e
ha dado mucha alegría ver a Santiago Apóstol recibiendo el
abrazo de los Reyes, y ¿saben por qué? Porque los gallegos se
muestran orgullosos de tener un Patrón políticamente incorrecto
en esta España donde las clases de religión mejor vistas son
sobre el credo mahometano y no sobre el católico, donde dicen
que es "una ofensiva" cuando los obispos defienden la verdad del
Evangelio.
En punto al culto a Santiago,
ya nos dieron un susto en el pasado mes de mayo, quizá lo
recuerden. Los canónigos de Santiago de Compostela
decidieron
quitar cobardemente de la Catedral la imagen de Santiago
Matamoros, esto es, Santiago montado a caballo y alanceando
a paisanos y correligionarios de los que, sin ir más lejos,
colocaron las mochilas con las bombas el 11 de marzo de 2004. A
este Santiago con su mítico caballo blanco lo disfrazaron en el
Carnaval de lo políticamente correcto, y lo han puesto ahora me
parece que de Peregrino de la Paz o de una cosa así que suena
completamente ONG. A Santiago Matamoros lo retiraron por las
mismas razones que replegamos las tropas de Irak: para que no se
enfaden estos tíos zarrapastrosos tan medievales, tan asesinos y
tan poco respetuosos con los derechos humanos que siguen
degollando cristianos en Bagdad.
Por eso me dio mucha alegría cuando vi que el
Señor Santiago, el coleguilla de almanaque de la trianera Señora
Santa, estaba allí en el altar mayor, mandando, presidiendo,
diciendo que aquí no es que termine el camino de Europa, sino
que la Unión Europea comienza aquí, en el Finibusterre, sin que
lo hubieran mandado los compostelanos calonges a una infamante
covacha. Santiago, hijo, me alegro verte bueno. Santiago se ha
salvado en el altar mayor de la ciudad que lleva su nombre
gracias a que es de infantería. Si llega a estar a caballo
matando moros, lo mandan por lo menos al hipódromo de Mijas,
pero en un penco de coche de punto, para que pierda la carrera.
¿Han visto la cara del Señor Santiago? ¿Es
nueva o vieja esta iconografía del Apóstol, con la boca abierta?
Habíamos visto las representaciones de Santiago Matamoros, de
Santiago Patrón de España, hasta el Santiago cofradiero de La
Carretería, del Amor, el que coloca su cruz en los antifaces de
los nazarenos y es titular de tantas hermandades andaluzas. Pero
no nos habíamos dado cuenta de este Santiago Boquiabierto que
ahora ha salido en todas las fotografías de Zapatero haciendo el
paripé de darle el abrazo. ¿Tenía la abierta así la boca el
Señor Santiago o se le abrió de asombro cuando se vio detrás
aquello encorbatado de rojo, que lo miraba con una enorme
curiosidad, con indecisión, como preguntándose a la hora de la
verdad plana y compostelana: "¿Y qué puñetas hago yo ahora, lo
abrazo o no lo abrazo?"
Al Señor Santiago se le puede pegar un abrazo
de los que rompen la espalda, que de ésos fijo es el que le dio
el bamboleante Fraga, que parece que va siempre navegando por la
Costa de la Muerte, escorándose ora a babor, ora a estribor. Al
Señor Santiago se le puede dar una palmadita en el hombro, como
hizo el Rey. Pero lo que nunca habíamos visto es quedarse ante
el Señor Santiago tan boquiabierto como la propia imagen, como
hizo Zapatero.
Zapatero tiene mucho que aprender de sus
correligionarios los socialistas andaluces, que saben que
Sevilla bien vale un Corpus desde tiempos de Borbolla y que
hicieron una transición de libro en el respeto, al menos formal,
a las tradiciones y creencias religiosas populares. Si en vez de
Zapatero quien va al camarín del Señor Santiago con los Reyes es
el alcalde de Sevilla, le pega al Apóstol un abrazo que le rompe
la espalda. Vamos que si se la rompe...
Como debe ser. Por respeto a los que creen en
el Señor Santiago.