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MES DE JULIO DEL 2004 El Mundo de Andalucía  

Sábado 31: Benítez Rufo

En la Sevilla previa a la transición, para los otros aficionados, los no taurinos, los aficionados a la democracia y a dar la cara por las libertades frente a la dictadura, Manuel Benítez no era El Cordobés. No conocían a otro Benítez que a Manuel Benítez Rufo. El secreto, clandestino, inquietante, abnegado, espartano, riguroso dirigente máximo del Partido Comunista en Sevilla. Muchos no sabían siquiera su nombre, ni dónde vivía. Lo conocían por el sobrenombre del otro Benítez, como El Cordobés. No era cordobés, sino extremeño. Un chaval de las Juventudes Comunistas de Monterrubio de la Serena que hizo la guerra defendiendo a la República, que con la derrota tuvo que marchar a Francia, donde luchó en el maquis contra los ocupantes nazis y que tras la II Guerra Mundial fue de nuevo enviado a España, para reconstruir el PCE en la clandestinidad, lo que le llevó a la detención y a treinta años de condena de cárcel. Cuando empezaba a alborear la democracia, Benítez Rufo, en el espíritu del eurocomunismo, fue en Sevilla la avanzada del PCE en el común entendimiento del rescate de las libertades. Con el liberal don Alfonso de Cossío, en la Mesa Democrática de Andalucía, articuló a todas las fuerzas de oposición al régimen de Franco. Restaurada la Monarquía, fue el primer alcalde democrático de Dos Hermanas. Y un ejemplo continuo de honradez, rectitud, sobriedad. Como tiene que haber un cielo rojo para los buenos comunistas, allí estará ya el honradísimo Benítez Rufo con el limpio ejemplo de su vida. En esa su eterna aurora roja, los viejos liberales del andalucismo le tendremos a usted presente siempre, querido camarada Benítez Rufo.

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Viernes 30: Sevilla Eterna de chabolas

Que inventen ellos, no: inventemos nosotros. Inventemos el Urbanismo de Talonario. Nada, nada, en el próximo Congreso Internacional de Arquitectura, una ponencia en toda regla presentada por nuestros expertos: "Urbanismo de talonario y cultura de centenario como motores de la sociedad civil y del muy bueno lo tuyo". A cada chabolista de Los Bermejales le han dado 43.000 euros para que se vaya: siete millones y pico de pesetas. De momento se han ido. Pero volverán. Los chabolistas son como las golondrinas de Bécquer. Negocian con ellos, los realojan, entran las máquinas y derriban la mugre de uralita y la cochambre de cartones, pero al cabo de cierto tiempo, otros chabolistas, si no los mismos, han vuelto a levantar allí sus construcciones de fortuna, en la mala fortuna con que los agració la vida. Lo vimos en el viaducto de San Juan de Aznalfarache, en el antiguo puente por donde iba el tranvía. Bajo ese puente se había asentado una colonia de inmigrantes rumanos, que había construido sus chabolas. Se hizo una aparatosa operación propagandística, se despejó aquello y los bajos del viejo puente quedaron libres. Miren ahora cómo está aquello: justamente como estaba. Si no los mismos, otros chabolistas han vuelto a asentarse allí. Pasa con este problema como con tantos: que por muy ingeniosas que sean los soluciones para sus consecuencias, mientras no se remedien de raíz las causas, no habrá forma de terminar con él. Y el chabolismo es invariante castizo, ay, de Sevilla. También hay una Sevilla Eterna de las chabolas. Del Vacie y el Villalatas de la postguerra a Los Bermejales va una constante de marginación y miseria en la sociedad que se ve a sí misma tan próspera y moderna.

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Jueves 29: Esta calor de chicharras

No nos cansamos de repetir que estas calores tienen sus encantos. Al menos sus encantos literarios y estéticos. ¿Qué sería de Sevilla sin la cultura de la calor? El urbanismo, la arquitectura, hasta el carácter de la gente hubieran sido otros. Con el calor, cada vez que tenemos que tomar un taxi con parada a pleno sol, hacemos el elogio de la Sevilla arbolada. Sólo nos acordamos de sus sombras cuando el taxi ha tenido que estar al sol, pero Sevilla es una ciudad mejor arboladas de España. Ya hemos dicho que se puede ir desde el Alamillo de Triana hasta el Campo del Betis, Torneo, Arjona, Paseo Colón, Delicias y Palmera adelante, sin dejar de ver verde de árboles en un solo momento. ¿Cuántos kilómetros de arbolado son ésos? Lo menos siete, tirando corto. Y en esos árboles, cuando llega la hora de la siesta, el soñoliento sonido de las chicharras, que le dan a Sevilla sopor de cortijo y alberca, de caserío y sombrajo, de morera y nogal, de trigal y viña, que la hacen doblemente romana, entre Virgilio y Horacio, como si la vega o la campiña se metieran en la ciudad. Y como el verano tiene tan poca literatura, nadie ha hecho, que sepamos, el elogio de las chicharras de Sevilla. Hecho queda, pues, aunque sea sólo en esquema, pero en tiempo y forma.

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Miércoles 28: El café de los montañeses

Alguien que tuviera tiempo y ganas, aparte de afición por la gastronomía, Jorge Prádanos mismo, podría hacer una preciosa "Historia del Café en Sevilla", Lo decimos porque al hilo de nuestro billete cafetero de ayer, una lectora nos envía los posos de esa taza. Nos dice: "Por el muelle le llegaba a Sevilla el mejor café de América, el Caracolillo de Puerto Rico, el de Colombia, el brasileño, y aquí se tostaba. Se tostaba torrefacto y de tueste natural que es el mejor. Se tostaba mejor que en ningún sitio. En Sevilla siempre se ha tomado el mejor café. En Sevilla y en Cádiz, quizá también por lo del muelle y el comercio con América. Ese café de los Sáinz de la Maza, santanderinos ellos, indianos en Santillana y montañeses en Sevilla. Es curioso, casi siempre los tostaderos estaban en manos de montañeses. Los últimos, los Cobo del café Moca, siglas de las primeras sílabas de Moisés Cobo Abascal. Todo el café que entraba por el puerto de Sevilla, y luego por el de Cádiz, lo tostaban gente de Tudanca, los Cobo, los Abascal, los Sáinz de la Maza, etc." Y añadimos nosotros: ¿eran también eran montañeses los Trueba, los del tostadero de Eduardo Dato, junto a la Fábrica de Artillería? ¿Era santanderino Vega, el de Catunambú, cuyo tostadero daba tan buen aroma a la calle Marqués de Paradas, frente a los pabellones militares del Regimiento de Ferrocarriles? Y el café que tostaban los montañeses, montañeses lo servían en sus bares y tabernas. Aquellos cafés de maquinilla de latón puesta sobre el vaso, que iba goteando el filtrado, mucho antes de que vinieran las máquinas y el imperio de Gaggia y Faema.

