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las luminosas tierras de Cádiz, el apagón. Toda la provincia sin
luz. Que es como un continente entero sin luz, de la lluvia de
Grazalema a los esteros del Trocadero. Los apagones son los
nuevos fastos del verano. Deben de ser cosa de la Segunda
Modernización. Las modernizaciones de Andalucía son como el
baile tradicional de su capital, como las sevillanas: la
primera, la segunda, la tercera y la cuarta. Los palmeros del
lugar le dicen a Chaves, que es el que paga:
-- Ea, don Manuel, vamos con la segunda, con la
Segunda Modernización...
Y el guitarrista, con su pedazo de medalla de
Andalucía al pecho, ataca la falseta. Y en esto, ¡pum!, se va la
luz. Chaves dice como Agustín el Melu en aquella historia del
barco "Poeta Arolas" que contaba Beni de Cádiz en los Embustes
Completos. Chaves, cuando ve que se ha ido la luz en toda esa
provincia de Cádiz a la que pertenecía Ceuta cuando él nació,
con los alicates de la modernidad y el progreso en la mano,
dice:
-- Esta avería de la segunda modernización del
barco de la autonomía no es, esto tiene que ser de Sevillana.
Y le abre un expediente a Sevillana. Cosa que
Agustín el Melu no podía hacer, lo que avanzan los tiempos
gracias a la modernización. Y lo que saboreamos el progreso. Lo
mejor que tiene la luz cuando se va es que luego, al cabo de
mucho rato, viene. Y tiene, en efecto, una parte fastidiosa,
cuando se comprueba que se han estropeado los helados de los
niños que estaban en la nevera y la carne argentina y las cajas
de gambas blancas que estaban en el congelador. Pero tiene una
parte positiva: descubres de nuevo las excelencias del progreso,
qué maravilla la tele marchando otra vez, el termo de nuevo
calentando el agua del lavabo, la nevera funcionando para poner
el agua fresquita. Sin luz no podemos vivir, y esto de los
apagones es como la lección del primer día de clase donde el
catedrático expone la importancia de la asignatura. Sevillana
nos agracia con estos cortes de fluido y apagones para que
veamos todo lo que le debemos y lo cómoda que nos hace la vida.
Cuando hablamos de la calidad de vida casi siempre es cosa que
funciona enchufadas a la red. Hasta los teléfonos móviles
dependen ya de la luz.
Y tiene de bueno también el apagón gaditano
que de momento le ha dado tema para el próximo Carnaval a los
letristas de cinco coros, de diez comparsas, de treinta
chirigotas y puede que hasta una parodia completa de cuarteto.
La luz de Cádiz es tema recurrente de esas coplas. Me perece que
fue mi admirado Libi quien en un cuarteto dijo aquello de:
-- ¡Cádiz, tres mil años de luz y sin pagar un
recibo!
Un comparsista de guardia sacará punta al
apagón. Dirá por ejemplo, que esto del apagón de Cádiz es como
la media vuelta a los cien años cuando el PSOE sacó el lema de
la honradez: "Cien años de honradez y ni un minuto más". Con el
apagón, algo por el estilo: "Tres mil años de luz y ni un minuto
más: toda la provincia de Cádiz sin electricidad".
Está cayendo la tarde cuando escribo. Me
imagino la claridad de La Caleta, de la muralla de San Carlos,
del Paseo Marítimo, los blancores de la cal de las azoteas que
se ven desde Torre Tavira. Quizá la electricidad de Sevilla vio
ese mismo resol de la luz de Cádiz y se acordó de un fandango de
Huelva: "La nieve por tu cara/pasó diciendo/donde no hago
falta/no me detengo". Ante la luz inextinguible de tres mil
años, la electricidad puede irse cuando tenga por conveniente.
Donde no hace falta, no se detiene.
Y Chaves le echa la culpa a Sevillana, como
Agustín el Melu:
-- La avería es de Sevillana, don Fernando,
del barco no es...