|  | Aún
                no estaba ni cayendo la tarde, ya larguita, del Lunes de
                Carnaval. Por la plaza del Cañón, junto al silencio de la
                señorial manzanilla de Don Miguel en la calle Feduchy, aún
                estaban cantando Los Sibaritas y Los Polillas, ilegales
                chirigotas que le enseñan a todo el nomenclator de Cádiz sus
                papeles perfectamente en regla que aseguran que la calle es
                suya. En la otra plaza, en la que no hay que decir cuál, porque
                tiene de nombre Libertad, de las bateas de los coros salían
                cien manos cantando un tango. No, no me he equivocado. En las
                bateas de los coros cantan hasta las manos, como Antonio El
                Caracol sabe que en la comparsa de Joaquín Quiñones canta
                hasta la maza del bombo. Quiero decir que era Cádiz,
                que era Carnaval,
                que era Lunes de coros, de chinos del Gran Imperio, de satirones
                pájaros verdes, de niños felices y creciditos en el
                cumpleaños de la defensa del tango, de bandoleros de Puerto
                Real, de extraordinarios extras de la claqueta sin ojaneta del
                Cine Caleta, de legionarios falsos que venían a recordarnos que
                el único verdadero que hubo en Cádiz fue Carlos el Legionario,
                que tampoco era legionario. Ni falta que le hacía. Cosas de Cai. Arco de Garaicoechea arriba
                había esa tristeza que deja la alegría de las serpentinas
                enredadas en los cables de la luz y de los papelillos junto a
                los bordillos y a los lusillos. La secreta tristeza de lo que se
                fue, al darnos cuenta de que la vida se va contando por
                Carnavales. Todos los Lunes de Carnaval, antes de decirle adiós
                a Cádiz, enjuagamos esa tristeza en los aguajes de la orilla de
                su mar. Vámonos que nos vamos a La Caleta, por los habaneros
                bloques del Campo del Sur. Fue así como descubrimos hogaño el
                Carnaval de los Animales de Cádiz. No tiene música de Saint-Saëns.
                En todo caso la música es de algún autor mucho más ilustre: o
                es de Cañamaque o es de Fletilla. Llegamos al rediente del
                Baluarte de Capuchinos, loco, loquito, loco ante la belleza de
                la mar atardecida, y sobre los bloques, en las piedras
                ostioneras, sentados gloriosamente en el malecón, estaban los
                Gatos del Campo del Sur. Gatos sin dueño, los más libres gatos
                de Occidente. La manada de ilustrísimos gatos callejeros
                gaditanos que viven en los bloques del Campo del Sur, como unos
                señores, porque son señores de su propia libertad, gatos
                doceañistas, gatos liberales. Caía el sol de la tarde y allá
                estaban los gatos del Campo del Sur. Atigrados en un color
                canelita como de rizada arena de la Caleta. Blancos y negros,
                como un homenaje a la libertad de imprenta. Moriscos, de mil
                colores, como una enciclopedia de todas las culturas que pasaron
                por aquí. Estaban comiendo los papelones que les habían
                llevado las marías viñeras que los alimentan. Bebiendo el agua
                clara de un cacharro que les llevan como una ofrenda a los
                dioses gadirenses que en realidad son. Estos gatos endiosados a
                la fuerza tienen que ser mitológicos, reencarnación de olimpos
                de Gadir o de Gades, coja usted por donde quiera los callejones
                de la Historia. Estaban al sol de la tarde tan
                serenos, tan majestuosos, tan arrogantes, tan libres los gatos
                del Campo del Sur que, con los tangos de Julio Pardo y Antonio
                Rivas que traía en la memoria, con la música chirigotera de
                los Carapapas, al punto comprendí que por vez primera estaba
                viendo la mejor agrupación que sale en el Carnaval de Cádiz.
                Los Gatos del Campo del Sur son cada año y a lo largo de todo
                el año el primer premio del Carnaval de los Animales. Aunque
                representan el tipo de Gatos del Campo del Sur, todo el mundo
                sabe que en realidad son los leones de Hércules, que como
                estamos en Carnaval abandonan por un momento el escudo de
                Andalucía y se ponen a representar, tipo, tipo, este disfraz
                gatuno. En Cádiz hace Carnaval hasta el gato. Sobre
                animales, en El RedCuadro:   
                  
                    |  |  
                    | Canelo de Cai,
                      el perro que esperó durante años a su dueño a la puerta
                      del hospital donde había fallecido |  Tango
                para el perro Canelo "Canelo", el perro del pueblo 5,5 millones de gatos Los
                gatos de Joaquín Romero Murube Guía
                del Carnaval de Cádiz en El RedCuadro  
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