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Martes 27: Por el precio de un café

Que entre sus títulos oficiales tiene Sevilla el de Ciudad Muy Cafetera lo saben hasta en Colombia, en Kenia y en Brasil. Torrefactada Sevilla. Más que el café puro, nos gusta el café torrefacto. "Mezcla", que ponen los paquetes en la tienda. Y en la Torrefactada Sevilla, tomar café es algo más que beberse un pocillo de Arábiga o de Caracolillo, en el bar, la taberna o la franquicia a la moda. En uno de estos bares hemos visto reproducido en la contraportada del plastificado cartapacio de la lista de las tapas el texto de una exégesis o panegírico de lo barato que es el café. Un cuadro de costumbres como aquel lienzo de "Y aún dicen que el pescado es caro" de Joaquín Sorolla, pero en versión humorística y no trágica. Dice así ese texto con toda la gracia: "Por el precio de un café nos dan: café, azúcar, cobijo, luz, calefacción o refrigeración, palillos, nos servimos en un plato, una taza, una cucharilla, un vaso con agua, una mesa, una silla, un periódico; podemos oír la radio y ver la tele, usar el perchero y hacer nuestras necesidades tranquilamente; resguardarnos del mal tiempo; tenemos la posibilidad de enterarnos de todo lo que ocurre; marcharse sin pagar sin que nadie les reclame intereses; se puede criticar a unos y a otros con razón o sin ella. En total, 24 servicios por el módico precio de un café. Y luego decimos que un café es caro." ¿Es sevillano este texto o es, como el café, de importación? Sea como fuere, no nos negarán que tiene toda la gracia del mundo.

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Lunes 26: Calores sin apagón

Algo bueno tiene el agua, cuando la bendicen, y algo bueno tiene el calor, cuando lo elige la Patrona de Sevilla para salir a la calle. ¿Se imaginan a la Virgen de los Reyes saliendo en su paso de palio de tumbilla en una Sevilla de bufandas y parcas, de copas de cisco picón oliendo a alhucema en vez de a nardos? Y la madre de la Virgen de los Reyes, Santa Ana, también elige la calor para su fiesta, de casta familiar le viene a la Niña... No sé a qué vienen tantas maldiciones del calor, cuando es lo clásico de Sevilla. Y más cuando la ola de calor viene con tanta puntería, tanto esmero y tantos miramientos como ésta que dicen que ya va para Carmona, porque si las tormentas van para Carmona, para allá han de ir, para el solano de la Vega, las olas de calor en retirada. Esta ola de calor ha tenido la delicadeza de llegar en fin de semana, cuando están cerradas las oficinas, las tiendas, cuando en El Corte Inglés hay cuatro gatos, cuando todo el mundo está o en La Higuerita o en Chipiona. Ha parecido un golpe de calor como patrocinado a efectos de almanaque por Sevillana-Endesa. Así, sin la actividad comercial, mercantil y hogareña de los aires acondicionados a toda pastilla, porque media Sevilla estaba fuera, hemos podido disfrutar de la calor sin el clásico apagón que la acompaña. Y como no nos conformamos con nada, ha habido sevillanos que, en camiseta, sudando la gota gorda, abanico en mano y sandia por delante, le han dicho a su mujer: "Niña, ¿pues no que estoy echando de menos un apagón medio buenecito de Sevillana con esta calor?"

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Domingo 25: Ventas y piquetas

"Las piquetas de los gallos/cavan buscando la aurora", dice el verso de García Lorca, y las piquetas de Enrique Pavón el derribista o de Rafael Arévalo, su competencia, cavan buscando Pegous. La Historia de Sevilla se escribe a veces no con pluma, sino con una piqueta. Si las piquetas, como los políticos retirados, escribieran sus memorias, tendríamos la mejor Historia de Sevilla. Vamos, que ni los manuales de Morales Padrón o las divulgaciones de José María de Mena. Ahora la piqueta ha llegado a la memoria de la Sevilla de los primeros Seiscientos, de los comienzos del Polígono de San Pablo, del proyecto del Canal Sevilla-Bonanza, del gobernador Utrera Molina y de los inicios de Comisiones Obreras en la Hispano Aviación. Ha llegado a la Venta Ruiz. La Venta Ruiz, en los 60 del siglo XX, fue el sitio de moda para ir a almorzar los soleados domingos de invierno. "Vamos a tomarnos un arroz en la Venta Ruiz", decían, y Palmera arriba iba el Seiscientos, el Seat 1200, el Renault Dauphine o el Simca 1000, en una Sevilla que acababa allí, junto a la gasolinera de Campsa. La Venta Ruiz era homóloga de otra de éxito de aquellos días: la Venta de los Reyes, en la autopista de San Pablo, en los que fueron terrenos de la huerta y recreo de El Algabeño. Ruiz y Reyes herederas, a su vez, de las grandes ventas de la Exposición Iberoamericana, las que salían en las coplas del Teatro del Duque, como la Venta de Eritaña o el Puesto de Fernando en Guadaira, o como esa Real Venta de Pilín en Tablada, superviviente de una época o de dos, cuya historia esperemos que nunca escriba la piqueta que pone "hundido" en el juego de los barquitos de la memoria de Sevilla.

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Sábado 24: Una hermana de la Esperanza

En estos días de Velada de Santa Ana, la Esperanza de Triana sabe colocarse en un lugar discreto en el arrabal y guarda. Las mujeres como Ella tienen este tacto, esta sensibilidad femenina, de no querer figurar cuando están hablando de su madre. Pero el azar de la vida y de la muerte ha colocado a la Esperanza en lugar destacado en este año en la Velá en honor de su madre Santa Ana. Ayer se murió una hermana de la Esperanza, que llevó el cordón de la medalla de la cofradía y el nombre de la Virgen según Triana por toda España. Quien entre hoy en la capilla de los Marineros podrá ver quizá un reflejo distinto en las lágrimas del rostro moreno de la Esperanza. Habrá un poco de noviembre, de misa por los hermanos difuntos, en este julio trianero de calores y avellanas verdes en la calle Pureza. Veremos aquel balcón donde aquella hermana se ponía en la madrugada, cuando iba a salir la Esperanza y el Caballo iba ya por la Puerta de Triana entre clarines de Julio Vera. Veremos esta acera, por donde llegaba con su medalla las mañanas de cola y Jueves Santo. Habrá un hálito de tristeza. Las lenguas de doble filo han sido ya calladas por la muerte. A la cofradía trianera de la Esperanza se le ha muerto una hermana. La hija de aquel torero que fue mucho, tanto, de la hermandad, de Antonio Ordóñez Araujo...

