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                sólo poner una pe y una hache intercaladas en su apellido y una
                forma personal de decir las canciones, hace muchos lustros que
                consiguió q ue España entera y el mundo de habla hispana
                supieran que Raphael, con PH, era Rafael Martos, de Linares. Yo
                creo que lo del PH se lo puso Raphael en el nombre artístico
                por respeto al otro Rafael, sin PH, al genio de la pintura. Si
                se ponía Rafael a secas, como aquí hay tantísimo conocimiento
                de la Historia de la Pintura (por aquí), la gente iba a creer
                que quien iba a cantar "El pequeño tamborilero",
                "Cuando tú no estás" o "Digan lo que
                digan" era Raffaello Sanzio, aquel Rafael cuyos cuadros, en
                la copla de otro Rafael, Rafael de León, iba a diario Juan
                Miguel a hacerles copias en el Museo de Sevilla a fin de que
                pudiera salir la letra de Triniá la de la Puerta Real. En sus
                triunfales discos que han obtenido todos los metales habidos y
                por haber (discos de oro, de platino, de uranio y yo creo que
                hasta de titanio, como la filomatic) Raphael nunca ha renegado
                de su tierra andaluza, y los clubes de fans que tiene por todo
                el mundo lo conocen como El Niño de Linares. Ha tenido siempre
                a gala Raphael mostrar estas raíces, y eso que muy niño se
                trasladó a Madrid desde aquel Linares donde había nacido poco
                antes de que el toro matara allí a Manolete. Linares, de esta
                forma, dio a la mitología popular española dos símbolos: la
                muerte de Manolete y el nacimiento de Raphael, vaya lo uno por
                lo otro. Raphael gustará o no gustará;
                se creerá uno sus trolas de mentiroso compulsivo o no se las
                creerá uno; pero hay que reconocer que es un artista andaluz
                universal, que ahí está, y ahí están sus discos, sus
                películas, su casi medio siglo de trabajo, sus giras por todo
                el mundo, hasta por Rusia cuando aquello era todavía la Unión
                Soviética. Ahora es más fácil que Raphael guste, ahora todo
                el mundo le tiene lo peor que se le puede a un artista:
                conmiseración. Raphael está esperando un trasplante de hígado
                y hasta los morsegones revisteros del corazón respetan la
                intimidad que ha pedido para irse tragando a solas su mal, con
                la esperanza de vida puesta en el teléfono que llame para que
                le digan a qué hospital tiene que ir a recibir el órgano de un
                donante, que tiene tela la cosa. Todos se apiadan de Raphael,
                menos la Junta de su Andalucía de su alma. Desde que existe la
                autonomía ya han tenido años para haberle dado una Medalla de
                Andalucía a Raphael, que, hombre, creo yo que ha hecho por
                nuestra tierra una mijita más que muchos cantaores flamencos de
                bodeguilla que recibieron ese honor. Ni sabiendo que Raphael
                está muy malito se les ha ablandado el sentido unidimensional y
                clientelar de las distinciones anuales y se la han dado este
                año, como claman sus partidarios desde las cartas al director.
                Se resisten tanto a dar cualquier honor a Raphael que ni
                siquiera han caído en eso tan nuestro que decía el otro:
                "Si te dan un homenaje, vete al espejo a ver qué cara
                tienes, pero yo que tú iba a hacerme un chequeo. Aquí nada
                más que se reconocen los méritos del que ya palmado, o por lo
                menos del que está buscando las tablas." Será todo probablemente por el
                PH de Raphael, que no es desde luego un PH neutro, como el que
                anuncian del champú. Raphael, aparte de su dolencia de hígado,
                carga con otra no sé si peor: el PH de la dictadura de Franco.
                Ana Belén no cantaba en la dictadura, ni Marisol cantaba, ni
                nadie: sólo cantaba Raphael. Quien, encima, tiene la
                desfachatez de llamarle España a Andalucía. A Raphael le
                pondrán pronto un hígado trasplantado, lo que deseamos
                fervientemente, y que Dios dé larga vida al artista. Lo del
                hígado está tirado. Lo difícil es lo de la Medalla de
                Andalucía. A menos que le hagan un trasplante de José Mercé,
                ésa no la consigue Raphael ni muerto. Raphael Martos WWW Biografía,
                discografía y filmografía de Raphael  
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