bonito (y cernudiano) que
es decir: "Luis Cernuda, cuyo centenario se cumple este
año..."
Por eso propongo el Día del Cuyo: una fecha en que este
pronombre en trance de pérdida fuera usado profusamente y con
toda propiedad. Que el hombre del tiempo dijera: "Estamos
en un anticiclón cuya influencia llega hasta Francia". Que
el presentador informara: "Ha sido abierta la autopista
cuya cinta inaugural cortó el ministro". Y no que se
dieran estos circunloquios habituales: "el anticiclón del
que estamos en su campo de influencia" o "la autopista
de la que el ministro cortó la cinta inaugural". Si
Cervantes hubiera sido sufridor oyente habitual de las actual
degradación informativa de la lengua, habría arrancado
"El Quijote" de otra forma. Habría escrito: "En
un lugar de la Mancha del que no quiero acordarme del nombre que
tiene..." El cuyo está mucho más en peligro de extinción
que el lince.
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