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Viernes 23: Trina como Estado

¿Qué tiene Maragall que no tenga el pregonero de la Velá? Y si Maragall dice que Cataluña es un Estado, ¿por qué demonios no van los trianeros a decir que ellos también? Que para Estado, Triana. Triana, de momento, tiene su bandera, las que le ponen al puente. Tiene su himno, que es la Salve Marinera según Triana que cantan los hermanos de la Esperanza y que es como una doble forma de rezar la salve. Tiene hasta sus fuerzas armadas, que es el famoso Guardia del Altozano: "Eso no se lo cree ni el guardia del Altozano", "¿Es que tú me has tomado a mí por el guardia del Altozano?" Triana tiene sus fronteras naturales y su territorio, reconocido por los tratados internacionales de los cantes del Zurraque. Incluso un territorio que reivindica, como los palestinos, que son Los Remedios. Por menos, otros se van a las Naciones Unidas para que se les reconozcan sus derechos sobre esos territorios, lo que ocurre es que los trianeros son muy liberales y tolerantes en cuestión de Los Remedios, con esa franja de Gaza que va por Río Grande y por Mariscos Emilio de Gustavo Bacarisas. Triana tiene historia propia, tiene sentimiento de pueblo sin Estado. ¿Que si tiene sentimiento de pueblo sin Estado? Tú pon a un trianero en Los Bermejales, verás tú lo que tarda en irse esta noche a la Velá y darse una vueltecita por la calle donde estaba el corral donde vivían sus abuelos y nacieron sus padres, por allá por Fabié o por la Cava. Así que vamos a dejarnos de cuentos, y cuando Maragall se monte en el palo del envergue de la cucaña para coger la bandera independentista, digamosle desde el puente que para Estados, Triana. Cantón independiente, pero con gracia.

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Jueves 22: No te mires en el río

En Sevilla hay un arrabal y guarda, y en el arrabal una velada, y en la velada una fiesta que en el río no se miraba... Podíamos escribir así, en esta versión libre para la radio, los versos de la canción "No te mires en el río". Parece que Triana le hace caso a Rafael de León y sigue al pie de la letra sus versos cantados. Un año más, la velada del barrio marinero de Sevilla, que es incluso el barrio más sevillano de Cádiz. Un año más, cante y fiesta en el Hotel Triana, en la calle Pureza, por los Cuatro Cantillos, por la Cerca Hermosa, por el arrabal todo, que llega por lo menos hasta Santa Cecilia, El Tardón y El Turruñuelo. Que Triana es algo más que un barrio, otra cosa, lo demuestra el hecho de que tiene sus propios barrios. Pero todo de espaldas al río. El río está para que cuelguen el puente de banderitas gitanas y para que los cernudianos torsos desnudos de los muchachos marineen por el seboso palo de la cucaña para coger la bandera, la bandera que dice lo bonita que está Triana cuando le ponen al puente etcétera. Si van por la calle Betis, por ese paseo fluvial único en el mundo, por el primo sevillano del Lungotevere romano, y se fijan en las casetas de la Velada, verán que las que dan al río son sus trastiendas. La velada le da literalmente la espalda al río. El río es la trastienda de la Velada. Se asoma por la tarde a sus aguas para ver la cucaña, pero inmediatamente, a la hora de la verdad de la fiesta, Triana se mira y contempla a sí misma. El río es, en todo caso, el espejo que le pone Triana a Sevilla para que vea lo bonita que está cuando refleja su espalda.

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Miércoles 21: El espìritu del Sport

Le han pegado un multazo a uno de los dos antiguos bares que desde la Plaza de América dan cara a los jardines de las Delicias Viejas, convertidos en las delicias nuevas de los que llaman locales de copas. En ese bar, por lo visto, se les iba la mano en lo de "reservado el derecho de admisión". Derecho que se ejerce en muchos otros sitios, sin necesidad de portero cachas o segurata como armario de dos puertas impidiendo la entrada. Ejemplo: en el antiguo bar El Sport de la calle Tetuán no se reservaba la admisión, pero sólo entraban los señoritos que tenían que entrar; la gente se creía que era un club privado. Algo así, de exclusividad, queda en el José Luis de la Plaza de Cuba. Allí no se reserva el derecho de admisión ni hay portero-filtro, pero a ningún niñato de zapatones y zarcillo en la oreja se le ocurre entrar; se va al bar de al lado, el que tiene pinta de taberna irlandesa. Al bar de José Luis no le han tenido que poner nunca multazo alguno, ni se lo pondrán. El porte de la clientela, su forma de saber estar, es el que echa para atrás a los gamberros y a los niñatos, que si entran se sienten gallina en corral ajeno y se van inmediatamente. Es la herencia del espíritu del Sport, que habla del refinamiento de esta ciudad en la que quedan enclaves aún no degradados ni envilecidos. Y quien dice José Luis dice el bar del Alfonso XIII. Los que están allí en calzonas y chanclas, absolutamente impresentables, son los propios clientes que se alojan con bono en el hotel, no el niñaterío de Sevilla, al que ni se le pasa por la imaginación entrar.

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Martes 20: Romero Murube y el Sevilla

Las cosas de Sevilla son duales, Apolo y Dionisos, hasta en los centenarios. Mire usted por dónde, dos cosas tan sevillanas como el Sevilla Club de Fútbol y Joaquín Romero Murube tienen un siglo, y juntos lo cumplen. Lo que pasa es que Romero Murube era tan sevillano que era bético. ¡Lo que hubieran dado los sevillistas, en su centenario, por poder reproducir en su libro gordo un artículo de Romero Murube que se titulara "Por qué soy sevillista"! Ese artículo se titula "Por qué soy bético". Romero Murube era algo tan atípico como un bético apolíneo en el dionisíaco culto de las trece barras. No era el Romero Murube que nos pintan; el que ahora, a buenas horas, mangas verdes, toman como ejemplo de la conciencia estética de la ciudad, cuando en su vida le hicieron ni puñetero caso: "¡las cosas de Joaquín!". Romero Murube se parecía bastante al escritor que nos ha descubierto en estas páginas Eva Díaz Pérez, en su perfecta trilogía. Las tres partes de ese estudio, ampliadas e ilustradas, merecerían los honores del libro. Sin ponerse moños, sin erigirse en defensora oficial de nada, Eva Díaz Pérez está haciendo una importantísima labor de rescate de los escritores sevillanos del siglo XX y, lo que es más importante, de las claves culturales, sociales, económicas, políticas de la ciudad en la que escribieron desde el olvido y la soledad, la de San Lorenzo en el caso de Joaquín. Frente a tantos que poco menos que se inventan un logotipo para el centenario de Romero Murube, en esos tres estudios hemos podido disfrutar de la más verdadera recuperación de su obra y su figura.

