|  | Georgie 
                Dann pierde el tiempo, y no lo digo por las verdaderamente 
                falsas o falsamente verdaderas canciones del verano de la 
                campaña del cupón, la cremita y el tengo chipis. Estamos en las 
                fiestas señaladitas de Santiago y Señora Santa Ana y el otrora 
                autor contumaz de la canción del verano aún no ha sacado un tema 
                de éxito que arrase y que se titule como es políticamente 
                correcto: "Vamos a la playa textil". Como lo raro es ya lo 
                normal y lo anómico es el dogma, las playas donde usted se baña 
                y liga, liga bronce o liga chavala, ya no son playas propiamente 
                dichas. La palabra playa se ha quedado corta. Hay que 
                calificarla. Al fin y al cabo, le pasa como a los jueces. Juez a 
                secas ya no vale; hay que matizar si se trata de juez 
                progresista o juez conservador. Dentro de nada ocurrirá igual 
                con los médicos: habrá médicos conservadores y médicos 
                progresistas, y sabido es que no es lo mismo que te opere de 
                apendicitis un cirujano progresista que un cirujano conservador. 
                Como tampoco es lo mismo que el chalé te lo haga un arquitecto 
                progresista o un arquitecto conservador. El progresista suele 
                cobrar muchísimo más, porque en líneas generales no hay nada que 
                le guste más a un progresista que trincar la tela. 
                Y el vaya de la playa sin que esté Georgie Dann 
                ni se le espere, en las teorías de lo políticamente correcto, me 
                lo he topado en las recomendaciones turísticas para visitar un 
                mirador del Atlántico, junto a Doñana. Cantan sus excelencias y 
                añaden: "Al pie del acantilado del mirador se encuentra la 
                playa, con un tramo nudista y otro textil". Esa es la canción 
                del verano: la playa textil. La playa nudista, que era una 
                rareza, le ha quitado el sitio a la playa de toda la vida, a la 
                playa de suegra y cuñadas, de chiringuito y nevera, que es ahora 
                la insólita playa textil. Playa donde personas rarísimas y 
                extrañísimas, bichos raros, (en una palabra, fachas), ¿pues no 
                que van los tíos con el bañador puesto, o con un bikini a modo 
                de paño de pureza, en vez de bañarse en pelota picada, con los 
                jueves y los viernes al aire, enseñando el ya me entiendes y el 
                chupapiedras, que como es sabido es lo políticamente correcto, 
                lo progresista, lo dialogante? ¡Cuidado que bañarse vestidos! 
                ¡Qué provocación! Por eso hacen muy bien señalando estas playas 
                en las guías turísticas, y advirtiendo que son textiles. Playa 
                textil me sonaba a playa de Tarrasa, de Béjar, a playa de ciudad 
                con telares, pero es muy útil que lo digan. Si no lo hacen, 
                corremos el riesgo de meternos en una playa donde esté todavía 
                Fraga con el meyba de Palomares. 
 
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