ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Gorigori por el andalucismo

En los albores de la Transición que se escribe ya con mayúsculas y que no hay que decir cuál es, como no hay que decir cuál es la Restauración, Carlos Castilla del Pino, ensayista de moda entonces, como un Marcuse a la cordobesa, escribió un artículo que causó mucho impacto, y que tituló: «¿Existe Andalucía?». No era el primero de campanazo que publicaba Castilla del Pino. Cuando estaba en todo su fragor la destrucción monumental de nuestras ciudades en los últimos años del franquismo, Castilla publicó en «Triunfo» otro texto que fue un redoble de conciencia, por decirlo con título de Blas de Otero: «Apresúrese a ver Córdoba». Explicaba Castilla que igual que cuando empezaba a torear el Pasmo de Triana decían los aficionados que había que darse prisa en ver a Juan Belmonte antes de que lo matara un toro, había que apresurarse a ver Córdoba, antes que la especulación se acabara de cargar su patrimonio monumental.

Pienso en Castilla del Pino cuando leo la reflexión de Alvaro Ybarra sobre el mapa político andaluz salido del 9-M. Mapa de donde los votantes han borrado al andalucismo como tal partido. ¿Se imaginan que en Cataluña fuera Convergencia y Unión un partido extraparlamentario, o que lo fuera en las Vascongadas el PNV, o en Galicia el Bloque Gallego? Pues eso impensable e ilógico es lo que ha ocurrido en Andalucía. Y nadie se ha lamentado de tal desaparición y borrado del mapa, más que los que viven de ese partido que últimamente ha sido una Empresa de Trabajo Temporal, y que ha dado a lo largo de su historia más bandazos que el «Adriano III» en la Bahía una mañana de levantazo gordo.

Pienso en Castilla del Pino porque no sólo hay que volver a formularse su «¿Existe Andalucía?», sino que llevarlo más allá: ¿Existe el andalucismo? No hablo ya del andalucismo como partido político, como ideología con ejecutiva, militantes y diputados, sino como algo anterior, más hondo y más profundo: como sentimiento. Andalucismo, por ejemplo, fue aquel clamor callejero, ya pura arqueología de la Historia, del 4-D y del 28-F, en que el pueblo adelantó a sus dirigentes por arriba y por abajo, por la derecha y por la izquierda, cuando vascos y catalanes nos pisaron el callo del orgullo, en el famoso agravio comparativo del 143. Fue la época del «Andaluces, levantaos». Andaluces que se volvieron a sentar inmediatamente, en cuanto se consiguió una autonomía que, a la postre, no sirvió tanto a los intereses de la región como al entramado de poder del Partido Socialista, que asentó aquí las raíces de su resistente tela de araña a la que hemos dado en llamar Régimen. Más que sentimiento de Andalucía, existe identificación con la estructura de poder consolidada con un modelo unívoco de su autonomía, siempre gestionada por los socialistas. ¿Cómo sería la autonomía gestionada por otro partido? Eso puede que, en todo caso, lo vean nuestros nietos.

Andalucía como tal idea existe en los logotipos de la Junta, en sus campañas de publicidad, en su entramado de poder, del que trincan hasta los empresarios y mangan los intelectuales que deberían ser la crítica a ese poder absoluto y absolutorio. Por eso nadie ha echado en falta al gran perdedor de las elecciones andaluzas, como antes no echaron en falta a todos sus líderes históricos que anteriormente fueron cayendo. Todos los años de autonomía no han servido para crear esa conciencia andaluza. Somos nacionalistas, sí, pero de nuestro pueblo, de nuestra ciudad; y en todo caso, de nuestra provincia. Y les doy un dato para reflexionar: no existe un solo periódico que tenga implantación institucional en toda la región, como «La Vanguardia» en Cataluña. Donde se lee «Sur» no se lee «Ideal», y donde se lee «Ideal» no se lee ABC de Sevilla, por citar las cabeceras andaluzas de Vocento. Pero es que la competencia, para poder extenderse por toda Andalucía, ha tenido que crear una cabecera distinta en cada provincia. Los de Huelva te tiran a la cara un periódico hecho en Cádiz y los de Jaén, el de Málaga. Sí, Canal Sur es el único medio (digamos) informativo de vertebración de toda la región. Quien tiene esa malilla es quien domina esta tierra sin conciencia de serlo. Y a las reiteradas mayorías de Chaves me remito. Si las elecciones hubieran borrado del mapa a Canal Sur y no al PA, entonces sí que lo habrían echado de menos los andaluces...

 

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