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Lunes 19:  Ibex 33 de cocina y baño

El patas arriba de las obras mayores suele ser muy comentado y criticado. Ahí tienen todo El Salvador y medio Los Remedios patas arriba, vallas y alambradas recién puestas en La Buhaira, San Fernando cortada. Son las obras del Metro, las restauraciones, También se habla y se hacen las cuentas de las grandes rehabilitaciones de edificios para poner, ¿el qué? ¿Pues qué va a ser? Un hotel, que es la moda. Pero nos quedan las que tienen que estar empleando a cientos y cientos de albañiles que todas las mañanas llegan desde los pueblos en sus coches de cuadrilla y en sus furgonetas. Las que dan trabajo y dinero, mucho dinero negro, a escayolistas, fontaneros, pintores, electricistas, carpinteros. A los clásicos polveros, que ahora se llaman almacenes de materiales para la construcción porque están en un polígono. Son las obras menores, las de la licencia de Urbanismo para poner una cuba en la puerta de la calle. Las miles de reformas de pisos antiguos, las renovaciones de chalés, las modernizaciones de tiendas y oficinas. Cuenten la cantidad de cubas de obras que hay por Nervión, por Los Remedios, por Reina Mercedes, y cubicarán que estas obras menores de reforma deben de tener en su conjunto un volumen que casi las del metro. Nunca se han reformado en Sevilla tantos cuartos de baño ni se han cambiado tantas cocinas. Y esto sí que es un indicador de la bonanza económica, señor alcalde: el Ibex 33 de la cocina nueva y el cuarto de baño completamente porcelanoso, con yacuzi. Pregunte a don Manuel Marchena cuántas obras menores hay en marcha y apúntelo para el próximo discurso sobre nuestra prosperidad.

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Domingo 18:   Sánchez Perrier

Hasta los derribos para el ensanche de la Avenida en los años 60 del siglo pasado, una lápida colocada por la Real Academia de Bellas Artes recordaba en la esquina de la antigua calle de Gradas con Federico Sánchez Bedoya que allí había nacido el pintor Emilio Sánchez Perrier (1855-1907). Como tantas lápidas dedicadas a sevillanos ilustres, tantos azulejos del nomenclator de Olavide y tantas placas cerámicas de la altura de las aguas en una riada histórica del Guadalquivir, con la piqueta desapareció recuerdo de Sánchez Perrier y en su lugar colocaron el logotipo de la Caja Postal de Ahorros. Ahora, a ese pintor nacido literalmente a la sombra de la Giralda, frente a la iglesia del Sagrario, lo vemos revalorizado por la exposición de pintura andaluza del siglo XIX del Museo Thyssen. Siempre hemos defendido que tras conocer la obra de Corot en París, Sánchez Perrier fue el pintor adelantado a su tiempo que al regreso a su tierra convirtió en Bosque de Barbizon los paisajes de Alcalá y de Oromana, y a la orilla del Guadaira fueron García Rodríguez, Jiménez Aranda, Rico Cejudo y toda la escuela del naturalismo regionalista sevillano. Alcalá de Guadaira ya le ha dado a Sánchez Perrier el lugar que se merece en la historia de la pintura local. Ahora falta que Sevilla haga esa revalorización que, hoy por hoy, hace que digas "Sánchez Perrier" y la gente crea que no estás hablando de un pintor valoradísimo fuera de España, sino de las oficinas de la Tesorería de la Seguridad Social.

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Sábado 17: Alvarez Riestra

Suprimieron la Capitanía General de la Segunda Región Militar y "desactivaron" la Región Aérea del Estrecho, como si fuera un artefacto asesino. Menos mal que Sevilla sigue siendo capital de su propia región policial. E incluso con perspectivas de centralizar aquí el mando de la región policial granadina, en cuanto Sevilla es capital de la autonomía y sede de sus órganos del poder legislativo y ejecutivo. Quieren que aquello de "una sola Andalucía" rime con "un solo mando de Policía". A esta Jefatura Superior de Policía cuyo territorio de responsabilidad llega de momento desde Algeciras hasta Ayamonte, llega con mando definitivo el servidor de la Administración y de las libertades constitucionales que lo desempeñaba interinamente desde la marcha de Antonio Bertomeu a la seguridad de Renfe. El "Boletín Oficial" confirma en su cargo a don Enrique Alvarez Riestra y desde aquí le enviamos nuestra felicitación y nuestro apoyo. Que si los éxitos y logros de otros organismos de la Administración interesan mucho a ellos con ellos, los éxitos y logros de la Policía son ni más ni menos que la garantía de la propia libertad y seguridad de todos los ciudadanos. (Y ciudadanas, para que se note que ya hemos hecho el cursillo acelerado de gramática políticamente correcta).

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Viernes 16: El Salvador en los pueblos

Entre las muchas cosas que es Sevilla, desde la capital no nos damos cuenta de una y principal: la ciudad es modelo a seguir y ejemplo a imitar por los pueblos de su provincia. Sevilla se peatonaliza; los pueblos la imitan y todos tienen ya su centro sin circulación. Sevilla se llena de hoteles con encanto; en los pueblos, cada antigua fonda o posada se ha convertido en hotel con encanto. Sevilla vive del turismo; los pueblos quieren vivir, y cada cual organiza su Feria de la Tapa. Y Sevilla, aprovechando la restauración de El Salvador, busca sus orígenes históricos y organiza un fregado arqueológico bastante importante, ajondando, ajondando. Hasta que no lleguen a las antípodas con los agujeros no van a parar; verá usted como salga un canguro igual que han salido los cernícalos... Ya van por Roma, y dentro de nada llegarán a Tartesos. Y encontrarán las cáscaras de las gambas a la plancha que Argantonio se tomaba en La Alicantina de la época. Moda arqueológica sevillana que ya imitan en los pueblos. Prepárense, que cada pueblo buscará sus raíces de turdetanos y almorávides cuando tengan que quitar cuatro goteras en las cubiertas del iglesia parroquial: de momento levantarán todo el suelo escarbando por la noche, de día y por la mañana y después ya veremos. Es lo que ya está pasando en Sanlúcar la Mayor. Aprovechando la restauración de la iglesia de San Eustaquio, van a imitar lo de El Salvador y se van poner a hacer excavaciones arqueológicas para buscar los antecedentes del primer asentamiento humano de la capital del Aljarafe.

