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Paz,
piedad, perdón. Las tres palabras de don Manuel Azaña en su
memorable discurso de Valencia el 18 de julio de 1938 han vuelto
a resonar en el Congreso de los Diputados. Los grupos
parlamentarios han cincelado definitivamente las palabras
"concordia" y "reconciliación" sobre esa
losa del 20 de noviembre que aún pesa sobre nosotros. Honor a
los vencidos. A todos los vencidos. Vencidos en la guerra civil
fuimos todos, hasta quienes nacimos tras ella y tardamos muchos
años en estrenar libertades.
Vencidos fueron, ay,
muchísimos vencedores. Paz, piedad, perdón. Vengan cuanto
antes y para siempre. Para absolutamente todos. Vamos a
olvidarnos del terror franquista, pero también de todos los
terrores. Y para olvidarlos, vamos a citarlos por única, quizá
por última vez. A esa paz, a esa piedad, a ese perdón, yo le
pongo ahora unos nombres familiares, las caras de unas fotos
amarillas, que volví a ver la otra mañana. Era día de
Difuntos y subimos con unas flores hasta el
cementerio serrano de Guadalcanal. En el mármol del
panteón familiar, el nombre del abuelo de mi mujer: Julio Herce
Nogales, muerto en agosto de 1936 y no precisamente de un
cólico miserere. El comité revolucionario del Frente Popular
que lo tenía en la cárcel por el gravísimo delito de ir a
misa y de llevar además entre sus manos el devocionario
"El caballero cristiano" lo sacó un amanecer y lo
fusiló sin juicio previo. Al lado de su nombre, el su hijo, el
tío Julio de Isabel: Julio Herce Perelló, estudiante de
Derecho, fundador de la Falange en Sevilla, fusilado en una
cuneta de agosto del 36, cuando se oyeron por el pueblo voces de
que se acercaban los moros y los nacionales.
Junto al nombre del abuelo y
del tío Julio vi en aquella lápida también el de mi suegro:
Daniel Herce Perelló, camisa vieja de Falange. Sobrevivió.
Murió hace tres años y fue quien me contó estas tristes
historias de familia, cómo no cayó con su padre y con su
hermano, salvado por la flor de su edad. Preso como estaba,
cuando lo iban a sacar aquel amanecer junto a su hermano,
alguien que trabajaba con ellos en el campo dijo:
-- ¿A este lo vais a sacar
también? Pero si es un niño, si sólo tiene quince años...
Concordia y reconciliación por
la represión de la guerra civil. De acuerdo. Permítanme, no
obstante, que sobre el mármol de esos nombres familiares
recuerde que hubo también muchos vencidos entre los vencedores.
Vencidos nada menos que por la muerte.
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