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En
materia de lenguaje deportivo en principio no fue el verbo, sino
el "Marca". Las portadas y titulares del diario
deportivo han creado más lenguaje que muchos novelistas y
poetas. La gente habla de fútbol con palabras y conceptos que
lee en el "Marca". Y quien no esté en las claves de
ese lenguaje deportivamente correcto, no entiende nada. Me
parece que fue Lázaro Carreter quien confesó que no había
entendido ni papa al leer en un titular: "Los colchoneros
lograron un valioso positivo en La Rosaleda". Decía:
"Sé qué significa colchonero, el que hace colchones; qué
es valioso, qué positivo; sé qué es una rosaleda... Pero no
comprendo qué quieren decir con esto de que los que fabrican
colchones lograron una meritoria afirmación en el jardín donde
se cultivan rosas..."
Cuando en 1960 el Real Madrid de Di Stéfano y Puskas
consiguió en este mismo campo escocés de Hampden Park la
quinta Copa de Europa que se llevaba a sus vitrinas, el
"Marca" acuñó una palabra clásica entre las
clásicas, que todo el mundo comprendió y empezó a usar:
"Pentacampeones". A nadie, y menos a Lázaro Carreter,
había que explicar que significaba que eran cinco veces
campeones de Europa. Era, naturalmente, una España donde en los
planes de estudio las lenguas clásicas ocupaban el lugar que
nunca debieron perder. Se estudiaba Latín en el Bachillerato
Elemental y Griego en el Superior, rama de Letras.
La mejor prueba de la depauperación de la lengua y, con
ella, de la jerga deportiva, es que ahora, con la novena Copa de
Europa en la vitrina, el "Marca" no ha titulado "Eneacampeones".
No lo comprendería nadie. Creerían que habían ganado una copa
tejida con enea, como el asiento de las sillas de muebles
rústicos. Gracias al abandono de las Humanidades, entendemos lo
de "Chámpions" perfectamente, como entendemos que
"Europe is living a celebration". Pero de raíces
clásicas, cero. Lo más que he llegado a escuchar a un locutor
deportivo es que el Real Madrid era "nonacampeón".
Vamos, como si hubiera ganado 90 veces la Copa de Europa. No
pongamos límites a la Divina Providencia, que Dios, en su
infinita perfección, tiene que ser madridista. Pero de momento
el Madrid es simplemente eneacampeón. Y como por el abandono de
las Humanidades no sabemos decirlo con prefijo helénico,
tenemos que recurrir "a Beethoven con la Novena" (que
es un verso eneasílabo).
Sobre extranjerismos en el lenguaje del
deporte:
La novena
La
Championlí
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