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Jueves 15: Un hotel en el centro

Para volver a grabar una nueva versión del "Andaluces, levantaos", aquel éxito de Los Cuarenta Principales de comienzos de la transición, se reúnen Clavero, Escuredo y Rojas Marcos. Sí, es como el "Cuéntame". Nos cuentan a Andalucía cómo le ha ido, le ha ido fatal, que ha conocido lo ya sabido, lo de Maragall. Pero no vamos al qué sino al dónde. Salen los tres, más Pimentel (que pasaba por allí), retratados en un escenario de copla de Rafael de León: "de Sevilla un patio salpicao de flores y una fuente enmedio con un surtidor". No dicen las informaciones dónde es ese patio. Las más precisas señalan que es "un hotel en el centro de Sevilla". Pues anda que no hay hoteles en el centro de Sevilla, ni "céntricos restaurantes" en Sevilla... Señor, qué costumbre más fea tenemos en el periodismo sevillano de las hispalenses gacetas: no decir dónde se celebran las cosas. Con lo que en las clásicas uves dobles de la teoría de la información nos quedamos siempre sin saber el dónde. ¿En qué hotel se han reunido los padres de la autonomía para preparar la boda de la niña con la necesaria alternancia política? El sitio no es anecdótico. Si se han reunido en el Hotel Inglaterra, vía Manolo Otero Luna ha sido en territorio Clavero Arévalo. Si en el Hotel La Rábida, vía calle Castelar ha sido en territorio Rojas Marcos... La contradicción informativa es que publicamos páginas y más páginas hablando de los hoteles como la primera industria sevillana, y una vez que ocurre algo en uno de ellos nos quedamos sin saber cuál ha sido. ¿Será por hoteles?

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Miércoles 14: Villapanés y López Pintado

Recordando el Moguer de su infancia, escribió Juan Ramón Jiménez: "Cada casa era palacio y catedral cada templo". Cuando algún niño que ahora estudia Eso (o lo otro) sea un futuro Juan Ramón y evoque esta Sevilla de su infancia, escribirá: "Cada casa-palacio era hotel y restauración cada templo". Menos la Casa de Pilatos, la Casa de las Dueñas y la Casa de la Condesa de Lebrija, todas las restantes corren no el riesgo, sino la ventura, de ser convertidas en hoteles. Sevilla se nos va a llenar, se nos está llenando ya, de pequeños y refinados Danielis, cien delicados gramos de Hotel Alfonso XIII. Hoteles de historia y lujo en marcha en la antigua Escuela Francesa de Abades, en la vieja casa de Andrés Moro el anticuario de Argote de Molina-Segovias y ahora en la Casa de Villapanés. Desde allí el viejo marqués salía en pijama para recorrer la Sevilla nocturna. Villapanés y su pijama: un personaje que se les fue vivo a todos los novelistas. Allí, en el futuro hotel, estarán pronto los pijamas de los huéspedes, en honor del pijama de Villapanés. Casa importante, cuyo solo apeadero es mejor que muchos edificios históricos de Europa. Casa que se labró en el siglo XVIII el almirante López Pintado y que pasó luego a los marqueses de Villapanés y de Torreblanca del Aljarafe. Almirante al que, por cierto, dejó sin plaza junto a su casa la moda lamentable del nomenclator capillitón. A López Pintado le quitaron su plaza y se la pusieron al Cristo de una cofradía que no existía cuando el almirante se hizo allí la casa. A López Pintado lo mandaron al callejero americanista de La Cartuja, donde ahora está, sin casa de Villapanés al lado, sin futuro hotel y sin nada.

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Martes 13: Sombras de Casa Guardiola

Topicazo al uso: el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Añadan una variante sevillana al tópico: las obras del Metro son las únicas que tropiezan dos veces en las mismas piedras de los sillares de los cimientos de los edificios. Hablas con los vecinos de la calle San Fernando (los que viven por el lado de la refinada tienda de Agua de Sevilla, no por la otra esquina del restaurante Oriza), y te cuentan que parece que está planeando otra vez la sombra de Casa Guardiola y de La Equitativa. Ya saben, aquello de la otra vez del agujero del Metro en la Puerta Jerez, cuando se abrió La Equitativa como la torre de San Isidoro en el terremoto de 1755 y cuando a los agrietados vanos de la fachada de Casa Guardiola les tuvieron que poner más testigos que al caso Arny. Sin que podamos confirmarlo por nuestra parte (que rigurosos informadores tiene la ciencia periodística que lo sabrán demostrar), esos vecinos de la calle San Fernando aseguran que las obras del metro se les han metido en los propios cimientos de sus casas, y temen que el tenguerengue se las deje como antaño la de Guardiola, pero sin reloj de sol en la fachada con la paleta de pintor de Andrés Parladé, aquel Conde de Aguiar al que le dio por pintar perros y por hacerse una casa en la Puerta Jerez. Hablan esos vecinos incluso de obras presuntamente paralizadas ante el posible estropicio. No sabemos si será tanto. Aunque sería bonito, y muy castizo: en la ciudad tradicional, las clásicas casas agrietadas por las típicas obras del Metro.

