Cuantos más programas deportivos de radio oigo, más me preocupa la final
de la Copa de Europa del 24 en París, el Valencia contra el Real Madrid. Y no es que
tenga perdido el sueño por si gana el Real Madrid o de deja de ganar, sino porque
compruebo que, a este paso, dentro de poco aquí no hablarán castellano ni Luis Alberto
de Cuenca ni Juaristi, los nuevos barandas del asunto. De momento, lo que se juega en
París no es lo que he dicho arriba, la Copa de Europa, que es lo que jugaba siempre, y
ganaba, el Madrid, cuando el Madrid era el Madrid. Tampoco se juega la final de la Copa de
Campeones. Nada de eso. Por lo oído, lo de París debe de ser una cosa muy rara: la
Championlí. Suena así, pero no sé cómo se escribe. Si Championlí todo junto; si Chan
Pionlí, que suena a ilusionista del circo imposible de Angel Cristo; o si Champion Lí,
que suena a té en bolsitas o a bujía para el coche.
Leo la Constitución y cada vez dudo más de lo que pone allí: el
español es la lengua oficial del Reino de España. Anda ya... En lo que más se oye y
más se lee, que es el deporte, cada vez se usa menos la lengua oficial. Parece que estás
más en los tuétanos del asunto si lo dices en inglés. Aquí todo el día están las
radios dale que te pego con los play off del baloncesto, con el open de
tenis, con la Bundesliga, con la Ryder Cup de Valderrama, como Juanito, pero
sin Dolores Abril, sin emigrante y sin primera comunión, que es un milagro que ese campo
no lo llamaran Valley Branch. Y ahora, para remate de los tomates que han de cavar en
París, la Championlí.
Luis Alberto de Cuenca debía ir de alcalde de Móstoles ante este
peligro: "Españoles, le lengua castellana está en peligro, acudid a salvarla."
En tres inmensos territorios de este Reino, como son todas las provincias vascongadas,
gallegas y catalanas, el español ha desaparecido ya de los topónimos y de las señales
de carreteras. Dentro de nada la Guía Michelín habrá de incluir un diccionario
español-vascongado, vascongado-español para poder circular por las carreteras del País
Vasco. Si yo voy a Fuenterrabía, ¿cómo sé que tengo que salir de la autopista por
donde pone Ondarribia?
Nos quedaba el reducto de la España hispanoparlanete, pero ahí viene el
deporte y nos impone como lengua del imperio del inglés, y a la Championlí me remito.
Cuando, la verdad, si a mí me dicen Champion, pienso en el supermercado que han puesto en
la gaditana calle de la Libertad, en lo que antes era Simago, donde vendían los pollos
con más mala cara del mundo. No tanta como la mala cara de enferma que se le está
poniendo a la lengua castellana.