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Lunes 12: Perros de usar y tirar

Esto es un apunte de domingo de verano, con un soñoliento fondo de chicharras, Sevilla vacía. Por estar vacíos, ayer a mediodía lo estaban hasta los puentes y caminos que van hacia el A.A., el Adosado Aljarafe. A la noche sería ella, esas dos horas y media que se tardan en volver desde Matalascañas, esas tres horas desde Punta Umbría o Isla Cristina. El centro de la ciudad, vacío. Hasta los mercadillos dominicales. Apenas nadie en los sellos de la plaza del Cabildo. Y en la plaza de la Alfalfa, donde nació El Espartero, donde nació El Espartero, los mismos perros y pájaros y animales domingueros. La plaza de la venta de las especies protegidas, que quita el sueño al Seprona de la Guardia Civil. Y la plaza de la compra compulsiva de perritos como el del anuncio del papel higiénico, de patitos de dibujos animados. Las madres compran esos animales a los niños como si fueran un juguete y luego los abandonan. Ahora mismo, nadie sabe la cantidad de perros que han abandonado o piensan abandonar en Sevilla los que se van de vacaciones. Se mete en el hospital al abuelo y se echa a la calle al perro y no hay problema: se van todos tan ricamente a la playa. Dicen las protectoras de animales que en estos días se abandonan en España doscientos mil perros. ¿Cuántos perros se abandonarán en Sevilla? Pues probablemente gran parte de los que las madres, un domingo como ayer, les compraron a los niños en La Alfalfa, compulsivamente, porque querían tener un juguete vivo como el de la tele. Sin saber que son perros de nuestra cruel civilización: perros de usar y tirar.

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Domingo 11:  Nuevas esencias

A rey muerto, rey puesto. Cerró en la plaza del Salvador esquina al callejón de Oropesa la perfumería de Juanito, La Casa de las Esencias. Cómo estará Sevilla cuando no quiere trigo y cuando cierra la casa de las esencias. Hay quienes sostienen que la casa de las esencias cerró mucho antes que Juanito su tienda del Salvador. Pero abren otras casas de esencias, nuevas esencias de la ciudad, que hay que oler como el perfume de nuestro tiempo. Verbigracia de la calle Santa María de Gracia, esa tienda de perfumes y esencias que han abierto en el viejo edificio del Palacio Central. ¿Han visto lo bien que ha quedado ese viejo edificio? Es una pena que el Ayuntamiento no haga la propaganda de estas cosas, de cómo la política urbanística está propiciando que la iniciativa privada restaure y devuelva a la vida ciudadana estos edificios que marcan el ambiente de lo que solemos llamar Sevilla. Les recomendamos que miren ese edificio desde la calle O´Donnell. Parece como veneciano, como florentino, legado de una ciudad refinada y avanzada, en la que no todo lo que se construía era casticismo del ladrillito, el azulejito y la rejita. Y entren, que verán cien gramos de Torre Eiffel en la armadura de la cúpula, montera que le decimos aquí. Allí nos habla la memoria de la ciudad. Destapa las esencias en su nuevo tarro. Allí estuvo el Palacio Central de la sesión vermú y de "Escuela de sirenas". Pero allí, antes, estuvo el Kursaal en la Sevilla de la Exposición Iberoamericana, donde todos los poetas del grupo Mediodía se gastaban en tangos y pipermines el dinero que no tenían y donde se refugiaron los últimos recuelos flamencos del derribado Café de Novedades, el que estaba en La Campana donde ahora el puesto de Curro el de los periódicos.

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Sábado 10: Un sevillano en Pamplona

Lo citaba ayer un discípulo nuestro que escribía sobre San Fermín. Pero lo citaba mal. Por el mote, como Miguel Criado, cuando todos sabemos que se estaba refiriendo a El Potra. La gente del toro decía con guasa en Sevilla que Criado era el mote que le tenían puesto en Pamplona a Miguel el Potra. Los que fuimos sus amigos lo recordamos en estas horas de encierros en la Pamplona de su magisterio taurino y humano. El Potra veía en el campo y compraba para la Casa de Misericordia todos esos toros que recorren la calle de la Estafeta y los televisores y los transistores cuando en estos días de julio dan las señales horarias y el chupinazo de las ocho de la mañana. Se nota que este año es el primer San Fermín al que falta El Potra. Con Criado en Pamplona la corrida de don Alvaro (no hay que decir apellido) hubiera bajado completa por la Cuesta de Santo Domingo, y no con cinco toros por remendar. No sabía la gente que la Feria del Toro, nombre que él le puso, se hacía no según el gusto de Pamplona, sino según la suprema norma taurina, que naturalmente es de Sevilla, ¿de dónde va a ser? Guardaron los mozos de las peñas un minuto de silencio por un corredor muerto el año pasado en el encierro de la corrida de Cebada Gago que había reseñado en el campo el ahijado de Juan Belmonte, el veedor pamplonés Criado, el sevillano profesor Potra, catedrático de Gramática Parda de la Universidad de la Puerta del Arenal. Mientras las peñas de Pamplona guardaban ese minuto de silencio, algunos amigos le rezamos a su Virgen de la Esperanza una salve macarena por el cristianísimo Potra.

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Viernes 9: Bonobús para Córdoba

El Ave une a Sevilla con Madrid y viceversa. Y desune a Sevilla con Córdoba y viceversa. Aunque están a cuarenta minutos, nunca se encontraron más lejos Sevilla y Córdoba que con el Ave. Si yo fuese cordobés, me indignaría que hubiese trenes que pasaran por la estación de mi ciudad como las balas, derechitos de Sevilla a Madrid y de Madrid a Sevilla, sin tener a bien hacer por lo menos una paradita para que se suba el personal. Por el contrario, no hay Aves que lleguen solamente hasta Córdoba y se queden allí, para desprecio de Sevilla. Aunque Alvarez Cascos tuvo una mujer cordobesa, no remedió esta situación durante su mandato en el Ministerio de Fomento. Ni atendió a la vieja reclamación de viajeros frecuentes y habituales entre Sevilla y Córdoba, que piden con toda razón trenes-lanzadera entre ambas ciudades y abonos de temporada. Ni más ni menos que lo tienen hace mucho tiempo Puertollano y Ciudad Real, por logro quizá de Bono. Parece que ahora ya todo tiene fecha, tanto las lanzaderas sevillano-cordobesas como el bonobús del Ave por el que suspiraban tantos profesores, tantos estudiantes, tantos médicos, tantos profesionales que viven en Sevilla y trabajan en Córdoba o a la inversa. Cuando se lleve a cabo cuanto ha prometido Lady Magdalena la del helicóptero podremos decir que el Ave une a Sevilla con Córdoba en lugar de perpetuar el nexo entre el viejo centralismo burocrático madrileño y el nuevo centralismo autonómico sevillano.

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Jueves 8: Trabajar en Sevilla

Lo mismo electrifican una vega entera en Perú y ponen en regadío medio antiguo virreinato español que introducen un sistema de orientación por satélite para la Policía de Singapur o que perforan un sistema de pozos en un desierto de Arabia Saudí. Hablamos de ese Ministerio de Tecnología Avanzada o de Asuntos Exteriores de Sevilla que se llama Abengoa. Podríamos ponerle un título que suena a ONG: Ingenieros sin Fronteras. Y desde Sevilla. Y con acento sevillano. La otra cara de la moneda de la ciudad anclada en el pasado, sin capacidad de iniciativa empresarial, sin empuje, encerrada en sí misma. Desgraciadamente, es más conocida la Sevilla de los tópicos que la Sevilla de estas nuevas tecnologías de Abengoa. Su baranda, Javier Benjumea Llorente, es lo más opuesto al tópico del señorito andaluz: ni engancha cinco caballos en su carruaje por Feria, ni pone caseta, ni tiene casa en el Rocío, ni va con el sombrero de ala ancha a los toros, ni es hermano mayor de una cofradía, ni protege artistas flamencos. De señoritos así necesitábamos docena o docena y media, que entonces esto iba a ser lo que muchos sueñan. Empresarios, no negociantes; creadores de riqueza, no virtuosos del pelotazo. Que desmienten con sus empresas el tópico de "en Sevilla hay que morir". No, en Sevilla no hay que morir: lo que hay es que doblarla, trabajar y dejarse de tanta fiesta. Aunque parco en palabras y largo en obras (y contratas), Javier Benjumea ha insistido en esta linea: "No es cierto que aquí en Sevilla no se pueda trabajar bien, como se dice, aunque hay que mejorar muchas cosas".

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Miércoles 7: Vega Inclán en las Gradas

En las Gradas de la Catedral, entre la puerta de la parroquia del Sagrario y la Punta del Diamante, un cajón de obras. Pero un cajón de verdad, de madera buena, buena, buena. Dentro del cajón están haciendo unas catas. No, si aquí entre el Salvador y el Metro se están haciendo más catas que en todas las bodegas de Rioja y Jerez juntas. La cata de las Gradas es relativa al pavimento en sí. Mira que si se ponen a salir muertos como en el Salvador... Pues no. Los que han salido han sido ladrillos, ladrillos finísimos. Antes que cubiertas con losas de Tarifa, las Gradas fueron enladilladas. Como la calle Enladrillada. O como las enladrilladas calles que con esa misma labor de las piezas puestas en cola de pez que, inspirándose en obras de los antiguos alarifes, diseñó para el barrio de Santa Cruz el marqués de Vega Inclán, un personaje importantísimo para la imagen de Sevilla, cuya figura bien valdría un rescate histórico. Vega Inclán fue conservador del Alcázar con el Rey Don Alfonso XIII y el inventor de la imagen folklórica y tópica del barrio de Santa Cruz previo a la Exposición Iberoamericana. Vega Inclán es el gran escenógrafo de la Sevilla turística. Y conociendo los temas a fondo, y sabiendo cuáles eran las tradiciones. La cata del Sagrario nos demuestra que las Gradas estaban antes de las losas de Tarifa enladrilladas exactamente igual que Vega Inclán puso el Callejón del Agua o la calle de la Pimienta.

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Martes 6:  Cultura mendicante

Los unos piden que el Ayuntamiento le haga la competencia ilícita a las entidades de crédito, al Monte y a la Caja, a Braulio Medel y a Miguel Castillejo, y que se dedique a financiar con nuestro dinero la experiencia de la itinerante ópera "Carmen" en la calle, algo así como ir a ver los escaparates en la víspera del Corpus, pero con música de Bizet. Experiencia que aún no sabemos si va a salir con barbas de San Antón o con azules de Purísima Concepción. Y la otra, que quiere organizar ella por su cuenta la Bienal de Arte Contemporáneo para divertirse y salir retratada, pues quiere que se le pague de los dineros del común el medio millón de euros (83 millones de pesetas de nada) que necesita todavía para redondear la faena de que las entidades públicas y los patrocinadores le paguen sus privados caprichos. Cuando leemos todas estas noticias de la mendicidad cultural que pone la mano ante lo público ("una limosnita para una obra de arte, por caridad"), cada vez nos gustan más los toros. En esta sociedad subvencionada donde no hay espectáculo sin cargo a los presupuestos, ni actividad cultural sin patrocinio público o patronazgo de fundación privada, lo único que se celebra sin ningún cable de dinero ajeno son las corridas de toros. O la Semana Santa. Por la misma razón que unos piden dinero para hacer su ópera y la otra para hacer su Bienal, las cofradías podían pedir dinero público para sacar los pasos a la calle. Y eso pasó a la historia. Las subvenciones a las cofradías eran de la dictadura. En la democracia y la sociedad de libre mercado, las cofradías no dependen de la subvención. Como no debería depender de la subvención tanta cultura mendicante.

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Lunes 5: Sevillano, jerezano, gaditano

Los correos electrónicos de las oficinas son como antes las barras de las tabernas para los chistes del Bizco Pardal. Van y vienen "emilios" con chistes de toda clase. Y últimamente están circulando unos textos sobre el gaditano y el jerezano. Descripciones humorísticas del personaje tipo de cada ciudad. Unos ejemplos lo que se intercambia sobre el gaditano: "El gaditano no va rápido: va a carajo sacao. El gaditano no se va de un lugar: se pira. El gaditano no duerme: se queda sobao. El gaditano no se ríe a carcajadas: se descojona. El gaditano no te dice que estás equivocado: te dice "te quié í yaaaa..." El gaditano para decir que sí, no niega dos veces; niega tres: "¡no ni ná!"..." El jerezano también tiene su descripción en términos del habla local: "El jerezano no dice hola: te dice ¡que pazaa quiyo! El jerezano no se cae: ze metunahoztia de quince pareh cojone.El jerezano no es que no entienda: eh que nozantero porque tu notehplicabien, quiyo. El jerezano no te da la espalda: te dice, "quiyo quemedehje"... Nos extraña que no esté ya de ordenador en ordenador el breviario del sevillano. Por si alguien se quiere tomar el trabajo de continuarlo y de buzonearlo luego electrónicamente, éste puede ser el comienzo: "El sevillano no es que le guste Sevilla, es que muere por Sevilla. El sevillano no es que le guste la Semana Santa, es que la coge por punta. El sevillano no es que sea sevillista, es que es más sevillista que el escudo. El sevillano no es que sea bético, es que es bético, currista y macareno, casi ná..." (Ea, pues ahí lo tienen; ahora que hay menos trabajo en la oficina lo pueden rematar en dos mañanas y habrá miles de correos electrónicos dispuestos no a reírse, sino a tirarse...)

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Domingo 4:  Tres años de apagones

Nunca hay nada nuevo bajo el sol de Sevilla. Nos creemos que esto de los apagones ha sido la Noticia de 2004 y hace ya tres años, en 2001, estábamos en las mismas. Las hemerotecas tienen que echar humo de noticias así, pero antiguas. Ordenando papeles, nos encontramos con "La Ese 30" que publicamos en este mismo sitio el 9 de julio de 2001. Se titulaba "Apagones del milenio". Decíamos, entre otras cosas: "Le llaman algo así como el síndrome de California, cuando de verdad el gordo, gordo, lo que se dice gordo, fue el de Nueva York. Nos referimos al apagón. Al temor por los apagones, que se incorpora al catálogo de horrores del milenio que nos pueden aguardar en verano. (...) Sevillana de Electricidad, como es su obligación, ha tranquilizado al personal abonado, y ha dicho que la tormenta de los apagones va para calmona, para Cataluña y el Levante. Pero no estaría de más que una de esas mesas de seguridad y protección civil tan habituales se reuniera en el Ayuntamiento, en la Delegación Chachi del Gobierno o en la Delegación del Gobierno del Señorito Chaves, donde fuera, para revisar cómo están los sistemas de emergencia ante apagones gordos en los hospitales, en la red de semáforos, en las grandes superficies comerciales. Y que al igual que Sevillana ha dicho que tranquilos, nos dieran seguridad con datos en la mano. Los riesgos de apagones no son como para que los sevillanos nos quedamos, como en tantas cosas, a dos velas. Ante la psicosis no cabe el apaga y vámonos todos de veraneo a Matalascañas." Como ven, lo que tenía que pasar pasó y no es que estemos igual que hace tres años: estamos peor.

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Sábado 3: La luz de los veinte duros

De los apagones podría escribirse un libro. Bueno, parte de ese libro ya está en las páginas que tiene usted entre las manos, de los presentes y anteriores días de la anual maldición de esta ola de calor que es ya tan tradicional del verano como la Velá de Santa Ana, las novilladas nocturnas sin picadores o los nardos de la procesión de la Virgen de los Reyes. Y dentro de ese libro de los apagones, podría hacerse una antología de humor popular sevillano, La vieja norma del mal tiempo y la buena cara se repite con la enorme capacidad de gracia. El sevillano a todo le saca la punta. Hasta a las puntas de consumo de energía que han producido los apagones. Y de esa antología de todo lo que hemos oído en la calle, quizá lo mejor haya lo de la electricidad que ha anunciado Sevillana que ha importado urgentemente desde Marruecos para asegurar el suministro en esos Alpes o Aconcaguas que han sido las puntas de consumo en los gráficos estadísticos. Tras enterarse de la procedencia marroquí de lo que para nosotros los programas es simplemente la luz que hay o que no hay, le hemos oído decir a un sevillano en la tradición de la guasa: "¿Pero cómo no va a haber apagones, si han traído la luz de los moros? ¿Tú no ves que eso de la electricidad de los moros tiene que ser una cosa como la luz de la tienda de los veinte duros, lo peor que se despacha en clase de luz?"

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Viernes 2: Las cosas de Javier

En su información sobre la cesión del Hospital Militar a la Junta para su utilización civil por el SAS, Ignacio Díaz Pérez pone las cosas en su punto, yendo a las fuentes y preguntando a los que saben. Lo que algunas veces hemos comentado aquí en memoria del médico sevillano asesinado por el Comanda Andalucía de la ETA, que el Hospital se siga llamando Vigil de Quiñones y que no lleve el nombre de Antonio Muñoz Cariñanos como una vez anunció el PP a bombo y platillo, tiene sus razones. En los archivos del Ministerio de Defensa no consta nada de eso. Oficialmente, ningún Consejo de Ministros lo aprobó. Trillo no dejó escrito eso de "Hospital Muñoz Cariñanos" en parte ninguna. Y menos donde debía, que era el "Boletín Oficial del Estado", que para eso está. Así que en la operación de cesión, se siguen llamando a las cosas por su nombre y al Hospital Militar por el suyo de Vigil de Quiñones, en memoria del médico militar que fue el héroe de Baler, para lo que basta ver en el cine de barrio la película de "Los últimos de Filipinas" con su hermosa habanera del "Yo te diré". Eso, eso, yo te diré la razón por la que Antonio Muñoz Cariñanos se ha quedado sin el memorial civil en forma de hospital: por las cosas de Javier. Estas son las famosas cosas de Javier, que como dice Carlos Herrera, pasa por la calle Sierpes entrando por la plaza de San Francisco y cuando llega a la altura de la antigua Casa Calvillo ya ha quedado con setecientos para cenar y con mil doscientos para almorzar. Y luego, claro, como Muñoz Cariñanos: ni comida, ni hombre de hospital ni nada. Eso: las cosas de Javier.

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Jueves 1: Modernización a toda vela

Instalados en la modernidad y sin salir de ella, tomamos el tranvía de la Puerta Real y volvemos a la Sevilla de los abuelos: a los apagones de luz y las restricciones de fluido. Me encantan estos apagones. Son de Patrimonio Histórico Artístico, de la Sevilla Eterna. Las lágrimas de San Pedro en versión de kilovatios: el lote de llorar que se pega San Pedro al ver que con la luz cortada se le han estropeado todos los congelados de la nevera, que la tenía llenita, porque con la paga recién cobrada fue a Carrefour y se hartó de comprar findus. Sevilla antigua de apagones, con el cuplé de Juanita Reina sonando por los corrales en el disco del oyente de Radio Sevilla: "A la vela, a la vela, a la vé, Jerez y Sanlúcar, esto sí que es canela y azúcar." Canela y azúcar de las velas encendidas. De aquellas velas que cubrían los patios y las calles y a las que ahora llaman toldos para que rime con Leopoldo, al currito dale al botoncito de encender la vela cuando nos quedamos a dos velas sin el aire acondicionado que funcione, con los ordenadores caídos, los ascensores con la gente dentro atrapada y los coches sin poder salir del aparcamiento, porque sin luz no hay quien abra la puerta automática. Me encanta esta nostalgia con velas. Velas de la cerería del Salvador alumbrando la innovación de la segunda modernización. Un símbolo cruel de la segunda modernización. La segunda modernización, como ven, va a toda vela: ¿dónde habrá puesto esta mujer las velas, que cada vez que se va la luz no hay quien las encuentre?

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